Publicado en Reflexiones

Impotencia:

No voy a cambiar. No por ti. No por nadie. Tampoco debería pedir disculpas por descubrir tu secreto, ese que intentabas enterrar. Una grabación. Algo que parecía tan insignificante, tan solo una chica cambiándose de ropa. Una grabación enviada a todos tus contactos, hecha para hacer daño, para desenmascarar lo ya innegable, para reír a carcajadas detrás de las máquinas de café. Me quedé sin palabras, mientras todos me miraban de arriba a abajo como si fueran a comerme viva en algún momento, no me venía a la cabeza lo que podría estar ocurriendo, tampoco que alguien me hubiese podido grabar desde mi propio teléfono. Sí, fue asqueroso. Pero lo que pasó, pasó.

No podría decir que pude dormir los días que prosiguieron porque no, no pude. Tenía dudas entre llorar o gritar, entre seguir aguantando o tirarme por el primer puente que encontrara cerca, olvidándome de que existía, olvidando de que tú lo hacías. No dejaba de oír tus risas, constantes, metidas en mi oído, mientras yo temblaba de rabia, de inseguridad, de impaciencia. Con las manos atadas, sin poder moverme, hundiéndome entre dudas, sin poder pedir ayuda. Con la cabeza bien alta, continuaba en el mismo lugar, con una sonrisa decorando mi ya esquelética cara, me sentía muerta por dentro, mientras tu ego se ensanchaba hasta casi explotar.

¿Qué puedo decir? Representabas todo lo que odiaba. No podría suavizarlo, tampoco decirlo con delicadeza, mucho menos con respeto. ¿Qué puedo decir? No soy alguien a quién le apetece alcanzar las expectativas de nadie, se acostumbran demasiado y siguen esperándolo. Lo disfrutaste. Te gustó el resultado. Seguiste. Pero la siguiente vez que lo intentaste, trataste de apuntar más alto. Enviaste a tus esbirros. Me acorralaron para atemorizarme, lo cual, no funcionó. Lo siento, me adapto bastante bien a situaciones críticas e incómodas. ¿Qué más tenías? Me seguiste para conseguir mis llaves, trataste de echarme algo en la comida que decidí no preguntarme qué era, escarbaste en mi mochila, encontraste mi tarjeta de crédito e hiciste lo posible para gastar dinero con ella, fue espléndido. Tanto que tuve que cancelarla.

Para ti solo era un juego, para mí un infierno. Mientras trataba de seguir adelante, me ponías la zancadilla. Mientras caía, pidiendo ayuda a gritos, me callabas. Cuanto más necesitaba salir, más me encerrabas. Impotencia, esa es la palabra correcta. Mientras tú seguías sonriendo, mientras seguías haciendo daño. Porque así eras tú, otro monstruo que cabalga en un precioso caballo blanco, esperanzado porque le den un poquito de atención. Supongo que ganaste. Sí, aún lo pienso. Todo lo que pudiste destrozar, lo desgarraste. Todo lo que pudiste arrancar, te lo quedaste. Todo lo que pudiste arañar, lo dejaste echo trizas. Sin una disculpa, sin una explicación, sin el deseo de empezar de cero. Horrible. Esa es la palabra correcta. Una experiencia que no le desearía ni a mi peor enemigo, si es que existe eso.

Respiré en silencio, pretendiendo que no lo hacía. Salía a flote sin que nadie lo notara. Me recuperaba cuando nadie más miraba. Hacía lo que debía hacer sin ser visible. Me tenía a mí misma para seguir adelante, nunca necesité de ti para que hicieras nada. Es curioso cómo estrechar la mano de alguien en señal de educación puede darle a alguien el derecho de despedazarte entero, es curioso cómo te vuelves una presa fácil con cientos de debilidades que otro puede explotar cuando le place. En silencio, volví a estar en pie. En silencio, volví a luchar. Por mí, para mí. Tú tan solo fuiste otra cucaracha insignificante que recordar, pero que es mejor mantener enterrada muy adentro.


Helplessness:

I’m not going to change. Not because of you. Not by anyone. Nor should I apologize for discovering your secret, the one you were trying to bury. A recording. Something that seemed so insignificant, just a girl changing clothes. A recording sent to all your contacts, made to do harm, to unmask the already undeniable, to laugh out loud behind the coffee machines. I was speechless, as everyone looked me up and down as if they were going to eat me alive at some point, It did not come to my mind what could be happening, nor that someone could have recorded me from my own phone. Yes, it was disgusting. But what happened, happened.

I couldn’t say I could sleep the days that followed because no, I couldn’t. I had doubts between crying or screaming, between continuing to hold on or throwing myself over the first bridge I found nearby, forgetting that I existed, forgetting that you did it. I kept hearing your laughter, constant, stuck in my ear, while I trembled with rage, insecurity, impatience. With my hands tied, unable to move, sinking into doubts, unable to call for help. With my head held high, I continued in the same place, with a smile decorating my already skeletal face, I felt dead inside, while your ego widened until it almost exploded.

What can I say? You represented everything I hated. I could not soften it, nor say it delicately, much less respectfully. What can I say? I’m not someone who wants to meet anyone’s expectations, they get used to it too much and keep waiting for it. You enjoyed it. You liked the result that followed. But the next time you tried, you tried to aim higher. You sent your minions. They cornered me to frighten me, which didn’t work. Sorry, I adapt quite well to critical and uncomfortable situations. What else did you have? You followed me to get my keys, tried to pour something into the food that I decided not to wonder what it was, you dug into my backpack, found my credit card and did your best to spend money with it, it was splendid. I had to cancel it, one more time.

For you it was just a game, for me hell. As I tried to move on, you put me in a hurry. As I fell, screaming for help, you shut me up. The more I needed to get out, the more you locked me up. Helplessness, that’s the right word. While you kept smiling, while you kept hurting. Because that’s how you were, another monster riding a beautiful white horse, hoping to get a little of attention. I guess you won. Yes, I still think about it. Everything you could tear apart, you tore it apart. Everything you could tear off, you kept tearing it off. Everything you could scratch, you left it shattered. Without an apology, without an explanation, without the desire to start from scratch. Horrible. That’s the right word. An experience I wouldn’t wish to my worst enemy, if there is one.

I breathed silently, pretending I didn’t. I came afloat without anyone noticing. I recovered when no one else was looking. I did what I had to do without being visible. I had myself to keep going, I never needed you to do anything. It is curious how shaking someone’s hand as a sign of education could give someone the right to tear you in pieces, it is curious how you become an easy prey with hundreds of weaknesses that another can exploit when he pleases. Silently, I stood again. Silently, I fought back again. For me, You were just another insignificant cockroach to remember, but better kept buried.


Publicado en Relatos

Salvación

Me precipito al vacío tan rápido que pierdo la noción del tiempo. Está oscuro. Mis ojos no se acostumbran a ello, no dejan de moverse, frenéticos, de un lado a otro, tratando de encontrar un haz de luz donde poder agarrarse y vislumbrar qué es lo que ocurre. Recuerdo haber caído desde un precipicio, alto, muy alto. Ni siquiera tuve la oportunidad de acercarme al borde, puede que alguien me empujara. Espera, ¿alguien lo hizo?

No sé a cuánta velocidad voy o si voy a tocar suelo en algún momento, esta caída parece interminable, inacabada, agónica por momentos, incierta. Nunca me han gustado los cambios, este está obteniendo los tonos perfectos para terminar siendo uno de esos cambios que odio. No hay nada alrededor a lo que pueda agarrarme, siento mariposas en mi barriga, una incómoda sensación en los brazos que soy incapaz de parar. Me quedo sin aire por momentos, como si fuera a dejar de existir, abandonándome a la idea de que puede que nunca lo hubiera hecho.

Siento que algo agarra mi mano. Me quedo suspendida en el aire, en medio de ninguna parte. Miro hacia abajo y veo un vacío infinito. Trago saliva, algo nerviosa. No sé qué es lo que me ha retenido para no seguir cayendo, así que, decido levantar la barbilla y mirar hacia arriba. Una chica de cabello rubio, lacio y liso, largo hasta media espalda, me sonríe, mientras hace fuerza para subirme a la superficie. Sus ojos grises me eclipsan, son profundos pero, a la vez, dulces. Siento como si hubiera estado esperando que este momento ocurriera desde hace décadas y no tengo ni idea de por qué. Me fijo en que lleva un vestido blanco precioso y una complexión delgada que caracteriza su sencillez. No puedo evitar esbozar una sonrisa.

Estamos una frente a la otra, sin decir palabra. Ella simplemente, coge mi mano y empieza la conversación con una voz suave y dulce, sin prisas, todavía con una media sonrisa dibujada en su cara.

– Necesito que escribas mi historia – su determinación me asombra, y que me elija a mí para hacerlo, me sorprende todavía más -.

– Oh… Claro. ¿Cómo quieres hacerlo? – le pregunto, algo insegura pero tratando de ser cordial -.

El vacío que había detrás de nosotras hacía unos minutos, desaparece, para dejar pasar una luz increíble desde un ventanal, estamos en una especie de biblioteca preciosa, hay tantos libros que solo quiero sumergirme en ellos y dejar de hablar. Aparecen dos sillas detrás de nosotras, nos sentamos con rapidez, movidas por la intuición. El silencio de aquel lugar nos embriaga, al igual que el olor a libros viejos, a páginas no leídas, a historias no comprendidas.

– Bueno, mi vida no ha sido particularmente agradable.

– Esas son mis favoritas – comento, encogiéndome de hombros – Dime lo que quieras, haré que ocurra tal y como lo digas.

– ¿Es una promesa? – pregunta, algo inquieta pero, a la vez, intrigada -.

– Sí, supongo que lo es. Y a mí siempre me gusta cumplir mis promesas – una sonrisa se dibuja en mi cara nuevamente, dejándonos llevar por la confianza y la honestidad -.

Hablamos por horas. Su visión del mundo es un tanto compleja pero, a la vez, estimulante y controvertida. Me gustan ese tipo de historias, te obligan a profundizar en otro tipo de pensamiento, en experiencias que no creías fueran a ser posibles, a romper con tu zona de confort. Y bueno, una promesa es una promesa. La biblioteca empieza a desaparecer cuando mis dedos tocan las teclas, mientras la historia se va formando en mi mente y en la página en blanco que aparece en la pantalla del ordenador. No puede si no embelesarme, contagiarme de belleza, de amor por el personaje con el que había hablado hacía unos minutos y por todo lo que llegaba a aportarme.

El vacío había desaparecido, la agonía, la incertidumbre, esa constante preocupación por algo que ni ya recuerdo, esa voz que reía mientras caía por el precipicio, esa voz que quería que me ahogara en la oscuridad. Abby me ha salvado hoy. Me ha hecho respirar de nuevo, me ha tendido una mano cuando más lo necesitaba. Quizá mañana vuelva a caer pero sé que puedo confiar en mis personajes para que me saquen de cualquier oscuridad. Confío más en ellos que en ningún ser humano existente. ¿Puede ser eso posible? Quizá lo es.


Salvation:

I rush into the void so quickly that I lose track of time. It’s dark. My eyes do not get used to it, they do not stop moving, frantic, from one side to another, trying to find a beam of light where I can hold on and glimpse what is happening. I remember falling from a cliff, high, very high. I didn’t even have a chance to get close to the edge, maybe someone pushed me. Wait, did anyone do it?

I don’t know how fast I’m going or if I’m going to touch the ground at some point, this fall seems endless, unfinished, agonizing at times, uncertain. I’ve never liked changes, this one is getting the perfect tones to end up being one of those changes I hate. There is nothing around that I can hold onto, I feel butterflies in my belly, an uncomfortable feeling in my arms that I am unable to stop. I run out of breath at times, as if I am going to cease to exist, abandoning myself to the idea that I may never have existed.

I feel something grabbing my hand. I stay suspended in the air, in the middle of nowhere. I look down and see an infinite emptiness. I swallow, somewhat nervous. I don’t know what has kept me from falling back, so I decide to lift my chin and look up. A girl with blond hair, straight and long to half back, smiles at me, while she forces me to rise to the surface. Her gray eyes eclipse me, they are deep but, at the same time, sweet. I feel like I’ve been waiting for this moment to happen for decades and I have no idea why. I notice that she wears a beautiful white dress and a slim build that characterizes her simplicity. I can’t help but crack a smile.

We are facing each other, without saying a word. She simply takes my hand and begins the conversation in a soft, sweet voice, unhurried, still with a half-smile drawn on her face.

«I need you to write my story,» her determination amazes me, and that she chooses me to do it, surprises me even more.

«Oh… Of course. How do you want to do it?» I ask, somewhat insecure but trying to be cordial.

The emptiness that was behind us a few minutes ago, disappears, to let in an incredible light from a window, we are in a kind of beautiful library, there are so many books that I just want to immerse myself in them and stop talking. Two chairs appear behind us, we sit down quickly, moved by intuition. The silence of that place intoxicates us, as does the smell of old books, of unread pages, of stories not understood.

«Well, my life hasn’t been particularly pleasant.»

«Those are my favorites.» I comment, shrugging. «Tell me what you want, I’ll make it happen just as you say it.»

«Is it a promise?» She asks, somewhat restless but, at the same time, intrigued.

«Yes, I guess it is. And I always like to keep my promises,» a smile is drawn on my face again, letting us be carried away by trust and honesty.

We talked for hours. Her worldview is somewhat complex but, at the same time, stimulating and controversial. I like those kinds of stories, they force you to delve into another type of thinking, into experiences that you didn’t think would be possible, to break with your comfort zone. And well, a promise is a promise. The library begins to disappear when my fingers touch the keys, while the story is forming in my mind and on the blank page that appears on the computer screen. I can not but be enthralled, infected with beauty, love for the character with whom I had spoken a few minutes ago and for everything it brings me.

The emptiness was gone, the agony, the uncertainty, that constant worry about something I don’t even remember, that voice that laughed as I fell off the cliff, that voice that wanted me to drown in the dark. Abby saved me today. It has made me breathe again, it has extended a hand to me when I needed it the most. Maybe tomorrow I will fall again but I know I can trust my characters to take me out of any darkness. I trust them more than any existing human being. Can that be possible? Maybe it is.


Publicado en Personajes

Scarlett: No Elegida

Relato procedente: «Neblina«, Edad: 34 años.

Ciudad: Milwaukee. Profesión: Florista.

Descripción física:

Mi cabello rubio claro, es largo hasta media espalda, normalmente suelto, otras veces, enganchado con un moño en la parte de arriba. Mis ojos son verdes, mis labios finos y diminutas pecas se posan sobre mi rostro, delicadas. Mi piel es bastante pálida, pero suave y bien cuidada. Siempre he sido bastante esbelta, y me he vestido cómoda, con unos vaqueros, unas converse, y cualquier camiseta que encontrara en el armario. En invierno suelo utilizar gabardinas, en primavera, camisetas de leñador que combinen un poco con las de manga corta que llevo debajo. Nunca he querido ir a la moda, he tratado de ir cómoda con lo puesto.

Descripción de la personalidad:

Siempre he sido alguien muy extrovertida, pero con demasiadas cosas en la cabeza. Muy activa, risueña y con muchos sueños por cumplir, quizá demasiados. No suelo quejarme, me encanta perderme en una interesante novela o en una película que me transmita algo más que violencia o terror. He sido bastante sociable, ambiciosa, educada y sabiendo en cada momento dónde pongo los pies. No comparto demasiado sobre mi vida, pero me gusta mostrarme real y fiel a lo que creo, no me ha importado nunca lo que pensaran de mí, quién no me acepta es porque no tiene que estar cerca o a mi lado.

Una infancia atractiva:

Cuando era pequeña, siempre fui bastante risueña, con ganas de jugar, ir a todos los cumpleaños de mis compañeros de clase e invitarles al mío, correr, jugar al pilla-pilla, y pasarnos la noche viendo películas de miedo con enormes bowls de palomitas. Mi alto sentido de la empatía y don de gentes, me permitían desarrollarme muy bien socialmente, y no necesitaba mucho para estar contenta, era muy positiva, sacaba buenas notas y cualquier otro niño quería formar parte de mi grupo de amigos, era genial. Siempre estaba rodeada de gente optimista, era un imán para este tipo de personas.

Mis padres siempre fueron el típico matrimonio unido que sacaban las cosas adelante por muy mal que fuesen, no me hacían partícipe de ninguno de los problemas pero sabía que andaban con algo cuando estaban en silencio o se reunían en la sala de estar con papeles encima de la mesa. Después de tanto tiempo juntos, supongo que era normal que tuviesen sus diferencias en cierto momento, pero jamás les vi enfadados o con dudas de si seguir juntos o separarse. Conmigo siempre fueron agradables y las demás familias con las que ellos se relacionaban, nos consideraban una familia unida. Creo que, en general, tuve una infancia bastante atractiva a ojos ajenos, no todos los niños tienen tanta suerte, no todos tuvieron lo que yo tuve.

Una infancia sin accidentes:

Y sí, digo sin accidentes por lo que se suele decir de los adolescentes, que sus hormonas están descontroladas. Podría decir un montón de cosas que ocurrieron a espaldas de mis padres, de hecho, ni siquiera ahora lo saben, pero dejarían de ser secretos, a decir verdad, me lo pasé bien, fui feliz por un tiempo. Y conocí a Darvel. Quizá no esperabais que lo hubiera conocido tan temprano pero sí, así fue. Era un chico diferente, problemático, introvertido, con muchos problemas en casa. Empezamos a ir a algunas clases juntos, yo solo trataba de ayudarle, de hacerle sonreír. Lo conseguí más de una vez, he de decir que no fue nada fácil. Diría que fui realmente insistente con que viniese a mi casa a ver una película, así fue cómo empezó todo, dijo que sí con tal de evadirse.

A pesar de que éramos muy diferentes, nos complementábamos bien. Nos gustaba estar juntos, nos gustaba hablar y por qué no decir que fuimos amigos. Al menos, el tiempo que estuvo por allí, porque se fue unos meses después. Sus padres se movían mucho. Nunca tenía un lugar al que llamar hogar. Supuse que me llamaría alguna vez, pero simplemente, desapareció. No supe de él hasta unos diez años después, cuando apareció de la nada en la ciudad y nos encontramos por casualidad.

Darvel y su trabajo:

Supe que volvió a Milwaukee para quedarse. Nos encontramos en una cafetería, en la cola para pedir café. Su cara me sonaba muchísimo pero no le ubicaba, él trataba de no mantener su mirada en mí, quería evitarme. Hasta que conseguí saber quién era y le saludé. No quiso quedarse demasiado, pero conseguí convencerle y nos quedamos en la cafetería a tomar café. Como siempre, yo tan optimista y amistosa, y él tan depresivo y evitativo. No sé por qué pensé que haríamos buena pareja. Siempre le había considerado un chico herido, alguien que podría cambiar su vida si quisiera, que podría ser quién quisiera si se esforzaba, si tenía las compañías adecuadas. Pero Darvel siempre se resistía, una vez tras otra, no es fácil superar los traumas, mucho menos aquello que llevas arraigado por tantos años.

Supe de su trabajo, unos cuatro años después de empezar a vivir juntos porque sí, estaba enamorada de él, un tipo de lo más raro, con sus altibajos, cambios de humor, y un temperamento del demonio pero que solo quería enmendar muchas de las cosas que había hecho. A mí me mostraba otra parte, más tierna y cariñosa, más atenta y apreciativa, más cercana y cálida, nunca veía esa parte tan horrible que decía que quería esconder tan desesperadamente, siempre tuvo miedo de perderme, tal como decía a menudo por el concepto tan erróneo que tenía de sí mismo. Era un asesino a sueldo. Sí, como has leído. Mataba por dinero. No era particularmente un trabajo honrado, mucho menos, digno y mucho menos, invitaba a hablar de ello con otras personas, se volvía secretivo y reservado, evitaba cualquier conversación que tuviera que ver con ello o con el cambio en su estilo de vida, se sentía amenazado la mayor parte del tiempo, de hecho, tampoco le gustaba hablar de su familia.

¿Y cómo podía aceptar yo ser la pareja de alguien que mataba gente? Nunca fue por el dinero, ganaba mucho. Nunca fue por lo poderosa que una persona así podía ser, por sus habilidades, por su sentido de la supervivencia o por la atracción al peligro que emanaba de él. Siempre fue por su corazón, por lo que me mostraba cuando estaba conmigo, lo cual, creí que era suficiente para alejarle de esa vida. Lo hizo. Y me sentí orgullosa. No fue porque yo quise, sino porque él lo quiso, así de un día para otro, lo decidió y cortó lazos con todos sus contactos, tiró todos los teléfonos donde pudieran localizarle a la basura y empezó a vivir una vida normal, de hecho, empezó a trabajar de mecánico cerca de casa, mientras yo seguía en la tienda de flores que había al final de nuestra calle. Podría decir que llegamos a ser felices, al menos, por un tiempo.

El gran cambio:

Darvel seguía teniendo sus momentos. Se quedaba noches despierto, pero nunca decía qué se le cruzaba por la mente, pensaba por sí mismo, como un solo individuo, cuando estaba claro que éramos dos. Llegamos a estar muy unidos, pero siempre le notaba a millas de distancia, como si no se dejase tocar el corazón, como si sus pensamientos solo deberían pertenecerle a él, igual que todo aquello que pesaba sobre sus hombros y que yo sabía que le desgarraba por dentro. Tanta gente a la que había matado, no debería ser una carga muy ligera y agradable de llevar consigo a donde fuese. Darvel me dijo una vez que ser asesino profesional era lo único que le mantenía concentrado, que era un trabajo que lo identificaba, en el que se sentía cómodo y a salvo, era lo que sabía hacer mejor, lo que le conectaba consigo mismo. Pude ver en sus ojos lo mucho que lo anhelaba, aunque ni siquiera yo pudiera explicarlo. ¿Cómo una persona podría echar de menos matar a otras personas? Lo cierto es que nunca fue por el dinero, el renombre que fue creándose durante años y que fuera mejor que su padre en ello, sino la conexión que tenía consigo mismo al apretar el gatillo, el único momento en el que se sentía en control de su propia vida.

Empezó a evadirse cada vez más, en vez de quedarse despierto por las noches viendo la tele, salía a un bar que había en la calle paralela a nuestra casa, bebía hasta estar totalmente ido, a veces, le encontraba acostado en un banco, como si fuera un sintecho. No podía entenderlo. Me pregunté constantemente si no era feliz conmigo, si compartir lo que teníamos estaba siendo tan difícil para él como para alejarse de mí tanto y sin sentirse mal por ello. Lo cierto era que sí se sentía mal por ello, de hecho, se sentía mal por todo. No se explicaba cómo podía ser que yo le amase tanto, como podía ser que quisiera seguir viviendo con semejante desastre emocional, cómo podía ser que yo siguiera eligiendo salvarle de cada crisis existencial que tenía o que le llevara a casa tras verle tirado en cualquier banco. Lo hacía desde mi más profundo amor y cariño, pero él creía no merecerlo.

Nunca hablamos de tener hijos o casarnos, íbamos a paso de hormiga. Supongo que, en cierto modo, se asustó. Esa no era su vida, no estaba acostumbrado a nada de eso, ni a que le quisieran, estaba acostumbrado a sobrevivir a las adversidades, a terminar el trabajo encomendado, a mantener sus armas limpias y preparadas para hacer el disparo perfecto, para acabar con la vida que el jefe de esa semana le había enviado a hacer, fuese buena o mala persona. La vida normal para él era compleja, su vida como asesino, era sencilla. Le pagaban por un trabajo bien hecho, empezaba otro y le pagaban por él también. No había demasiada interacción. Vivía entre las sombras, de motel en motel, pagaba en metálico y no se dejaba ver, era perfecto, sin responsabilidades ni ataduras, no debía preocuparse de nadie. Llegué a pensar que era una carga para él, en cuanto salió por la puerta una noche sin decir palabra y no volví a verle.

La neblina:

El anonimato era crucial para vivir una vida como asesino profesional y mucho más si formabas parte de una especie de gremio del que yo por supuesto no había oído hablar o había tenido el gusto de conocer. Fue una intuición. Así que, sí. También pensé que ese momento llegaría. Si un asesino intima con alguien, ese alguien debe ser eliminado tiempo después. Darvel había estado incumpliendo una regla tan solo con imaginarlo. Fue aceptado de nuevo, volvió con los mismos contactos que al principio, no perdió nada, su renombre se mantenía intacto, de hecho, sus compañeros de trabajo le querían de vuelta desesperadamente, nadie daba en el blanco tan bien como Darvel y yo era tan solo una florista que se había metido en medio. Había que arreglarlo.

Esperé en casa. En nuestra casa. Las luces estaban apagadas, podíamos vernos a través de la luz que entraba por la ventana. Su cara no expresaba lo mismo que su cuerpo, seguridad y confianza, más bien mostraba remordimiento y un deseo enorme de no hacer aquello que había venido a hacer, la cuestión era que yo estaba preparada. Yo le quería como le había querido siempre, desde el primer día. Ese bypass no cambiaba nada. Lo cual, para él lo hizo más difícil. Confesó que quiso hacerlo él mismo, para no tener que ver mi cuerpo echo trizas por cualquiera de los animales que trabajaban con él. Al fin y al cabo, un detalle digno de apreciar después de cuatro años de relación, y al habernos conocido a tan temprana edad.

Apretó el gatillo. Por supuesto que lo hizo, no esperaba menos. Tuvo que elegir entre una herencia que duraría de por vida con los asesinos o una relación envuelta en la completa normalidad que le haría sentir un idiota que no sabía dónde poner el pie para no resbalarse. La normalidad no era algo que le atrajera o le hiciera sentir cómodo, su vida como asesino era lo que le hacía ser quién era. La elección era sencilla. No había nada que pensar, ya estaba dado por sentado.

Un futuro después de la tormenta:

La neblina se disipa y ya no hay más tormentas que presenciar, solo el silencio y la paz. Al fin y al cabo, tuve una buena vida, fui feliz. Me he ido más temprano de lo que esperaba, pero no somos nosotros quiénes elegimos, sino las circunstancias que nos llevan a ese mismo lugar. Solo sé que le amé con toda mi alma, que no había otra persona a la que hubiera podido querer más, de hecho, esperaba que hiciera lo que hizo y, en cierto modo, estoy feliz de que haya elegido lo que ha necesitado elegir, algo en lo que ha estado trabajando tanto tiempo y se ha arraigado tanto en él, ahora puede ser quién realmente es, sin máscaras, sin vidas de mentira.

¿Me quiso? Por supuesto, no lo he dudado ni por un momento. ¿Hubiéramos pasado el resto de nuestras vidas juntos? Podría ser. No me arrepiento de haberle conocido. Quizá me hubiese salvado si Darvel jamás hubiera vuelto a mi vida, quizá aún seguiría llevando mi negocio y llegando a casa temprano para cenar, por supuesto que sí, pero eso no cambia el hecho de que esos cuatro años existieron y no los hubiera cambiado por nada. Ni hoy, ni nunca. Quizá soy una estúpida, pero una estúpida que siempre ha sabido dónde ponía los pies.


Publicado en Recomendaciones

Comentando libro «Después» – Stephen King

Jamie Conklin, el único hijo de una madre soltera, solo quiere tener una infancia normal. Sin embargo, nació con una habilidad sobrenatural que su madre le insta a mantener en secreto y que le permite ver aquello que nadie puede y enterarse de lo que el resto del mundo ignora. Cuando una inspectora del Departamento de Policía de Nueva York le obliga a evitar el último atentado de un asesino que amenaza con seguir atacando incluso desde la tumba, Jamie no tardará en descubrir que el precio que debe pagar por su poder tal vez es demasiado alto.

«Después» es Stephen King en estado puro, una novela perturbadora y emotiva sobre la inocencia perdida y las pruebas que hay que superar para diferenciar el bien del mal.

Este era uno de los libros pendientes que tenía de Stephen King durante todo el 2022, literalmente. Así que, decidí empezarlo a mediados de diciembre tratando de terminarlo para el challenge literario pero no pudo ser. Así que, ha pasado a ser el primer libro leído del 2023 y he de decir que me ha sorprendido bastante, tiene muchos detalles y combina varios temas en un mismo libro. En ningún momento sabes dónde te va a deparar la historia, la narración de Jamie te empieza a cautivar de formas que no esperas y, en general, atrae más de lo que cualquiera podría esperar.

Uno de los argumentos importantes que Stephen King mantiene en todo el libro, es la capacidad de Jamie para ver fantasmas. La forma tan natural como lo va describiendo es cautivadora, incluso, inocente y desinteresada. Es uno de los focos en los que la historia va formándose. Cómo lo vive el personaje cuando tiene nueve años y cómo va acostumbrándose cada vez más conforme va haciéndose mayor, incluso, puedes notarlo en su forma de relatar los hechos, notas cómo va madurando, al igual que su historia. Lo combina muy bien con la aparición del llamado «fuego fatuo» que no sabemos si es un demonio o solo una aparición de algún tipo, que lo que hace es poseer a fantasmas. Es una aproximación muy interesante, a mí desde luego ni se me hubiera ocurrido. El autor lo mantiene en secreto durante todo el libro, además ni lo resuelve al final, lo cual, lo hace todavía más atractivo, lo deja al pensamiento libre. Y todo esto, combinado con la corrupta agente de Policía que es adicta a las drogas tras tantos años transportándolas. Combinar estas tres cosas no es fácil, aún así, él lo ha hecho una vez más.

Los personajes que aparecen como fantasmas son realmente interesantes, desde el escritor, hasta el tipo que activa bombas en edificios. Mientras vas leyendo, no tienes ni idea de dónde quiere ir a parar con estas historias, lo cual, te empuja a querer leer mucho más. La madre de Jamie es un personaje muy importante y bastante protector, muestra muy bien esa parte maternal en la que se trata de preservar la inocencia de un niño, en este caso Jamie, sabiendo que lo que le cuenta es cierto, haciendo que la relación entre ellos sea más cercana. Al haber sido madre soltera y solo tenerse el uno al otro, te da esa sensación de pertenencia, de que ambos son capaces de cuidarse el uno al otro y que no quieren que nada les pase. En cuanto al innombrable «fuego fatuo» me ha parecido un demonio todo el tiempo, sobre todo cuando Jamie trata de combatir contra él para que salga del cuerpo del fantasma que posee. Es bastante curioso porque siempre he leído sobre demonios que poseen personas pero no a fantasmas, no sé si alguien más ha llegado a escribir sobre esto pero me ha parecido de lo más interesante e inédito. Todo el tema de tratar de combatir el mal y saber que hay que equilibrarlo con el bien, ha sido una de las cosas que me han encantado, ha sido como un hechizo, pero sin serlo. Y bueno, ni qué hablar de la última muerte que presencia Jamie, la última confesión que me dejó sorprendida del todo.

Tiene un muy buen contexto donde todo va sucediendo a un ritmo bastante bueno, no te pierdes y no es para nada denso, ha sido un libro para mí, fácil de leer además de corto, tiene 244 páginas. Tiene su intriga y sus partes de acción, donde el autor no ha tenido ninguna prisa en llevarte a través de las situaciones. El tema de la Policía corrupta, me ha parecido un buen tema que añadir, al principio piensas que no va a formar parte de la historia pero, sigue apareciendo y de la peor manera. Tiene sus partes un poco macabras, pero para nada da miedo, al menos, a mí no, me ha entretenido mucho más que otra cosa. Me ha gustado mucho leerlo. Lo recomiendo al 100%.


Commenting «Later» book Written by Stephen King:

Jamie Conklin, the only child of a single mother, just wants to have a normal childhood. However, he was born with a supernatural ability that his mother urges him to keep secret, allowing him to see what no one else can and learn what the rest of the world doesn’t. When an NYPD inspector forces him to stop the latest attack by a killer who threatens to strike even from the grave, Jamie soon discovers that the price he must pay for his power may be too high.

«Later» is Stephen King in its purest form, a disturbing and emotional novel about lost innocence and the tests that must be overcome to differentiate good from evil.

This was one of the pending Stephen King books I had for all of 2022, literally. So, I decided to start it in the middle of December trying to finish it for the literary challenge but it couldn’t be. So, it has become the first book read in 2023 and I have to say that it has surprised me a lot, it has many details and combines several topics in the same book. At no point do you know where the story is going to take you, Jamie’s storytelling begins to captivate you in ways you don’t expect and overall pulls in more than anyone might expect.

One of the important topics that Stephen King maintains throughout the book is Jamie’s ability to see ghosts. The natural way in which he describes it is captivating, even innocent and disinterested. It is one of the focal points in which the story is forming. How he’s nine and experience things in not so mature way and how he gets more and more used to it as he gets older, you can even notice it in his way of recounting the events, you notice how he is maturing, just like his story. It combines very well with the appearance of the so-called «ignis fatuus» that we don’t know if it is a demon or just an apparition of some kind, that what it does is possess ghosts. It is a very interesting approximation, of course it wouldn’t come to my mind write about this. The author keeps it a secret throughout the book, besides, he doesn’t even resolve it at the end, which makes it even more attractive, so the reader can believe what he/she wants. And all this, combined with the corrupt police officer who is addicted to drugs after so many years transporting them. Combining these three things is not easy, yet he has done it once again.

The characters that appear as ghosts are really interesting, from the writer, to the guy who sets off bombs in buildings. As you read, you have no idea where he wants to go with these stories, which pushes you to want to read much more. Jamie’s mother is a very important character and quite protective, she shows very well that maternal part in which she tries to preserve the innocence of a child, in this case Jamie, knowing that what he tells her about ghosts is true, making the relationship between them closer. Being a single parent and only having each other, it gives you that feeling of belonging, that they both are capable of taking care of each other and that they don’t want anything to happen to them. As for the nameless «ignis fatuus» it seemed like a demon to me all the time, especially when Jamie tries to fight it to get out of the body of the ghost it possesses. It is quite curious because I have always read about demons that possess people but not ghosts, I don’t know if someone else has come to write about this but I found it really interesting and unprecedented. The whole issue of trying to combat evil and knowing that you have to balance it with good, has been one of the things that I have loved, it has been like a spell, but without being one. And well, not to mention the last death that Jamie witnesses, the last confession that left me completely surprised.

It has a very good context where everything is happening at a fairly good pace, you don’t get lost and it is not dense at all, it has been a book for me, easy to read as well as short, it has 244 pages. It has its intrigue and its action parts, where the author has not been in any hurry to take you through the situations. The issue of the corrupt Police officer, I thought it was a good topic to add, at first you think that it will not be part of the story but it keeps appearing and in the worst way. It has its bit macabre parts, but it’s not scary at all, at least, not for me, it was entertaining much more than anything else. I really liked reading it. I recommend it 100%.


Publicado en Reflexiones

Lo imposible

Los cuentos de hadas se han terminado, con la necesidad de obtener algo más, de transformarlo. Paso a paso, seguimos caminando, queriendo vernos pero sin poder coger el teléfono para hacer la llamada. Separados por el silencio, unidos por la tristeza. Evitamos los lugares donde sabemos que el otro va a estar, así dejamos que nuestro orgullo siga formando parte de un viaje a larga distancia, pretendiendo que no nos recordamos, pero sabiendo que lo hacemos siempre, a escondidas. Los recuerdos vuelven a placer, suelo rechazarlos para no volver a verte, tocarte, sentir tu piel junto a la mía, trato de ser fría y repetirme el por qué decidimos cortar caminos. Aunque nunca he podido evitar que terminara manteniéndote vivo en algún lugar dentro de mi pecho.

Sentimos la magia girar alrededor de nosotros, pero no existe, los dos estuvimos de acuerdo por ello, era una ilusión óptica, lejana, rota, que nos presionaba para tener expectativas vacías sobre cosas que ocurrirían que nunca iban a pasar, creyendo en lo imposible como una pareja de adolescentes embrujados por la falsa imagen de amor, sintiendo más que pensando hasta el punto de perdernos a nosotros mismos en el proceso. Podía ser excitante, incluso, atrayente al principio, pero nos iba rompiendo tanto que dejamos de conocernos, dejamos de hablarnos.

Sé que no podemos volver a cómo eran las cosas antes, sé que es un sueño que no puede volverse realidad por mucho que lo desee o que piense en ello, es algo que ni siquiera tiene mucho sentido. La distancia ya nos destrozó, las noches sin dormir, la preocupación constante, el querernos tanto para después odiarnos tanto. Nunca pensé que terminaríamos así, con mi cuerpo rechazándote y mi corazón aceptándote como un igual, quedando atrapada en movimiento. No podemos engañar al destino, la fe está sobrevalorada.

Hay días en los que me gustaría revivirlo todo, sin restricciones, sin ataduras, sin límites. No me importarían cuáles fueran las consecuencias, tampoco quién caería en el proceso, en quién nos convertiríamos, o en qué. Las cosas podrían volverse fáciles por una vez, que nuestra historia terminara bien, que nos siguiéramos hasta el fin de los tiempos, pero las cosas no suceden de esta forma, al menos, en mi experiencia. Por ello, hay otros días en los que prefiero olvidarte, no sentir lo que sentí, erradicar cualquier recuerdo que quede en mi memoria y no volver a saber de ti, ni siquiera querer que existieras, que creamos algo, que la magia en sí misma nos envolvió en su precioso halo.


The impossible:

Fairy tales are over, with the need to get something more, to transform it. Step by step, we continue walking, wanting to see each other but not being able to pick up the phone to make the call. Separated by silence, united by sadness. We avoid the places where we know the other is going to be, so we let our pride continue to be part of a long-distance journey. Pretending that we do not remember ourselves, but knowing that we always do, secretly. The memories return to pleasure, I usually reject them so as not to see you again, touch you, feel your skin next to mine, I try to be cold and repeat to myself why we decided to cut paths. Although I have never been able to stop it from ending up keeping you alive somewhere inside my chest.

We felt the magic revolve around us, but it does not exist, we both agreed on it, it was an optical illusion, distant, broken, that pressured us to have empty expectations about things that would happen that would never happen, believing in the impossible as a couple of teenagers compelled by the false image of love, feeling more than thinking to the point of losing ourselves in the process. It could be exciting, even, attractive at first, but it was breaking us so much that we stopped knowing each other, we stopped talking to each other.

I know we can’t go back to how things were before, I know it’s a dream that can’t come true no matter how much I want it or think about it, it’s something that doesn’t even make much sense. The distance has already destroyed us, the sleepless nights, the constant worry, we loved each other so much and then we hated each other so much too. I never thought we would end up like this, with my body rejecting you and my heart accepting you as an equal, getting caught in motion. We cannot deceive fate, faith is overrated.

There are days when I would like to relive everything, without restrictions, without ties, without limits. I wouldn’t care what the consequences were, who would fall in the process, who we would become, or what. Things could become easy for once, that our story ended well, that we followed each other until the end of time, But things don’t happen this way, at least in my experience. Therefore, there are other days when I prefer to forget you, not feel what I felt, eradicate any memory that remains in my head and never hear from you again, or even want you to exist, to believe something, that magic itself enveloped us in its precious halo.


Publicado en Relatos

Neblina:

Oigo que el suelo cruje en la sala de estar. Toda la casa, está a oscuras, solamente entra la luz de las farolas encendidas en la calle. La noche cae en silencio, no se oye ni un alma, sobre todo porque esta es la casa más alejada del pueblo. Otro crujido. No muevo ni un músculo, sigo mirando por la ventana, con cierta tristeza en la mirada, esperando que esos sigilosos pasos alcanzaran mi posición en la habitación, al fondo. Son las 03:00 am, he estado esperando esto desde hace unas horas.

La puerta, ya entreabierta como la había dejado, hace un ruido un tanto molesto mientras se abre suavemente. Los pasos se oyen más pesados. Sigo dándole la espalda a la puerta, sé quién es. Solo respiro hondo dos veces, todavía sintiendo esa decepción intensa que intentaba no permaneciera. Está dentro de la habitación, con un arma apuntándome. Sigo sin moverme. Sé que es peligroso y se lo estoy poniendo fácil quizá, pero quiero que sepa que lo sé, quiero que se digne a mirarme a la cara mientras ejecuta su plan.

En cuanto siento su cercanía, unos dos metros de mí, me giro con lentitud y le miro de frente, a los ojos. Su expresión cambia, su mirada se vuelve melancólica y agónica. No quiere hacerlo, pero debe hacerlo. Frente a frente, carga su arma, con decisión, con los ojos un tanto húmedos. Trata de estar concentrado, mientras le sigo mirando con fijeza, sin decir una palabra. Pero la mano que sujeta el arma empieza a temblar. Mira hacia abajo, tratando de mantenerse decidido, fuerte, pero nada de eso sucede en su interior ahora mismo, puedo verlo. Traga saliva, nervioso, impaciente. De repente, baja el arma y se seca los ojos con las manos, como si hubiese perdido el control. No dejo de observarle, con cariño, dulzura, templanza. Nunca supo lo que era el amor, estaba roto, sigue estando roto, pero conmigo pudo recuperar su dignidad.

-¡Joder! – exclama, desesperado, intentando aguantar las lágrimas – Por qué…

-Por favor, termina lo que has empezado – le digo, sabiendo que le va a doler más a él que a mí, pero no tengo otra alternativa si quiero evitar lo que puede que ocurra – No vaciles, o tu jefe se cabreará.

-¿Te ríes de mí? – se acercó, enfadado, mirándome con ira esta vez. No pude devolverle la mirada de esa forma, solo pude esbozar media sonrisa – ¿Por qué sonríes?

-Siempre te has comunicado así, con rabia contenida, te rebelas, te enfadas… Pero yo he visto la otra parte, he visto tu otro yo que no tiene nada que ver con este. Eres dulce, atento, detallista, te interesas por los demás, empático, cariñoso…

-¡Para, para! Yo no… yo no soy así.

-Crees que no eres así. Pero yo lo he visto – respondo con determinación, mientras nuestras miradas se encuentran – Por ello, siento esta decepción tan profunda ahora mismo, viendo sujetar un arma y apuntando a alguien a quién quieres. ¿Cuánto te han pagado esta vez?

-¡Cierra la boca! – exclamó, mientras me empujaba contra la ventana con la pistola apuntándome en la sien – No sabes nada…

Lo cierto es que sí lo sé. Pero sigue queriendo maltratarse, creer que no merece amor, ni nada bueno de la vida. No le gustan los cambios, no le gusta que otros vean quién es de verdad, qué tiene en su interior, se siente vulnerable y le supera. Por eso, cortó conmigo. Y volvió a su antigua vida, volvió a matar por dinero. Darvel se aparta de mí, mientras me mira con dulzura, esa que había estado escondiendo, cuando se da cuenta de que me hace daño. Empieza a caminar por la habitación, inquieto. No sabe qué hacer.

-Te han enviado a matarme porque te conozco, ¿no es así?

-No… no eh… Tú no les conoces, joder – responde, molesto – Lo siento.

-Observo lo que ocurre y parece bastante obvio, Darvel.

-Ellos te hubieran arrancado la piel a tiras, quería hacerlo yo para que fuese más rápido y no sufrieras – confesó, sin poder mirarme fijamente a los ojos -.

-Pero, ¿para qué volver allí? – pregunté casi en un susurro -.

Su teléfono sonó. Lo ignora, pero sigue sonando. Molesto, Darvel responde, no le queda mucho tiempo, debe terminar el trabajo. Levanta la mirada y vuelve a apuntarme con el arma, una preciosa Colt 1911 plateada. Estaba todo decidido al fin y al cabo, no hay más que hablar. Trago saliva y cierro los ojos, esperando a que el sacrificio tenga lugar.

-Lo siento. Lo siento mucho… – susurra Darvel, mientras le oigo sollozar -.

-No importa. Hazlo, lo comprendo – respondo, con voz dulce y tranquila, dejando que mis lágrimas resbalen por mis mejillas también – Te quiero.

Un ruido sordo suena por toda la casa, como un eco desorbitante. La bala impacta en el centro de mi frente, haciéndome abrir los ojos de par en par, cayendo al suelo de inmediato. La oscuridad envuelve mi cuerpo, mi mente y dejo de pensar, como si me desvaneciera poco a poco, mientras la sangre sigue derramándose sobre el suelo de madera. Ya no puedo oírle, no puedo oír nada. La oscuridad envuelve a Darvel desde este preciso momento, dejando claro a quién sirve.


Fog:

I hear the floor creaking in the living room. The whole house is dark, only the light of the lampposts lit in the street enters. The night falls into silence, not a soul is heard, especially since this is the furthest house from the village. Another crunch. I don’t move a muscle, I keep looking out the window, with a certain sadness in my eyes, waiting for those stealthy footsteps to reach my position in the room, in the background. It’s 03:00 am, I’ve been waiting for this for a few hours now.

The door, already ajar as I had left it, makes a somewhat annoying noise as it opens gently. The footsteps are heard heavier. I keep turning my back to the door, I know who he is. I only take a deep breath twice, still feeling that intense disappointment I was trying not to stay. He’s inside the room, with a gun pointed at me. I still don’t move. I know it’s dangerous and I’m making it easy for him perhaps, but I want him to know that I know, I want him to deign to look at me in the face while he executes his plan.

As soon as I feel his closeness, about two meters from me, I turn slowly and look at him straight in the eye. His expression changes, his gaze becomes melancholy and agony. He doesn’t want to do it, but he must. Face to face, he carries his weapon, decisively, his eyes somewhat moist. Trying to be focused, while I keep staring at him, without saying a word. But the hand holding the gun begins to tremble. He looks down, trying to stay determined, strong, but none of that happens inside him right now, I can see it. He swallows, nervous, impatient. Suddenly, he lowers the gun and wipes his eyes with his hands, as if he has lost control. I do not cease to observe him, with affection, sweetness, temperance. He never knew what love was, he was broken, he is still broken, but with me he was able to regain his dignity.

«Damn it!» He exclaims, desperate, trying to hold back the tears. «Why…»

«Please, finish what you’ve started,» I say, knowing it’s going to hurt him more than me, but I have no choice if I want to avoid what might happen, «Don’t hesitate, or your boss will get angry.»

«Are you laughing at me?» He comes closer, pissed off, looking at me with wrath this time. I couldn’t look back at him like that, I could only crack half a smile. «Why are you smiling?»

«You have always communicated like this, with restrained anger, with violence, rebelliousness… But I have seen the other part, I have seen your other self which has nothing to do with it. You are sweet, attentive, detailist, interested in others, empathetic, affectionate…

«Stop, stop it! I’m not… I’m not like that.»

«You think you’re not like that. But I’ve seen it» I respond with determination, as our eyes meet. «So I feel this deep disappointment right now, seeing a gun held and pointing at someone you love. How much they’ll pay you this time?»

«Shut up!» He exclaimes, as he pushes me against the window with the gun pointed at my temple. «You don’t know anything…»

The truth is that I do know. But he still wants to mistreat himself, to believe that he doesn’t deserve love, or anything good in life. He does not like changes, he does not like others to see who he really is, what he has inside, he feels vulnerable and surpasses him. That’s why he broke up with me. And he went back to his old life, he killed again for money. Darvel turns away from me, while looking at me sweetly, the feeling he had been hiding, when he realizes that he’s hurting me. He starts walking around the room, restless. He doesn’t know what to do.

«You’ve been sent to kill me because I know you, haven’t they?»

«No… No… You don’t know them, damn it,» he replies, annoyed. «I’m sorry.»

«I oberve what happens and it seems pretty obvious, Darvel.»

«They would have torn off your skin in strips, I wanted to do it so that it would be faster and you would not suffer,» he confessed, unable to stare into my eyes.

«But why go back there?» I asked almost in a whisper.

His phone rings. He ignores it, but it keeps ringing. Annoyed, Darvel replies, he doesn’t have much time left, he must finish the job. He looks up and points the gun at me again, a beautiful silver Colt 1911. Everything was decided after all, there is no more to talk about. I swallow and close my eyes, waiting for the sacrifice to take place.

«I am sorry. I’m so sorry,» Darvel whispers, as I hear him sobbing.

«Never mind. Do it, I get it.» I reply, in a sweet and calm voice, letting my tears slide down my cheeks too. «I love you.»

A thud rings throughout the house, like an exorbitant echo. The bullet hits the center of my forehead, causing me to open my eyes wide, falling to the ground immediately. The darkness envelops my body, my mind and I stop thinking, as if I faded, while the blood continues to spill on the wooden floor. I can’t hear him anymore, I can’t hear anything. Darkness envelops Darvel from this very moment, making it clear who he serves.


Publicado en Personajes

Noah: Perdiendo a un Hermano

Relato procedente: «DeterioradoEdad: 26 años.

Ciudad: Austin. Profesión: Guitarrista.

Descripción física:

Mi cabello es negro y corto, mis ojos son grises, tengo una tez pálida y soy bastante delgado, pero de complexión fuerte. Mis labios son finos. Suelo vestir con camisetas de leñador, las tengo de tantos colores que a veces olvido las que tengo, otras veces, suelo llevar alguna que otra sudadera cuando tengo más frío. Me gustan los pantalones vaqueros sobre todo, para mí son más cómodos que los de vestir, normalmente, rotos en la zona de la rodilla o la pantorrilla, les da un estilo más rockero porque también lo soy, Suelo llevar zapato cómodo, unos botines o unas converse, a veces, unas vans, pero de normal, lo primero.

Descripción de la personalidad:

Siempre he sido bastante serio y callado, puede que imponga un poco a primera vista. Me gusta aislarme, ponerme los cascos y dejar que el mundo deje de girar por un momento. He sido una persona bastante tranquila, me agrada el silencio, aunque no me incomoda estar con gente, lo que sí hago es ocuparme de mis asuntos sin compartirlos. No soy una persona muy confiada o que crea en los finales felices, creo que nunca lo he sido pero sí creo que los sueños pueden hacerse realidad.

Una infancia con compañía:

Fui el segundo hijo que mis padres trajeron al mundo, mi hermano Adam y yo nos llevábamos seis años de diferencia, podría decir que siempre estuve acompañado. Mis padres solían tener sus altibajos, discutían, a veces, demasiado y mi hermano solía llevarme al jardín para jugar a la pelota y distraerme o llevarme al parque para que dejara de quejarme de lo poco que hacíamos para divertirnos.

Adam siempre fue ese hermano al que admiras tanto que explotarías, quería ser como él. Quería su corte de pelo, negro como el mío y corto, quería sus ojos grisáceos con tonos azulados, quería su complexión, su ropa, su forma de caminar, incluso, quería ser igual de decidido con todo. Muchos dicen que el hermano rebelde suele ser el pequeño, esta vez, fue al contrario, Adam era el hermano rebelde, no se callaba, decía siempre lo que pensaba, sus explosiones de ira a veces preocupaban a mamá, o cuando se quedaba en su cuarto en silencio, algo que a papá le sacaba de quicio. Creo que siempre se preocupaban, porque no hablaba, no era capaz de sentarse con ellos y mantener una conversación, solía dejarlo todo e irse sin mediar palabra. No creía que fuera importante.

Adam siempre fue difícil, aunque conmigo se ablandaba un poco. Me miraba fijamente y me confesaba lo dolido que se sentía, o si necesitaba un abrazo o si había tenido un día duro. Me sentía más cercano a él que mis padres, lo agradecí secretamente.

Una adolescencia dura:

Mi hermano y yo nos distanciamos un poco en esta época, se empezaba a notar lo diferentes que éramos. Mientras que mi hermano tenía 22 años y ya había terminado el instituto y trabajaba en la tienda dos calles más abajo vendiendo chucherías y refrigerios, yo tenía 16 y aún estaba en el colegio, amargado, hundido y rechazado. Y sí, era un jodido raro que no hablaba con nadie y que cuando lo hacía se sentía fuera de lugar, arrepentido, distanciado. Deseé tener a Adam cerca para protegerme, los otros chavales solían tirarme los libros, insultarme y dejarme en ridículo sin razón aparente, solo para pasarlo bien. Estaba frustrado, a veces, deprimido.

Adam fingía muy bien, que no le importaba. Pero era el único que veía los moretones debajo de la camiseta cuando me la quitaba para ponerme el pijama. Casi nunca decía nada, pero a veces, le veía mirándome, preocupado. Volvía la vista hacia otro lado y seguía jugando a su videojuego, al fin y al cabo, era lo más importante. Compartíamos habitación y él no tenía planeado irse muy lejos, tampoco conseguir un trabajo mejor remunerado o tratar de ir a la Universidad, a él no le interesaban esas cosas.

Empecé a tocar la guitarra en estos tiempos, tenía los cascos puestos todo el día, no quería oír a nadie o que me oyeran. Tenía mi estilo, escuchaba mi música y ya está, eso era todo en mi vida, aspiraba a ser guitarrista. Adam seguía pareciendo indiferente, pero él fue quién me compró mi primera guitarra. Y él no era el típico chaval previsor que ahorraba por si algo pasaba, solía gastarse todo lo que tenía de una sentada. Y sí, a mis padres les preocupaba constantemente, sobre todo, cuando desaparecía.

Uniones:

Mientras Adam tuvo tantas novias como pudo, yo no estaba interesado y, a decir verdad, sigo sin estarlo. Era algo que siempre fastidió a mi hermano, es más, siempre traía a alguien para mí como si fuesen trozos de carne que pudiésemos repartir. Nuestros padres estaban a punto de divorciarse y todo se empezaba a desmoronar, yo estaba preocupado. Adam lo sabía. A diferencia de en mi etapa adolescente, mi hermano empezó a sentarse a mi lado a hablar, mientras yo ignoraba sus idas y venidas, porque lo que hacía fuera era algo que me hubiera gustado que jamás hubiera hecho o probado. Y sí, tonteaba con drogas si es lo que piensas, específicamente, heroína. Estaba tan enganchado que ni él podía imaginarse que sería su perdición unos años después.

Él se fue de casa, decidió independizarse, me invitaba cuando podía estar para mí. Aunque, estuvimos unos tres o cuatro años que no hablamos para nada en persona pero siempre le podía llamar si tenía un problema, porque acudía de inmediato. Por supuesto, no me contaba sus cosas, sus problemas eran cosa suya, ni siquiera mis padres supieron nada de nada por lo que el pasaba o llegó a pasar en algún momento mientras estuvo fuera, nunca habló de ello, ni siquiera cuando estuvo en el hospital en su lecho de muerte. Lo que sí sé es que cuando estuvo conmigo o incluso hablando por teléfono, jamás quiso mostrarme esa parte adicta, nunca le oí o vi borracho, drogado o fumado si era el caso, me respetaba y yo lo hacía también, siendo una forma de agradecérselo.

Mis padres se separaron, yo me quedé con mi madre. Nunca nos contaron que ocurrió realmente, yo estaba seguro de que no quería saberlo, Adam jamás preguntó. Siempre estuvo para mamá y para mí, a veces, nos traía comida o dinero, porque mamá no pasaba por buenas épocas económicamente hablando desde que papá se fue, Nos tuvimos. A veces, lejos. Otras veces, cerca. Pero de cierta forma, estábamos unidos.

La enfermedad de Adam:

Como dije antes, Adam era adicto. Lo supimos en la oficina del doctor cuando le llevamos de urgencia, dado que, se desmayó justo delante de nosotros mientras caminaba hacia el coche para volverse a casa. La heroína le había producido algunos fallos en sus órganos, no quise saber cuáles, mamá sí fue capaz de escucharlo pero yo desconecté en cuanto dije que a mi hermano no le quedaba mucho tiempo, que se estaba consumiendo.

Mi mente se sumió en agonía y arrepentimiento, de preguntas sin respuesta. Quise pasar más tiempo con él, debí decirle que le quería al menos una vez pero nosotros nunca nos decíamos eso, tuve que imaginarlo, debí haber notado algo diferente, quise haber actuado diferente para que todo volviese a revertirse y el médico no estuviera diciendo lo que fuera que dijo. Recuerdo haber salido a tomar el aire, que mi madre me dijo que Adam estaba en observación y que deberíamos ir a casa a descansar. No fui. Me quedé fuera de la habitación donde lo mantenían vigilado hasta el día siguiente. Era como si me faltase la respiración. Mamá llamó un par de veces pero ni siquiera oí la llamada, estaba consternado.

Lo peor de todo fue verle después del diagnóstico final, en la cama de hospital, en esa habitación que olía a enfermedad, con unas máquinas rodeándole, mientras Adam seguía postrado allí, inconsciente todavía. Esperaba que estuviera descansando. Iban a suministrarle algunos medicamentos para mantenerle hasta que llegase su momento. Cada vez que oía eso, mi mundo empezaba a girar, como una broma de mal gusto, como una engañifa que nadie creería. Tragaba saliva, tratando de no derrumbarme, de no llorar, mucho menos en frente de mamá, tampoco en frente de Adam, se reiría de mí en cuanto abriera los ojos. Eso me hizo sonreír.

Por supuesto, abrió los ojos. Y odió aquello. Quiso moverse, levantarse e irse de allí, desesperado, odiaba los hospitales, pero no podía. No podía ver eso, pero lo vi. Me di cuenta de la forma en la que miraba, esos ojos llenos de decepción mientras se cruzaban con los míos, suplicantes, rezando para mis adentros para que no se fuera a ninguna parte. No tuvimos que decir nada más. Tampoco lo hizo mamá, simplemente, le cuidó. Yo lo hice también. No había necesidad de comentar nada, sobre las drogas, el alcohol o lo que hizo a escondidas, tampoco las cosas que mantenía en secreto, no queríamos saberlo. Estaba bien.

Su muerte:

Supongo que describir la muerte de un ser querido al que has admirado y observado durante toda su vida, no es para nada fácil. Es una mierda. Literal. La agonía es tal que se te olvida ducharte, las tareas de casa, recoger la ropa del suelo, incluso, lavarla. Te vuelves una persona que jamás conociste antes, descubres cosas de ti mismo que ni sabías y sientes cosas que jamás creíste sentir. Por ello, su muerte fue tan importante. Porque sentí que me fui con él.

Mamá pidió a los médicos que le dieran a Adam el alta, estaba incómodo y prefería que falleciera en casa, con nosotros. No le quedaba mucho, quizá un par de días. Los médicos, por supuesto, aceptaron, de hecho, nos ayudaron con todo para mantenerle el mayor tiempo posible entre los vivos. Nuestro antiguo cuarto se convirtió en una pequeña sala de hospital, silenciosa y agónica. No me moví de la silla que estaba justo al lado de su cama, no quería hacerlo. Necesitaba más tiempo. Solo tenía 32 años, no merecía morir.

Despertaba de vez en cuanto, pero apenas decía gran cosa. Le cogía la mano, aunque decía que eso era de maricas, lloré a sus espaldas, grité cuando mamá no escuchaba, le hablé mientras creía que no podía escucharme. Por ello, nuestra última conversación fue tan dolorosa, porque trató aquello como si no fuese algo importante. Sabía que iba a irse, pero no quería hablar de ello, ni darle vueltas, no iba a dejarme, iba a estar conmigo siempre, en mi corazón. Pero, para mí no era suficiente. Supongo que esas son los tópicos más insensatos que nos solemos decir para darnos cierto confort, porque sigo aquí sin mi hermano y el vacío sigue siendo igual de grande o quizá más, ni siquiera he vuelto a reconocerme, tampoco a sonreír.

Estuve allí cuando la máquina que controlaba sus latidos empezó a pitar, mostrando una línea continua, diciéndome que su corazón ya se había parado y que no iba a volver a latir. Mi madre vino tan deprisa como pudo pero él ya no estaba, ni siquiera pudo despedirse. Aquello era injusto, de verdad que deseé haber sido yo quién ocupase su lugar, deseé el no tener que superar su pérdida, el no tener que llorarle, que echarle de menos, que escuchar sus discos favoritos y evitar gritar, el estar frustrado todo el tiempo. Quería evitar el dolor. Quería que cesara.

Un futuro sin Adam:

Por supuesto, no va a ser nada fácil sin él aquí. Pero sigo enviándole mensajes de voz de vez en cuando, sigo escuchando algunos de los que él me enviaba. He recogido todas las cosas de su piso, de hecho, ya ha sido alquilado por una pareja majísima que se instaló, como si los recuerdos de Adam se hubieran evaporado, siendo reemplazado tan fácilmente. Todas sus cosas están en cajas, dentro del armario que compartíamos, en nuestra habitación. Sigo quedándome sentado, mirando su cama, ahora vacía.

Me quedo con mamá en su casa, definitivamente, no podría irme ni aunque quisiera. No es el mejor momento para estar solo, ni ella ni yo. Va a ser duro, a veces, eso es lo único que sé con certeza.


Publicado en Recomendaciones

Comentando serie «Paradise City»:

Una controvertida banda de rock con vínculos con el ocultismo y los maestros que trabajan con ellos intentan mantener unida la dinámica familiar de la costa oeste en medio del caos de la industria cuando un secreto inquietante del cantante y una joven groupie llega a su puerta.

Hace un tiempo que tenía esta serie pendiente. De momento, solo tiene una temporada de ocho episodios, no tengo ni idea de si harán más pero me ha gustado. La principal razón por la que quería verla ha sido porque Andy Biersack cantante de «Black Veil Brides» es el personaje principal de la trama protagonizando a Johnny Davis, a mi parecer, más bien de lo que esperaba y con esa voz que no decepciona jamás. Es una de las bandas que aprecio y es un cantante que siempre está cerca de sus fans, escribe sus canciones desde su verdad y lo siente tanto que te llega a ti también, así que sí, no podía perdérmela.

Esta serie nos abre las puertas a cómo es la industria musical, en este caso, alrededor del rock. Nos enseña un poco los problemas que van surgiendo dentro de una banda, la conexión con los fans, la creación de las letras, las pérdidas, los constantes sacrificios, las uniones y rupturas que se producen entre ellos, los conciertos, los errores cometidos y los remordimientos. El principal grupo de rock que se muestra es «The Retlentless», el cantante es Johnny Davis, el cual, está pasando algunas dificultades con su pareja, tratando de mantener unida a su banda, enmendando errores cometidos con una joven de 18 años a la que dejó embarazada mientras trata de averiguar si es el padre o no, cómo consigue crear uno de los mejores álbumes de su carrera gracias a sentir su dolor y plasmarlo en las letras de las canciones y tratando de solucionar las cosas con su prometida, dado que, tuvo una aventura con uno de los miembros del grupo: Lily Mayflower.

Nos introduce a muchos personajes, sobre todo, los de las compañías discográficas, cómo funcionan los negocios entre ellos y cómo llevan a bandas a lo más alto para que triunfen, sorprendente. Te das cuenta de lo apasionados que estaban antes de empezar con el trabajo pesado y continuo, cómo les gustaba y sentían la música y lo poco que lo hacen en ese momento, cansados de ser necesitados, de estar contestando el teléfono a todas horas para resolver problemas de los demás y tratando de que todo encaje en sus horarios. Las historias de cada uno de los personajes son bastante crudas, interesantes y, sobre todo, reales. Diría que no te muestra solo la parte buena en la que un grupo triunfa, viaja por todo el mundo y tiene dinero, sino también las partes feas, de las que nadie quiere hablar, esas que son complicadas y a muchos no les dejarían dormir por las noches, esos remordimientos que carcomen y el tratar de volver a empezar.

Muestra muy bien durante el transcurso de los episodios cómo funciona una banda, las políticas internas y qué significa el echar a alguien del grupo por una decisión tomada que nada tiene que ver con nada, simplemente, tiene que ocurrir. Pasan por procesos de chantaje tanto emocional como económico para comprar su silencio, tratan de esconderse detrás de las cámaras, no explican lo que ocurre porque deben preocuparse por la imagen de la banda, deben saber cómo comportarse fuera para que no les afecte dentro. Nos deja echar un vistazo largo y amplio a lo que las drogas pueden interferir de forma negativa y tóxica a las relaciones, cómo pueden hacer que se cometen errores de los que no se puede volver atrás, cómo causan dolor y pérdida. Deja claros muchos puntos y perspectivas que no sueles ver en otras series, no de una forma violenta o fuera de contexto, sino todo lo contrario, suave y con buen ritmo, creo que sale muy buen y sigue un buen proceso.

Me han gustado varios personajes, pero los que elegiría serían Johnny Faust (Andy Biersack), Lily Mayflower (Jesse Sullivan), Vic Lakota (Booboo Stewart), Elias (Mark Boone Junior), Maya Drea de Matteo) y la banda «The Flux», diría algunos más pero para mí estos han sido los más interesantes. La serie la recomendaría en un 70%, es entretenida y si te gusta el rock o el heavy, puede que hasta te apasione y hagas algún que otro headbanging, para los que no les guste este tipo de música, puede que tampoco os guste el contenido. Os dejo por aquí el tráiler en inglés (no lo he encontrado subtitulado en inglés) y un par de vídeos más de «The Relentless» y «Black Veil Brides» con Andy Biersack.


Commenting «Paradise City» tv show:

A controversial rock band with ties to the occult and the teachers who work with them try to hold together the West Coast family dynamic amid the chaos of the industry when a disturbing secret from the singer and a young groupie arrives at their doorstep.

It’s been a while since I had this series pending. At the moment, it only has one season of eight episodes, I have no idea if they will do more but I liked it. The main reason I wanted to see it has been because Andy Biersack singer of «Black Veil Brides» is the main character of the plot starring Johnny Faust, in my opinion, better than I expected and with that voice that never disappoints. It’s one of the bands I appreciate and it’s a singer who is always close to his fans, writes his songs from his truth and feels it so much that it comes to you too, so yes, I couldn’t miss it.

This series opens the doors to what the music industry is like, in this case, around rock. It teaches us a little about the problems that arise within a band, the connection with the fans, the creation of the lyrics, the losses, the constant sacrifices, the unions and ruptures that occur between them, the concerts, the mistakes made and the regrets. The main rock group shown is «The Retlentless», the singer is Johnny Faust, who is going through some difficulties with his partner, trying to keep his band together, correcting mistakes made with an 18-year-old girl who got pregnant while trying to figure out if he is the father or not, how he manages to create one of the best albums of his career thanks to feeling his pain and canalizing it into the lyrics of the songs and trying to solve things with his fiancée, given that he had an affair with one of the members of the band: Lily Mayflower.

It introduces us to many characters, especially those of record companies, how business works with each other and how they take bands to the top to succeed, surprising. You realize how passionate they were before they started with the drudgery and continuous work, how they liked and felt music and how little they feel it at that moment, tired of being needed, to be answering the phone at all hours to solve problems of others and trying to make everything fit into their schedules. The stories of each of the characters are quite raw, interesting and, above all, real. I would say that it doesn’t just show you the good part where a band succeeds, travels around the world and has money, but also the ugly parts, which nobody wants to talk about, those that are complicated and many would not be allowed to sleep at night, those regrets that consume them away and trying to start over.

It shows very well during the course of the episodes how a band works, the internal policies and what it means to kick someone out of the band for a decision made that has nothing to do with anything, it just has to happen. They go through processes of both emotional and economic blackmail to buy their silence, they try to hide behind the cameras, they do not explain what happens because they must worry about the image of the band, they must know how to behave outside so that it does not affect them inside. It lets us take a long, broad look at how drugs can negatively and intoxically interfere with relationships, how they can cause mistakes to be made that you can’t turn back from, how they cause pain and loss. It makes clear many points and perspectives that you do not usually see in other series, not in a violent way or out of context, but quite the opposite, soft and with a good rhythm, I think it comes out very well and follows a good process.

I liked several characters, but the ones I would choose would be Johnny Faust (Andy Biersack), Lily Mayflower (Jesse Sullivan), Vic Lakota (Booboo Stewart), Elias (Mark Boone Junior), Maya (Drea de Matteo) and the band «The Flux», I would say some more but for me these have been the most interesting ones. I recommend it a 70%, it is entertaining and if you like rock or heavy, you may even be passionate and do some headbanging, for those who do not like this type of music, you may not like the content either. In the Spanish version, I left the «Paradise City» trailer in English, a song from «The Retlentless», another song from «The Flux» and one more from «Black Veil Brides» where you can see Andy Biersack singing.


Publicado en Reflexiones

«Ami. El Niño de las Estrellas»

Me recuerdo a mí misma sentada sobre la cama de mi hermano. Tenía cinco años. Era pequeñita, bastante inquieta y solo quería que me entretuviera con algo. Esa tarde, le estaba esperando desde hacía un rato, creo que era la única persona a la que ansiaba ver después del colegio, nunca lo supo porque no se lo dije.

Al entrar en su cuarto, me vio allí. Sonrió, supongo que me esperaba, como cada tarde. Él solía jugar al “Final Fantasy” y yo le veía jugar, acostada o sentada a su lado, me gustaba la historia y me entretenía verle. Pero esa tarde fue distinta. Esa tarde no quería enseñarme ningún videojuego, más bien una lección importante.

– No quiero que seas una inculta, como yo lo he sido – dijo, con palabras suaves hacia mí, pero sintiéndose un tanto molesto consigo mismo al pronunciarlas – Quiero que leas.

Le miré con extrañeza, sin decir nada. Sacó de la mochila los libros de clase y uno más pequeño salió disparado sin querer. Lo cogió y lo extendió hacia mí para que lo cogiera. Lo hice, mirando la portada con atención. “Ami. El Niño de las Estrellas”, pude leer en el título. No tenía ni idea de si iba a gustarme o de qué iba aquella historia pero si mi hermano quería que leyera, pues tendría que hacerlo.

Abrí el libro en ese momento, mientras Alex guardaba los libros de texto y las libretas del instituto en uno de los cajones, supongo que para no verlos durante el resto del fin de semana, no le gustaba hacer los deberes. De hecho, nunca los hacía. Se echó en la cama, justo a mi lado, mientras yo empezaba a leer ese libro que me había dado.

Lo único que podía oír de fondo, eran las batallas que estaba liderando Alex con su personaje, casi en último nivel. Estaba viciado hasta la médula. En mi caso, no podía dejar de leer la historia de ese niño solitario que siempre andaba cerca de la orilla del mar, paseaba a solas, no tenía amigos, no tenía a nadie con quién hablar, hasta que se encontró con otro niño, el cual, mucho después, le dijo que se llamaba Ami y que provenía de las estrellas. Había aterrizado su nave a unos metros de donde estaban, viajaba solo y tampoco tenía amigos. Ambos se sentaron en la arena y hablaron, como no hablaron con nadie más hasta ese momento. Rieron, y se contaron historias que no habían contado a nadie más y cómo se sentían en cuanto a ellas.

Me sorprendió que el pequeño Ami le preguntase al otro niño si le apetecía viajar con él para que le enseñara las estrellas. Este, le respondió que le encantaría pero que tendría que volver pronto para que su madre no se preocupase por él. Pero eso no era un problema, dijo Ami. Porque el tiempo en las estrellas funciona mucho más rápido que el de la Tierra y cuando vuelves, puede que solo hayan pasado un par de horas.

Así lo hicieron. Se lo pasaron muy bien juntos. Ami devolvió al niño a la playa donde se habían conocido y le dejó allí para volver con su viaje. Él no supo en ese momento si volvería a ver a Ami o no, pero sabía que ya le estaba echando de menos. Se habían hecho amigos, se habían contado historias y se imaginaba la cantidad de cosas que podrían hacer juntos allá arriba, en las estrellas. Le encantó formar parte de ello, pero era el momento de volver a casa.

Lo terminé. Terminé el libro en una tarde. Noté que tenía los ojos húmedos y que quería llorar. Me había emocionado. Me apenaba que Ami y su amigo no volvieran a estar juntos, aunque la historia dejara un final abierto donde ambos pudieran volver a verse. Alex sonrió al verme con los ojos llorosos y me preguntó si me había gustado. Yo solo le abracé, ¡claro que me había gustado!

Al día siguiente, volví a abrir el mismo libro y volví a leerlo. Lo hice durante unos meses, llegué a saberme la historia de memoria y esos personajes nunca se borraron de mi mente, siempre prevalecieron. Así que, después de un tiempo, Alex trajo otro libro. También lo leí. Entero, de un día para otro. También me hizo llorar. Sonreí. Me gustaba leer. Quería más historias.

Me fui a la cocina, mientras mi hermano seguía con sus videojuegos y la vi preparándome la merienda. Le estiré la camiseta y le dije que había algo que quería. Mamá me miró un tanto sorprendida, yo nunca pedía nada. Cuando nuestras miradas se encontraron, le dije que quería que me trajera un libro, que quería leer. Ella asintió con una sonrisa, al menos, no era nada descabellado. Le hice prometerlo. Quería tener un libro nuevo que leer esa misma tarde, porque ya había terminado el que Alex me trajo de la biblioteca de su instituto y no me apetecía volver a leer Ami.

Mi madre me dejó con mi hermano y salió. Recé porque volviera con un libro. Me senté en el sofá, impaciente pero inmóvil. Cuando mamá volvió, llevaba un libro en las manos. Mis ojos brillaron. Había salido a por mi libro. Pero no traía uno, sino dos. Una sonrisa se dibujó en mi cara y se ensanchaba cada vez más. Mi madre estaba contenta de que me gustaran, así que, me dejó allí sentada con uno de ellos en mis manos, ensimismada, perdiéndome en otra historia, fascinada por haber encontrado mi sitio.

Desde entonces, nunca he dejado de leer.


«Ami. The Kid from the Stars»

I remember myself sitting on my brother’s bed. I was five, tiny, quite restless and just wanting to get entertained with something. That afternoon, I had been waiting for him for a while, I think he was the only person I wanted to see after school, he never knew because I didn’t tell him.

Going into his room, he saw me there. He smiled, I suppose he was waiting for me, like every afternoon. He used to play “Final Fantasy” and I would watch him play, lying down or sitting next to him, I liked the story and it was fun to watch it. But that afternoon was different. That afternoon he didn’t want to show me any video game, rather an important lesson.

“I don’t want you to be uneducated, as I have been,” he said with soft words towards me, but feeling somewhat annoyed with himself while pronouncing them. “I want you to read.”

A strange look was shown throughout my face, saying nothing. He took the class books out of his backpack and a smaller one flew out by accident. He picked it up and extended it to me. I took it, looking at the cover carefully. «Ami. The Kid from the Stars,” I could read in the title. I had no idea if I was going to like it or what the story was about, but if my brother wanted me to read, then I would have to.

I opened the book at that moment, while Alex kept the school textbooks and notebooks in one of the drawers, I guess to don’t see them for the rest of the weekend, he didn’t like to do the homework. In fact, he never did. He layed down on the bed, right next to me, while I began to read that book he gave me.

The only thing I could hear in the background were the battles that Alex was leading with his character, almost at the last level. He was addicted. In my case, I couldn’t stop reading the story of that lonely kid who always walked near the seashore, walked alone, had no friends, had no one to talk to, until he met another kid, who much later, told him that his name was Ami and that he came from the stars. He had landed his ship a few meters from where they were, traveling alone and with no friends either. They both sat on the sand and talked, like they hadn’t talked to anyone else until that moment. They laughed, and told each other stories they hadn’t told anyone else and how they felt about them.

I was surprised when the small Ami asked the other kid if he wanted to travel with him to show him the stars. He replied that he would love it but that he would have to return soon so that his mother would not worry about him. But that wasn’t a problem, Ami said. Because time in the stars works much faster than on Earth and when you come back, it may only have passed a couple of hours.

So they did. They had a great time together. Ami returned the kid to the beach where they had met and left him there to return to his trip. He didn’t know at that moment if he would see Ami again or not, but he knew that he was already missing him. They had become friends, they had told each other stories and he imagined the many things they could do together up there, in the stars. He loved being a part of it, but it was time to go home.

I finished it. I finished the book in one afternoon. I noticed that my eyes were wet and that I wanted to cry. I had been excited. It saddened me that Ami and his friend would not get back together, even though the story left an open ending where they could see each other again. Alex smiled at me with teary eyes and asked if I liked it. I just hugged him, of course I liked it!

The next day, I reopened the same book and read it again. I did it for a few months, I got to know the story by heart and those characters never left my mind, they always prevailed. So after a while, Alex brought another book. I also read it. Whole, from one day to the next. It also made me cry. I smiled. I liked to read. I wanted more stories.

I went to the kitchen, while my brother continued with his video games, and I saw mum preparing my snack. I held out his shirt and told her there was something I wanted. Mom looked at me somewhat surprised, I never asked for anything. When our eyes met, I told her that I wanted her to bring me a book, that I wanted to read. She nodded with a smile, at least it wasn’t something unreasonable. I made her promise it. I wanted to have a new book to read that same afternoon, because I had already finished the one Alex brought me from his school library and I didn’t feel like reading Ami again.

My mother left me with my brother and went out. I prayed that she would come back with a book. I sat on the sofa, impatient but motionless. When mom returned, she had a book in her hands. My eyes sparkled. She was out for my book. But she did not bring one, but two. A smile spread across my face and it got wider and wider. My mother was happy that I liked them, so she left me sitting there with one of them in my hands, engrossed, losing myself in another story, fascinated by having found my place.

Since then, I have never stopped reading.


Publicado en Relatos

Deteriorado:

Cruzo la puerta de la habitación. Adam está acostado en la cama, lleva así varios meses, ni siquiera he contado cuántos. Deteriorándose cada vez más, ahora apenas habla o gesticula, solo existe porque aún respira. Me acerco a él, tiene los ojos cerrados, sudor alrededor de su cara y los labios secos. Me siento a su lado, en la silla que mamá dejó cerca desde que lo trajeron del hospital para que pasara sus últimos momentos con nosotros.

Observo a mi hermano. Mi hermano mayor, el fuerte, el que siempre me sacaba de las peleas en el colegio, el que me recogía y me llevaba a casa, salía con todas las chicas que podía y decía tacos. Seguía sin creerme que algo así pudiera pasarle a él, había sobrevivido a una novia loca, a la adicción a las drogas, al alcohol y a muchas más cosas que quizá no me ha contado. Siempre criticado, siempre absorto en sus dramas, ha preocupado a mamá más de lo que la he preocupado yo. Pero ha estado ahí, a una llamada de distancia, a un mensaje.

Le cojo la mano, sintiendo los ojos húmedos. Noto la sequedad en sus dedos, su tez está más pálida que nunca. Dejo caer mi cabeza hacia delante, tocando la cama. Me da igual que esté dormido, me da la sensación de que tengo muy poco tiempo. No puedo apartarme de él, como Adam no se ha apartado de mí.

– No seas marica… – oigo decirle en un susurro – Deja de lloriquear.

– Pensaba que estabas dormido…

– Lo estaba, supongo. Me has despertado, enano – sonríe. Le devuelvo una sonrisa queda, tratando de no parecer triste – Venga hombre, cambia esa cara de culo. No es que me vaya a ir muy lejos.

– Adam…

– No me tengas pena, es molesto.

– No te tengo pena… – paro en seco un momento para reflexionarlo y hasta llego a enfadarme un poco – Bueno, y qué si la tengo. Mi hermano va a morir.

– No es que tenga mucho valor para el mundo. Déjalo estar, no estés triste por mí.

– Pues lo estoy – respondo, con mi voz rompiéndose en la última palabra -.

Adam me arremolina el cabello con la mano que tiene libre y una media sonrisa se dibuja en su rostro. Una media sonrisa que me hace echarle aún más de menos que cuando no esté con nosotros. Trago saliva al recordarlo. No va a estar nunca más. Le miro fijamente, pero es una mirada penetrante, seria, volviendo a la realidad de lo que ocurre. Me devuelve la mirada, como si me hablara.

-No me voy a ir, ¿vale?

-Sí, sí lo harás – respondo, todavía con voz seria – Y será como si jamás hubieras existido, te esfumarás. Y ya no estarás aquí, no estarás a una llamada de teléfono.

-Pero estaré contigo. Aquí, tío – se toca el pecho con la mano, mientras tose. Cierro los ojos con fuerza por un momento, sé que no le queda mucho tiempo – No me perderás. Lo prometo.

-Esto es una mierda – pongo ambas mano sobre mi cara, tratando de aguantar las lágrimas – No deberías ser tú.

Me levanto de la silla para abrazarle. No puedo contenerlo más, simplemente, empiezo a dejar ir las lágrimas que estaba reteniendo. Sus brazos me envuelven tanto y tan fuerte que creo que el aire deja de entrar en mis pulmones, pero no le suelto. No podría dejar de hacerlo aunque quisiera, mientras me repetía “no te vayas, por favor. Te necesito.” Porque así fue, y así ha sido durante mucho tiempo.

Siempre hemos sido Adam y Noah. Hermano mayor y hermano pequeño. Mis padres no nos entendían muy bien, tampoco por qué dos chicos como nosotros que éramos tan diferentes podíamos salvarnos el culo tantas veces y odiarnos a la misma vez, por qué nos repelíamos y nos uníamos como imanes minutos después. Éramos tan incompatibles, pero a la vez tan compatibles.

Oigo la máquina de mi izquierda empezar a pitar, siento a Adam debajo de mí revolverse, así que me aparto de inmediato. Miro la pantalla y solo veo una línea continua. Le miro otra vez. Me pongo las manos en la cabeza mientras las lágrimas siguen saliendo de mis ojos sin parar. Ha dejado de respirar.

Mamá llega a la cama, le zarandea, grita su nombre. Adam no responde. Se ha ido. Cae sobre su cuerpo inerte, con la máquina todavía pitando ruidosamente, llorando sin parar, desgarrada de dolor. Salgo corriendo de allí. No sé a dónde voy, quizá solo necesito salir, solo necesito aire. Abro la puerta principal y salgo al jardín. Caigo de rodillas y grito como nunca antes lo he hecho. Sintiendo mi vida irse con Adam.


Fading:

I cross the door of the room. Adam is lying in bed, he’s been like this for several months, I haven’t even counted how many. Deteriorating more and more, now he hardly speaks or gestures, he only exists because he is still breathing. I move closer to him, his eyes closed, sweat around his face and dry lips. I sit next to him, in the chair Mom left nearby since they brought him home from the hospital to spend his last moments with us.

I look at my brother. My older brother, the strong one, the one who always got me out of fights at school, the one who picked me up and brought me home, hanged up with all the girls he could and said curse words. I still didn’t believe that something like this could happen to him, he had survived a crazy girlfriend, addiction to drugs, alcohol and many other things that perhaps he has not told me. Always criticized, always absorbed in his dramas, he has worried Mom more than I have. But it’s been there, a phone call away, a message away.

I take his hand, feeling my eyes wet. I feel the dryness in his fingers, his complexion paler than ever. I drop my head forward, touching the bed. I don’t care if he’s asleep, it gives me the feeling that I don’t have much time. I can’t get away from him, just as Adam hasn’t gotten away from me.

“Don’t be a poofy…” I hear him say in a whisper. “Stop whining.”

“I thought you were asleep…”

“I was, I guess. You woke me up, dwarf.” He smiles. I smile back at him, trying not to look sad. “Come on man, change that ass face. It’s not like I’m going very far.”

“Adam…”

“Don’t feel sorry for me, it’s annoying.”

“I don’t feel sorry for you…” I stop short for a moment to reflect on it and even getting a little bit angry. “Well, what if I have. My brother is going to die.”

“I’m not so valuable to the world. Let it be, don’t be sad for me.”

«Well, I am,» I reply with my voice breaking on the last word.

Adam swirls my hair with his free hand and a half smile spreads across his face. A half smile that makes me miss him even more than when he dies. I swallow hard at the memory. He will never be here again. I stare at him, but it’s a piercing, serious look, coming back to the reality of what’s happening. He looks back at me, as if his eyes are speaking to me.

“I’m not leaving, okay?”

“Yes, you will.” I answer, still with a serious voice. “And it will be as if you never existed, you will vanish. And you won’t be here anymore, you won’t be a phone call away.”

“But I’ll be with you. Here, man.” He touches his chest with his hand, while he coughs. I squeeze my eyes shut for a moment, I know he doesn’t have much time left. “You won’t lose me. I promise.”

“This is bullshit.” I put both hands on my face, trying to hold back the tears. “It shouldn’t be you.”

I get up from the chair to hug him. I can’t hold it in anymore, I just start to let go of the tears I’ve been holding back. His arms wrap around me so tightly that I think the air stops entering my lungs, but I don’t let him go. I couldn’t stop doing it even if I wanted to, while I repeat to myself “Don’t go, please. I need you.» Because so it was, and so it has been for a long time.

We have always been Adam and Noah. The big and little brother. My parents didn’t understand us very well, nor why two boys like us who were so different could save our asses so many times and hate each other at the same time, why we repelled each other and bonded like magnets minutes later. We were so incompatible, but at the same time so compatible.

I hear the machine on my left start to beep, feel Adam below me stir, so I jump out of the way. I look at the screen and I only see a continuous line. I look at him again. I put my hands on my head as the tears keep pouring out of my eyes non-stop. He has stopped breathing.

Mom reaches the bed, shakes him, calls out his name. Adam doesn’t answer. He’s gone. She falls onto his limp body, the machine still beeping loudly, crying non-stop, racked with pain. I run out of there. I don’t know where I’m going, maybe I just need to get out, I just need some air. I open the front door and go out into the garden. I fall to my knees and scream like I never have before. Feeling my life go with Adam.