Publicado en Relatos

En Silencio:

Lo que piensas no lo dejas salir, lo reprimes, lo silencias, prohíbes a tus palabras mostrarse como realmente son, te adaptas y sigues caminando para que nadie se dé cuenta aunque estés tan incómoda que no puedas permanecer quieta en tu silla, mientras miras a tu familia montar el árbol de Navidad, mientras esperáis la cena. No querías ir. No porque no quieras verlos o no les quieras, simplemente, no querías ir, no había otra razón, pero no lo dijiste cuando tu madre llamó, seguro que te hubiera hecho mil preguntas y tú odias las preguntas.

Al llegar a casa de tus padres con el coche, suspiraste. Te traía muchos recuerdos, algunos de los que no te ha gustado ni pensar normalmente, aunque a veces, aparezcan cuando menos te lo esperas. Necesitaste de un par de minutos para salir del coche, asearte un poco el vestido y recomponerte, te abrumaba estar allí, sabías que tus hermanos estaban allí porque sus coches estaban junto al tuyo. Notabas tu respiración más entrecortada pero sabías que eran los nervios, alargaste el brazo y llamaste al timbre. Abrió tu madre, como siempre, sabías que tu padre estaba muy ocupado mirando el partido y tomándose unas cervezas antes de poner el árbol y cenar, pero trataste de que no se notara tu fastidio, saludándola con un abrazo, aunque nunca te había hecho mucha gracia ese contacto. Al «cómo estás» educado, le siguió un «estás guapísima, aunque el vestido es un poco corto, ¿no?», como era de esperar, pero seguiste adelante hacia el salón donde estaban todos.

Greg, Eddie, Martha y Greta, reían sobre una tontería que suponías que Greg había dicho, el hermano mayor de todos. Se giraron hacia ti y se te quedaron mirando, mientras sonreías como una idiota, se te daba bien fingir las sonrisas pero eso no significaba que lo disfrutaras. Te sentaste en el sofá, mientras tu madre iba a comprobar cómo seguía la cena y ahí seguías, ¿verdad? Observándoles. Nunca entendiste su relación. Siempre estaban unidos pero, de algún modo, algo se rompió entre tú y ellos, algo no encajaba y te fuiste antes que ellos, tuviste un ritmo de vida precipitado, definitivo, algo que ellos no entendieron. Eres la oveja negra y siempre te has sentido así. Tu padre mira la televisión, empanado, ni siquiera se ha girado a mirarte, no es que le importes mucho, ¿no? El alcohol siempre fue su máximo aliado, no supo cómo tratar a tu madre y tampoco a ti. El recuerdo te hace tragar saliva y mirar al frente, fingiendo sonreír a tus hermanos y tratando de no aguar la fiesta.

Tu madre aparece, por fin. Os sentáis todos a cenar y los villancicos suenan en un pequeño tocadiscos. Tu madre y ese cacharro siempre han sido inseparables pero a ti nunca te ha gustado, aunque sale de tu boca la frase «pues a mí me encanta», refiriéndote a él, haciendo feliz a tu madre y recibiendo la mirada inquisitiva de tus hermanos, los cuales, empiezan a preguntar qué es de tu vida. Surfeas entre el «no hay nada importante que contar» y el «todo está igual que siempre» mientras recuerdas la tercera cita con Eric, un chico apuesto, caballeroso y que te llevó a casa con un Rolls Royce increíblemente elegante y cómodo, el beso en la puerta de tu casa y cerrándola tras de ti decidiendo que no volverías a verle, no estabas preparada y quizá estabas mejor sola, te encantaba tener tu espacio. ¿Qué le dijiste a tus padres? Que preferías no desvelar demasiado, que tu chico era muy tímido y que esperabas prometerte muy pronto, era horrible no poder contar nada, ¿verdad? No lo entenderían.

Eddie empieza a hablar de la nueva casa que se ha comprado, de sus nuevos proyectos en su empresa, del coche que quiere comprarse y del embarazo de su mujer, ya van seis meses. Martha es una periodista a la que le reconocen muchos trabajos, cada vez le dan más responsabilidades y hace, de alguna manera, que sea la luz de los ojos de vuestros padres. Greg no dejó de hablar de su taller de coches, de las reformas que iba a hacer y de cuánto dinero había ganado en Las Vegas esta última semana. Greta, tu hermana pequeña, hablaba de lo bien que le iba en la Universidad, de las notas tan altas que estaba sacando y todas las actividades extracurriculares a las que se había apuntado, le interesaba casi todo. Les observas y, obviamente, ves que no encajas, sientes que no eres parte de nada de eso, que esa conversación es un eco ajeno, alejado de ti. No te apetece comer más, pero te lo terminas, no quieres que tu madre piense que comes menos o que no te gusta lo que ha preparado. Tus hermanos son unos glotones, ellos no hace falta que queden bien.

Os sentáis en el sofá tras la cena a charlar un rato más, mientras tú sigues en silencio, no hay mucho más que decir. Asientes con la cabeza, tratas de parecer interesada y por educación haces un par de preguntas o tres más para dar a entender que te diviertes, intentando controlar tus ganas de salir huyendo de allí, nunca fuiste feliz y te forzaron a irte. Tu padre con los problemas con la bebida, tu madre siempre estaba amargada y enfadada, Greg tuvo épocas oscuras con las drogas y no parecía él mismo, Eddie siempre hacía su vida fuera pero se metía mucho contigo, te hacía bromas pesadas y te repetía al oído que no eras su hermana, que estaba seguro de que eras adoptada, seguido de una risa estridente. Martha era la más querida, casi la preferida de todos y la que no veía el problema de tu padre como un problema, ella simplemente, pasaba de todo. Greta se escondía cada vez que oía una discusión, a veces, en el armario o debajo de la cama, emitía grititos desesperados necesitando que callaran, mientras tú te ponías música a todo volumen para no escucharles, era una casa de locos. Y todo volvió a ti en ese momento, en ese instante sentados en el sofá, como si nunca hubiera pasado.

Con una sonrisa queda, te excusas diciendo que mañana tienes que ir a la oficina a trabajar, cuando sabes que tienes el día libre en la tienda a dos manzanas del piso que tienes alquilado y en la que estás de dependienta, cuando le has dicho a tus padres que eres redactora de una revista no muy conocida pero que te pagan genial. Tu madre te acompaña hasta la puerta, te sonríe a la vez que te da unos bombones y se despide con un abrazo. Un «adiós» casi inaudible sale de tu boca, sin mayor importancia, la puerta ya se había cerrado y ella ya había vuelto con tus hermanos. Ya podías volver a la realidad, a tu realidad, a esa que no sale a la superficie, a la que te aleja de esa casa, de sus palabras y de los gritos. Te alegrabas de volver a tu hogar, aunque no tuviera agua caliente, se podía sentir el silencio y la paz.


In the Silence:

What you think you do not let it out, you repress it, you silence it, you forbid your words to show themselves as they really are, you adapt and you keep walking so that no one notices even if you are so uncomfortable that you can not remain still in your chair, while watching your family ride the Christmas tree, while you wait for dinner. You didn’t want to go. Not because you don’t want to see them or you don’t love them, you just didn’t want to go, there was no other reason, but you didn’t say it when your mother called, You’re sure she would have asked you a thousand questions and you hate questions.

When you got to your parents’ house with the car, you sighed. It brought back many memories, some of which you did not like or think normally, although sometimes, they appear when you least expect it. You needed a couple of minutes to get out of the car, wash your dress a little and recompose yourself, you were overwhelmed to be there, you knew your brothers were there because their cars were next to yours. You noticed your breathing more choppy but you knew it was the nerves, you lengthened your arm and called the bell. Your mother opened, as always, you knew that your father was very busy watching the game and having a few beers before putting the tree and having dinner, but you tried not to show your annoyance, greeting her with a hug, although you had never been very amused by that contact. The polite «how are you?» followed by a «you are beautiful, although the dress is a bit short, isn’t it?», as expected, but you kept going to the living room where everyone else was.

Greg, Eddie, Martha, and Greta were laughing at a nonsense you assumed Greg had said, everyone’s older brother. They turned to you and stared at you, while you smiled like an idiot, you were good at faking smiles but that didn’t mean you enjoyed it. You sat on the couch, while your mother went to check how dinner went and there you are now, right? Watching them. You never understood their relationship. They were always united but, somehow, something broke between you and them, something did not fit and you left before them, you had a precipitous, definitive rhythm of life, something that they did not understand. You are the black sheep and you have always felt that way. Your father watches TV, distracted, he hasn’t even turned to look at you, not that he cares much, right? Alcohol was always his greatest ally, he didn’t know how to treat your mother and neither to you. The memory makes you swallow saliva and look ahead, pretending to smile at your siblings and trying not to put the mood down.

Your mother appears, at last. You all sit down to dinner and the carols play on a small record player. Your mother and that pot have always been inseparable but you have never liked it, although the phrase «well, I love it» comes out of your mouth, referring to it, making your mother happy and receiving the inquisitive look of your brothers, who begin to ask what about your life. You surf between the «there is nothing important to tell» and the «everything is the same as always» as you remember the third date with Eric, a handsome, gentlemanly boy who took you home with an incredibly elegant and comfortable Rolls Royce, the kiss on the door of your house and closing it behind you deciding that you would not see him again, you were not prepared and maybe you were better off alone, you loved having your space. What did you say to your parents? That you preferred not to reveal too much, that your guy was very shy and that you hoped to get promised very soon, it was horrible not to be able to tell anything, right? They wouldn’t understand.

Eddie begins to talk about the new house he has bought, his new projects in his company, the car he wants to buy and his wife’s pregnancy, six months have passed. Martha is a journalist who is recognized by many jobs, each time she is given more responsibilities and makes, in some way, the light of your parents’ eyes. Greg didn’t stop talking about his car shop, the renovations he was going to do and how much money he had made in Las Vegas this past week. Greta, your little sister, talked about how well she was doing in college, the high grades she was getting and all the extracurricular activities she had signed up for, she was interested in almost everything. You observe them and, obviously, you see that you do not fit in, you feel that you are not part of any of that, that that conversation is an alien echo, away from you. You don’t feel like eating more, but you finish it, you don’t want your mother to think that you eat less or that you don’t like what she has prepared. Your brothers are gluttons, they don’t need to look good in front of them.

You sit on the sofa after dinner to chat for a while longer, while you continue in silence, there is not much more to say. You nod your head, you try to look interested and by politeness you ask a couple of questions or three more to imply that you have fun, trying to control your desire to run away from there, you were never happy and you were forced to leave. Your father with drinking problems, your mother was always bitter and angry, Greg had dark times with drugs and didn’t look like himself, Eddie always made his life out but messed with you a lot, made heavy jokes and repeated in your ear that you were not his sister, that he was sure you were adopted, followed by a raucous laugh. Martha was the most beloved, almost everyone’s favorite and the one who did not see your father’s problem as a problem, she simply didn’t care of anything. Greta hid every time she heard an argument, sometimes in the closet or under the bed, she emitted desperate screams needing them to shut up, while you played loud music so as not to listen to them, it was a crazy house. And everything came back to you in that moment, in that instant sitting on the sofa, as if it never had happened.

With a gentle smile, you excuse yourself saying that tomorrow you have to go to the office to work, when you know that you have the day off in the store two blocks from the apartment you have rented and in which you are a clerk, when you have told your parents that you are an editor of a magazine not well known but that they pay you great. Your mother accompanies you to the door, smiles at you while giving you some chocolates and says goodbye with a hug. An almost inaudible «goodbye» comes out of your mouth, without much importance, the door had already closed and she had already returned with your brothers. You could already return to reality, to your reality, to that which does not come to the surface, to the one that takes you away from that house, from its words and from the screams. You were happy to return home, even if you didn’t have hot water, you could feel the silence and peace.


Publicado en Personajes

Nessa: Hermana Querida

Relato procedente: «La Llamada«. Edad: 15 años.

Ciudad: Belfast. Profesión: Estudiante.

Descripción física:

Mi cabello es bastante corto, aunque la zona del flequillo es algo más largo y me gusta llevarlo un poco deshecho, creo que es como me queda mejor, es de color castaño-rojizo y suele ser bastante fácil de llevar. Mis ojos son de un tono azul oscuro y mis labios gruesos, normalmente pintados de color rosa pálido. Mi piel es muy blanca, tengo pecas en el puente de la nariz y sobre mis pómulos, siempre he sido una chica delgada y suelo vestir con unos vaqueros y cualquier camiseta es suficiente para ir al colegio, nunca he ido a la moda o he escapado de ella, mi madre me compra lo que le apetece, lo veo solo como ropa y nada más.

Descripción de la personalidad:

Quizá soy más madura de lo que dicen, de hecho, incluso físicamente puedo parecerlo. Soy una persona bastante seria, me gusta estar en silencio aunque tampoco me desagrada el bullicio, soy selectiva con amistades y gustos y sé lo que me va bien. La sencillez creo que es una de las cosas que me define, me paso la mayor parte del tiempo que tengo libre leyendo, soy alguien muy curiosa. No hablo mucho pero me encanta observar a mi alrededor para adaptarme a lo que veo y escuchar a otros hablar, siempre bromeo con eso de que las voces de los demás me relajan, aunque lo que más me gusta es olvidar lo que me han contado al día siguiente, ese es mi gran secreto a la hora de salvaguardar las intimidades ajenas.

Niños traviesos:

Sí, supongo que Eddie y yo siempre lo fuimos. Le encantaba ir detrás de mí con un palo, con una máscara terrorífica puesta en la cara para asustarme y recuerdo gritar en el jardín hasta quedarme sin voz. Odiaba reconocerlo pero me gustaba que mi hermano me prestara atención, aunque siempre fuera haciéndome putadas. Le gustaba torturarme con cosas que no habían ni ocurrido, yo siempre fui una niña muy crédula. Mis padres iban detrás de él para que hiciera los deberes y detrás de mí para que hiciera el favor de sentarme bien en la silla para comer. ¿Adivináis qué? Nunca hacíamos caso. Cada noche a la hora de cenar, nos peleábamos por algo diferente y un «te odio» salía de mi boca sin siquiera pensar mucho en ello, Eddie reía y se iba a la cama sin terminarse la cena, mientras mamá fregaba los platos y se quejaba por la mala relación que teníamos a regañadientes.

Eso es algo que mamá siempre ha tenido. Dentro de ella, todo se veía oscuro, incluso fuera, pero no era capaz de decirlo en voz alta o arreglarlo, susurrar era su mejor método para solucionar un problema. Mi padre era de esos hombres que son adictos al trabajo y que llegan por la noche cuando los niños ya están dormidos para darle un beso en la frente de buenas noches para no sentirse mal por no haber estado. Por lo que, teníamos más a mamá y con ella seguíamos gritando y corriendo por el salón, peleándonos, siempre había una excusa o motivo para ello.

La conexión:

Quizá empezó aquella noche, en el granero del vecino. Como dije antes, Eddie y yo éramos muy traviesos y bastante cotillas, nos gustaba meternos en casas ajenas, sí señor y nos gustaba más que nada en el mundo, pelearnos por cualquier tontería en cualquiera en la que estuviéramos aunque el peligro se hiciera presente. Por alguna razón, yo salí corriendo de allí, supongo que hizo una de sus bromas pesadas y me asusté, tanto que no pude parar hasta llegar a la puerta de casa, de hecho, decidí esperarle en las escaleras, y ni siquiera sé por qué le esperé, teníamos una especie de amor-odio muy raro, me quería asegurar de que no se quedaba allí o le pillaban.

Recuerdo haber oído su voz en mi cabeza, tras unos segundos de esperarle. Sonaba como: «Me he quedado atascado, Nessa. Venga, ven y ayúdame». Me sentí tentada, pero supuse que eran imaginaciones mías porque empezaba a estar preocupada, tardaba demasiado en volver. Pero siguió diciendo: «vamos, no seas rencorosa. Pero si estás muy mona enfadada, eres mi hermanita favorita. Ven a ayudarme, vamos». Un tintineo sonó después de eso, era como si me arrastrara otra vez hacia ese granero, donde vi a Eddie con la pierna doblada. No sabía lo que había hecho o dónde se había metido pero supe que tenía que sacarle de allí. Le ayudé a salir, nos miramos por unos segundos a los ojos, muy intensamente y no volvimos a hablar de ello. Fue extraño. Muy extraño. Quise sacar el tema días después pero no quiso comentarme nada.

Pero una tarde, me oyó llorar desde mi habitación. Llamó a la puerta, abrió e hizo una broma estúpida sobre mi pelo, la cual, no escuché, seguía sumida en mi día de mierda. Le recuerdo acercándome a él, algo bastante raro porque no solía ser amable conmigo en ningún aspecto, y me dio un beso en la frente mientras decía: «¿sabes que nosotros tenemos una conexión tan fuerte que nos oímos a kilómetros? Siempre nos unirá eso, pase lo que pase, y es más fuerte que las conexiones que tienen los gemelos, no son nada en comparación. Somos fuertes, tú eres fuerte». No sé por qué pero esa tontería de frase, me hizo sonreír. Pero, como siempre, esa misma noche nos acabamos peleando por un trozo de pan a la hora de la cena, le encantaba torturarme.

La llamada:

Fuimos creciendo ambos, mientras Eddie se distanciaba más. Empezó en el ejército y casi no llamaba, tampoco enviaba cartas y, mucho menos, nos visitaba. Estaba lejos, supongo y estaría ocupado, y yo estaba enfadada de que fuera así porque la casa estaba muy silenciosa. De cierta manera, echaba de menos a mi hermano y odiaba reconocerlo, no entendía por qué ocurría si había sido siempre horrible conmigo, casi había rezado para que se fuese pronto pero, muy dentro de mí, sabía que algo nos unía de alguna manera.

Llevaba un par de años sin saber de él, fue duro, raro, un poco extraño pero todos seguíamos nuestra rutina y yo, como cada tarde, tenía que hacer los deberes, mientras mamá hacía unos recados y papá seguía en el trabajo. Pude oír su voz pidiéndome ayuda, varias veces. La reconocí al instante. Pero no venía de ningún lugar de la casa, venía de fuera, venía del bosque del que mi madre me había prohibido por completo entrar o husmear. Ese bosque fue justo en el que más nos estirábamos de los pelos Eddie y yo, ese claro era casi nuestro lugar favorito. Tras cada pelea, nos sentábamos a ver el anochecer, a veces, en silencio, otras veces, hablábamos de tonterías que ni venían a cuento.

Siguiendo su voz y el tintineo, tal como ocurrió en el granero la primera vez, le encontré apoyado a un árbol en ese mismo claro, con una herida enorme en la zona baja del estómago, había un montón de sangre y yo no sabía qué hacer. Me había quedado petrificada, pero él me miraba de cierta manera, de una forma que no me había mirado nunca, puede que fuera ternura o cariño, tratándome como su hermana, sin desprecio, sin pelea, con una voz suave, casi tenue y muy cálida conmigo. Y nunca lo había sido conmigo, ni una sola vez había sido amable y, si lo había sido, había algo detrás de ello, una broma pesada o un insulto enmascarado. Pero esa vez, no ocurrió nada de eso, era como si se estuviera despidiendo. Dijo que estaba orgulloso de mí. No podría olvidar esas palabras ni aunque quisiera, tampoco su rostro mientras su vida se disipaba y, mucho menos, olvidaría lo que escribió en la carta, como si supiera de alguna forma, que iba a morir esa noche.

La carta:

Vamos a dejar claro por un momento el hecho de que Eddie nunca, jamás, hablaba sobre sus sentimientos y menos a mí. A veces, pensaba que no sabía cómo demostrarlo pero sí lo hacía sin decirlo. Quería llamar mi atención con cada pelea, quería decir «te quiero» tras cada insulto, nunca había sabido cómo transformar esa rabia que sentía dentro en algo bueno que pudiera transmitirme, así que, lo hacía siendo molesto para que nunca dejara de recordarle, si era un poco malo, seguro que acababa dejando huella en mí, seguro que me volvía dura y fuerte.

Decía que éramos más parecidos de lo que creía, que siempre lo supo y que moriría sabiéndolo. Decía que venía cada noche a mi habitación a darme un beso en la frente, le encantaba verme dormir mientras él pasaba otro duro golpe de insomnio y contaba las horas para volver a meterse conmigo. Sabía que era una forma un tanto retorcida de demostrarme su cariño como hermano mayor, pero también le hacía gracia mi ceño fruncido cuando me enfadaba y mi nariz arrugada, cómo cruzaba los brazos y le miraba con desprecio, mientras él reía sabiendo que era perfecta y que no quería que cambiara nunca. Decía que sentía no habérmelo dicho o quizá ser un mejor hermano para mí mientras estaba vivo, puede que pudiera haberlo demostrado de muchas otras maneras. Creía que iba a ser grande, que aunque no hablase mucho, había una Nessa dentro, ambiciosa y cabezota, muerta por salir a la superficie y convertirse en alguien importante.

Quería que le recordase y que le perdonara por no haber llamado, sabía que estaba enfadada, por nuestra conexión, siempre me escuchó hablarle. Había tenido etapas duras pero las pasó recordando nuestras peleas, se volvía más sencillo y divertido, se metía dentro de su cabeza y recordaba los buenos momentos. Quería que yo también los recordase, así que, en el sobre había una fotografía de los dos frente a una cafetería donde me compró mi primer batido gigante de fresa, donde me dio un beso en la mejilla, que me extrañó y cuando me dio la primera patada en el culo, ¡como para olvidarlo! Era un rebelde. Ambos lo fuimos. Sonreí mientras las lágrimas corrían por mis mejillas, al lado de su cuerpo innerte y decidiendo no deshacerme jamás de su carta.

Un futuro sin Eddie:

Durante dos años no llegué a acostumbrarme a estar sin Eddie, sin verle corretear por casa detrás de mí como loco, intentando asustarme con cualquier teoría sobrenatural que se sacaba de la manga. Dudaba que ahora pudiera acostumbrarme. El silencio era abrumador. Ya no escuchaba la música al otro lado de la pared, la ponía tan alta que no me dejaba estudiar, resoplaba pero terminaba los deberes, no quería que él definiera mi vida, ni mi día a día, su muerte tampoco iba a definir nada, él estaba conmigo.

Llevaría su carta siempre. Allá a donde fuera, recordaría sus palabras. Cuando viera a mis padres, vería su cara en ellos. Entraría en su habitación para sentirme segura, aunque parezca una ironía, o cuando le echara de menos. Leería sus libros favoritos para saber qué misteriosas historias le pasaban por la cabeza y las historias que escribía y guardaba bajo la cama. Olería su ropa, me pondría alguna camiseta para sentir que estaba allí de alguna forma. Cuando nadie mirara, pondría un plato más en la mesa para fingir que Eddie vendría a cenar después de ver a sus amigos, me insultaría y me empujaría intentando tirarme de la silla. Le vería en cada rincón, como una sombra, como un fantasma que deambula sin rumbo, como un ángel de la guarda que protege, como un recuerdo que permanece y un alma que espera a otra para conectarse en su debido momento.


Publicado en Recomendaciones

Comentando libro «Carrie» – Stephen King:

El escalofriante caso de una joven en apariencia insignificante que se transformó en un ser de poderes anormales, sembrando el terror en su ciudad. Con pulso mágico para mantener la tensión a lo largo de todo el libro, Stephen King narra la atormentada adolescencia de Carrie, y nos envuelve en una atmósfera sobrecogedora cuando la muchacha realiza una serie de descubrimientos hasta llegar al terrible momento de la venganza. Esta novela fue llevada al cine y obtuvo un inmenso éxito de público y de crítica.

Llevaba tiempo escuchando comentarios sobre «Carrie» desde series a películas, a veces, hacen alusiones interesantes sobre ello y yo aún no tenía ni idea de qué iba la historia o por qué daban esa importancia a un libro de esta clase. Así que, no pude más y me lancé, quería leerlo. Me habían comentado ya que era bastante fuerte y duro y que me impactaría bastante. La verdad es que, lo que más me sorprendió fue que con este libro, Stephen King llegara a ser quién es ahora, con cada instante contado aquí y con el personaje tan trastornado de Carrie. Me sentí orgullosa de haber leído el primer libro que escribió Stephen King en 1974, estaba impresionada.

He de decir que no había leído un libro tan grotesco como este, es cierto que tiene muchas escenas de sangre, violencia, fanatismo religioso y venganza. Pero creo que, en esta historia, lo que realmente importa y hay que prestar más atención es a Carrie y a las terribles consecuencias que le acarrearon tener una madre que lo veía todo como un pecado y a las personas como pecadoras, restringiendo como pudo la libertad de su hija; además del bullying que recibía Carrie en el colegio, le hacían bromas muy pesadas, crueles y capaces de destrozar cualquier mente por dentro.

Stephen King nos adentra en su infancia y adolescencia, en qué tipo de familia se crió y cómo se desarrolló su ambiente y sus poderes telecinéticos. Nos muestra a Carrie como una niña maltratada a la que le han enseñado que el sexo es pecado, que no le han explicado qué es menstruar y a la que no le han dejado nunca ir a un baile del colegio porque llevar un vestido es ser una fulana y las fulanas todo el mundo sabe que son pecadoras. Carrie reprime su rabia, agacha siempre la cabeza y hace todo lo que su madre le dice, deja que sus compañeros de clase hagan lo que quieran con ella aunque eso signifique la mayor humillación de todas. Ella observa a su alrededor desde lejos, haciendo que sillas o mesas salgan volando con solo dejarse llevar, o que un montón de piedras caigan encima de la casa donde vive con su madre. Carrie ha sido una niña con problemas, incontrolables, siempre provenientes del exterior, vivía atemorizada por otros y sentía, muchas veces, que no podía respirar.

He tenido la sensación de que este libro, ha acercado a muchos a conocer qué es realmente el bullying, la crueldad en otros y cómo humillar puede convertirse en un juego para algunos, mientras que para los afectados es un infierno. En esta historia se puede ver cómo una joven inocente y a la que nadie ve, se convierte en una bomba a punto de estallar y a la que, la última broma la afecta tanto, que es capaz de arrasar una un pueblo entero y matar a tantos como pueda por hacerle daño. Es algo de lo que en ese pueblo terminan hablando durante años, de hecho, escriben libros sobre ello y se documentan años después, analizando más a fondo los poderes de Carrie y cómo fue su vida antes de destrozar el pueblo donde creció.

Stephen King nos muestra que reprimir emociones, en definitiva, no es nada bueno. Carrie lo sabe. Ese último baile al que asiste lo demuestra. Quería permitirse a ella misma divertirse un poco, olvidar su vida por unas horas, parecerse a las demás chicas del colegio y dejarse llevar, pero esa ilusión se desvaneció en cuanto la broma más cruel y vil de todas, tuvo lugar. A pesar de lo macabro de la situación y la historia tan dura que nos muestra el autor sobre este personaje, me ha atraído mucho, me ha mantenido en la historia, queriendo saber más en todo momento, me ha hecho pensar en esas circunstancias por las que muchos hemos pasado donde hemos reprimido emociones por cosas horribles que nos han hecho y hemos tenido que reventar para sentirnos mejor. He sentido esa presión como la sintió Carrie, la he podido ver atada de pies y manos, sin vida propia, guiada por una madre fanática de la religión que no entiende qué es responsabilizarse de un adolescente que está creciendo y necesita responderse a preguntas, descubrirse y saber quién es.

Que Stephen King eligiera esta tema, unos personajes tan profundos e intensos como estos y una historia tan macabra para empezar una carrera como escritor, es lo que realmente, me ha dejado con la boca abierta al terminar de leerlo, de hecho, no me podía creer el final. Me gustó cómo te adentraba en el mundo de Carrie, de su desesperanza, su agotamiento e inocencia, de la madre loca que no podía comprender ni aunque quisiera y esas compañeras de clase que eran, más bien, demonios. Transmitió muy bien el mensaje, perfiló estupendamente a los personajes y llevó esta historia a la pantalla, tuvo muy buenas críticas (sobre todo la primera) y un éxito sorprendente, le admiro por ello, es y siempre será un gran escritor.

Dejo por aquí los tráilers de la primera película del año 1976 (subtitulado en español) y la del 2003 (en español). ¡Recomendadas también!


Commenting «Carrie» book Written by Stephen King:

The chilling case of a seemingly insignificant young woman who transformed into a being of abnormal powers, sowing terror in her city. With a magical pulse to maintain tension throughout the book, Stephen King narrates Carrie’s tormented adolescence, and envelops us in an overwhelming atmosphere when the girl makes a series of discoveries until she reaches the terrible moment of revenge. This novel was made into a film and achieved immense public and critical success.

I had been listening some comments about «Carrie» from series to movies, sometimes they make interesting allusions about it and I still had no idea what the story was about or why they gave that importance to a book of this kind. So, I couldn’t take it anymore and I jumped in, I wanted to read it. I had already been told that it was quite strong and hard and that I would be quite impacted. The truth is, what surprised me the most was that with this book, Stephen King became who he is now, with an instant told here and with the deranged character of Carrie. I was proud to have read the first book that Stephen King wrote in 1974, I was really impressed.

I have to say that I had not read a book as grotesque as this, it is true that it has many scenes of blood, violence, religious fanaticism and revenge. But I think that, in this story, what really matters and you have to pay more attention to is Carrie and the terrible consequences of having a mother who saw everyone as a sinner and people as sinners. restricting as she could the freedom of her daughter; In addition to the bullying that Carrie received at school, they made very heavy jokes, cruel and capable of destroying any mind inside.

Stephen King takes us into her childhood and adolescence, what kind of family she grew up in, and how her environment and telekinetic powers developed. It shows us Carrie as an abused girl who has been taught that sex is sin, that they have not explained what menstruation is and who has never been allowed to go to a school dance because wearing a dress is being a bitch and everyone knows they are sinners, too. Carrie represses her rage, always bows her head and does everything her mother tells her, lets her classmates do what they want with her even if it means the greatest humiliation of all. She watches around from afar, causing chairs or tables to fly out just by letting go, or a pile of stones falling on top of the house where she lives with her mother. Carrie has been a child with problems, uncontrollable, always coming from the outside, lived in fear of others and felt, many times, that she could not breathe.

I have had the feeling that this book has brought many closer to know what bullying really is, cruelty in others and how humiliating can become a game for some, while for those affected it is hell. In this story you can see how an innocent young woman who no one sees, becomes a bomb about to explode and who, the last joke affects her so much, that she is able to raze an entire town and kill as many as she can for harming her. It’s something they end up talking about in that village for years, in fact, they write books about it and document it years later, further analyzing Carrie’s powers and what her life was like before tearing apart the town where she grew up.

Stephen King shows us that suppressing emotions, in short, is not good. Carrie knows this. That last dance she attends proves it. She wanted to allow herself to have a little fun, forget her life for a few hours, look like the other girls in school and let herself go, but that illusion vanished as soon as the cruelest and vilest joke of all took place. Despite the macabre situation and the hard story that the author shows us about this character, it has attracted me a lot, it has kept me in the story, wanting to know more at all times, it has made me think about those circumstances that many of us have gone through where we have repressed emotions for horrible things that have been done to us and we have had to burst to feel better. I have felt that pressure as Carrie felt it, I have been able to see her tied hand and foot, without a life of her own, guided by a fanatical mother of religion who does not understand what it is to take responsibility for a teenager who is growing up and needs to answer questions, discover herself and know who she is.

That Stephen King chose this subject, characters as deep and intense as these ones and a story so macabre to start a career as a writer, is what really, has left me with my mouth open when I finish reading it, in fact, I could not believe the end. I liked how he took you into Carrie’s world, her hopelessness, her exhaustion and innocence, the crazy mother I couldn’t understand even if I wanted to and those classmates who were, rather, demons. He conveyed the message very well, he profiled the characters beautifully and brought this story to the screen, he had very good reviews (especially the first one) and a surprising success, I admire him for it, he is and always will be a great writer.

I left you in the spanish version the trailers of the first film of the year 1976 (subtitled in Spanish) and the one at 2003 (in Spanish). Both of them reccommended!


Publicado en Reflexiones

Lo que No Dices:

Llegas a casa, por fin, has estado deseándolo desde que entraste en el aula a primera hora de la mañana. Sabes que no tienes buena cara, así que, practicas una sonrisa falsa para fingir que todo ha ido bien, para volver a mentir de nuevo. Y funciona. Tu madre te abraza y te acompaña a tu cuarto para ayudarte a sacar los libros y los cuadernos para que empieces a hacer tus deberes, ella es muy buena contigo, no quieres que se preocupe, por eso, cada vez que te abraza y aprieta tu costado derecho, evitas quejarte, tragas tu dolor y le sigues sonriendo, centrándote en su voz.

Te deja allí, en tu escritorio y sale de la habitación, ves cómo se aleja. Pasados unos minutos, te levantas la camiseta y ves dos moretones en el costado derecho. Recuerdas la pelea. Más bien, recuerdas la paliza. Aún puedes oír tus propios gritos a la vez que te empujaban por las escaleras y dabas tumbos hasta darte contra una pared. Sigues notando las patadas en el costado, oyes sus risas mientras siguen andando y te dejan atrás. Los temblores te fastidiaban el poder levantarte, pero hiciste un esfuerzo, dolorido, fuiste al baño para respirar un poco. Te encerraste allí hasta que sonó el timbre nuevamente y tuviste que ver a esos indeseables, mientras se reían al verte y cuchicheaban algo que no alcanzaste a oír, sus burlas eran constantes y hoy no había sido una excepción. Tocas tus moretones con los dedos, duelen, duelen mucho, pero te bajas la camiseta al oír los pasos de tu madre volviendo a tu cuarto, fingiendo que pones atención a lo que estás haciendo.

Te trae la merienda, esta vez, tostadas con cacao y unas fresas para acompañar. Te da un beso en la frente y te recuerda lo importante que eres para ella, seguido de un abrazo. Qué buena es contigo, es la mejor. Nunca lo has dicho en voz alta, solo afirmas con la cabeza y le devuelves la sonrisa, no tiene por qué saberlo, nadie tiene por qué saber lo que sientes. Tu madre vuelve a salir del cuarto cerrando la puerta tras de sí para dejarte solo con tus deberes, miras las tostadas pero no tienes hambre, no recuerdas cuándo la tuviste por última vez. Pero empiezas por las fresas, no quieres que nadie haga preguntas, sino sabes que te derrumbarás y terminarás por contarlo todo. Serías débil y prometiste cuidar de ella. Sigues comiendo, no quieres dar esas explicaciones.

Recuerdas tus viajes al baño cada mañana, antes de entrar en clase. Vomitas. Lo has estado haciendo desde hacía unas tres semanas, se te revolvían las tripas cada vez que ponías un pie en el colegio, cada vez que les veías al final del pasillo, cada vez que te sonreían a lo lejos diciéndote que iban a ir a por ti sin decirlo. Tú no te merecías esto, no te lo mereces ahora. Te escondes en cuanto tienes ocasión, mientes a los profesores con que todo está bien, te has vuelto un experto. Sientes la presión en cada examen porque tienes que hacerlo bien para seguir fingiendo que todo sigue como siempre, un bajón en las notas y todo lo que has estado escondiendo bajo la superficie saldría a la luz, dejaría de ser un secreto, dejaría de ser privado. Se saldrían con la suya, quedarían impunes y sabrían que te importa lo que te hacen.

Por la noche, bajas a cenar. Sigues sin tener hambre. Hablas y bromeas con tu madre durante todo el tiempo, sigues muy bien la corriente y ni siquiera nota nada, deberías ser actor. En casa estás a salvo, bajo el manto de su protección, mirando ese cabello dorado con suaves bucles y esos ojos verdosos, brillantes, que muestran tanta ternura cada vez que los miras. Te sumes en ellos para seguir, para recorrer todo el trayecto desde casa al colegio aún sintiendo ganas de vomitar, para entrar por la puerta y notar cómo te miran, para levantarte después de una paliza, para sentir que, al menos, hay alguien bueno esperando en casa.

Hay cosas que no dices, que crees que no debes decir y está bien. Hay cosas que se esconden dentro, sentimientos que prefieres ignorar cuando te meten la cabeza en el váter o te zarandean hasta dejarte mareado y sin fuerzas, está bien evitar la emoción en ese momento, quedarte sumergido en un recuerdo que no muchos tienen y que les gustaría tener, está bien quedarse sin energía después de un día tan agotador. Y, por descontado, está bien ser un niño que no hace falta que diga nada cuando se ve cuánto llora por dentro y cuánto desea que alguien le salve. Sí, lo sé. Hay cosas que no dices…


Puedes apoyar el blog a través de Patreon, escribo relatos más elaborados y personales:

www.patreon.com/trackontime


What You Don’t Say:

You’ve been wishing home since you walked into the classroom first thing in the morning. You know you don’t have a good face, so you practice a fake smile to pretend that everything has gone well, to lie again. And it works. Your mother hugs you and accompanies you to your room to help you take out the books and notebooks so that you start doing your homework, she is very good to you, you do not want her to worry, so every time she hugs you and squeezes your right side, you avoid complaining, you swallow your pain and you keep smiling at her, focusing on her voice.

She leaves you there, at your desk and leaves the room, you see how she walks away. After a few minutes, you lift your shirt and see two bruises on your right side. You remember the fight. Rather, you remember the beating. You can still hear your own screams as you were pushed down the stairs and tumbled up a wall. You keep noticing the kicks in the side, you hear their laughter as they keep walking and they leave you behind. The tremors bothered you to be able to get up, but you made an effort, sore, you went to the bathroom to breathe a little. You locked yourself there until the bell rang again and you had to see those undesirables, while they laughed at the sight of you and whispered something you could not hear, their taunts were constant and today had been no exception. You touch your bruises with your fingers, they hurt, they hurt a lot, but you take your shirt down when you hear your mother’s footsteps coming back to your room, pretending to pay attention to what you’re doing.

She brings you the snack, this time, two toasts with cocoa and some strawberries to accompany it. She gives you a kiss on the forehead and reminds you how important you are to her, followed by a hug. How good she is with you, she’s the best. You’ve never said it out loud, you just affirm with your head and smile back, she doesn’t have to know, no one has to know what you feel. Your mother comes out of the room again closing the door behind her to leave you alone with your homework, you look at the toast but you are not hungry, you do not remember when you last had it. But you start with strawberries, you don’t want anyone to ask questions because you know that you will collapse and end up telling everything. You would be weak and you promised to take care of her. You keep eating, you don’t want to give those explanations.

You remember your trips to the bathroom every morning, before you enter class. You puke. You’ve been doing it for about three weeks, your guts churned every time you set your foot in school, every time you saw them at the end of the hall, every time they smiled at you in the distance telling you they were going to go after you without saying it. You didn’t deserve this, you don’t deserve it now. You hide as soon as you have the opportunity, you lie to the teachers that everything is fine, you have become an expert. You feel the pressure in every exam because you have to do it right to keep pretending that everything is going on as usual, a drop in grades and everything you’ve been hiding under the surface would come to light, it would stop being a secret, it would stop being private. They would get away with it, go unpunished, and they would know you care what they did to you.

At night, you go down to dinner. You are still not hungry. You talk and joke with your mother all the time, you go with the flow very well and she doesn’t even notice anything, you should be an actor. At home you are safe, under the mantle of her protection, looking at that golden hair with soft loops and those greenish, shiny eyes, which show so much tenderness every time you look at them. You join them to continue, to travel all the way from home to school still feeling like vomiting, to enter the door and notice how they look at you, to get up after a beating, to feel that, at least, there is someone good waiting at home.

There are things you don’t say, that you think you shouldn’t say and that’s okay. There are things that are hidden inside, feelings that you prefer to ignore when they put your head in the toilet or shake you until you are dizzy and without strength, it is okay to avoid emotion at that moment, stay immersed in a memory that not many have and that they would like to have, it’s okay to run out of energy after such a tough day. And, of course, it’s okay to be a child who doesn’t need to say anything when you see how much he cries inside and how much he wants someone to save him. Yes, I know. There are things you don’t say…


You can support the blog through Patreon, I write short stories more elaborated and personal:

www.patreon.com/trackontime


Publicado en Relatos

La Llamada:

Estaba sentada en la silla de la cocina, estudiando. Tenía un examen importante y no podía fallar otra vez. La casa estaba en silencio, mamá había salido y papá llegaría tarde de trabajar, quizá no le viese hasta el día siguiente, tenía una larga tarde por delante donde lo único que escucharía sería a mi mente repasar. Pero quizá, no fuera del todo cierto, aunque lo hubiese querido. Las primeras dos horas pasaron volando, decidí parar para comerme un helado. Seguía el silencio. Ese silencio que se rompería con solo hacer el mínimo ruido. Quizá me sobresaltaría al instante, o quizá no.

Pero ese silencio me permitió oír algo, como un tintineo. No sabía de dónde venía, pero me hizo levantar la cabeza y dejar el helado a un lado. Escuché con más atención y conseguí distinguir la habitación de la que provenía. Arriba, seguro. Me dirigí a las escaleras para asomarme a las habitaciones y comprobar qué era ese ligero sonido, era leve pero aún permanecía dentro de mis oídos. Caminé por el pasillo una vez arriba y el tintineo se volvía cada vez más insistente, agudo, alto, llegaba a molestar. Pasé el baño que compartíamos y el sonido fue ensordecedor, tanto que tuve que taparme los oídos con ambas manos, más que en el resto de habitaciones. Ahí estaba pasando algo y no sabía el qué. Seguí frente al baño, con las orejas tapadas con las manos, hasta que puse un pie dentro y me quedé parada en el centro del cuarto de baño. Me senté en el suelo mirando la bañera, esperando oír el tintineo pero no volví a oír nada parecido. Dejé las manos caer a ambos lados.

Se me erizó la piel del cuello, noté una sensación extraña, como si alguien me observara. No quería girarme. Mi corazón empezaba a palpitar más rápido, respiré entrecortado y mis manos temblaban. Cerré los ojos un momento, tenía que tranquilizarme, pero antes de que pudiera concentrarme en mi respiración, noté el aliento de alguien en mi oreja derecha, un susurro perceptible, una sola palabra y una voz conocida, tan conocida que me sorprendió, incluso, llegué a pensar que estaba siendo objeto de una broma pesada. «Ayúdame», dijo. «Ayúdame, por favor». Abrí los ojos de repente y me volví, sin pensarlo. No había nadie. El tintineo, nuevamente. Esta vez, sonaba en las escaleras, iba bajando. Me levanté del suelo y lo seguí.

El tintineo me llevó hasta la puerta de entrada. Su voz, persistía en mi oído, esta vez, desesperada: «¡Grace, por favor! ¡Grace, ayúdame!». Era él. Era mi hermano. Mientras me preguntaba cómo era posible que le oyera sin estar presente, seguí el tintineo hasta fuera de casa, siguiendo calle abajo, hasta llegar al bosque. Mamá siempre me advirtió y me prohibió expresamente ir allí sin ningún motivo aparente, solamente con un «tú hazme caso, ¿vale? No te acerques», le hice caso, claro pero ahora, de pie frente a él, no podía sino adentrarme para seguir el tintineo, para seguir su voz, cada vez más desgarradora e impaciente.

Matt era un idiota. Siempre lo había sido. Odiaba que me ignorara, que me dejara de lado en todas las comidas familiares, que no me mirara, que casi no existiera para él, odiaba que solo fuera la hermana pesada. Pero no podía si no preocuparme ahora, nunca me pediría ayuda a mí. ¿Cómo era posible que solo yo le oyera? Me fui acercando a un claro y su voz se disipó, tras un grito ahogado y un golpe sordo. El silencio me embriagó justo allí, en aquel lugar solitario, con el viento rozando mi cara y sin saber qué dirección tomar. Ya no había tintineo, había desaparecido. Ahora estaba allí sola. ¿Habría una sola posibilidad de que todo esto fuera una broma?

«Ayu… Ayúdame… por…», oí el susurro más cerca, pero no en mi oído, venía de alguna parte del claro o de ese bosque. Me fundí con el silencio, agudizando mucho más mi oído y fue cuando percibí un movimiento y como una especie de jadeo no muy lejos de donde yo estaba. Busqué en todas direcciones con la mirada, inquieta, esperando diferenciar algo a mi alrededor que me diese una pista de dónde estaba Matt. Y allí lo vi, justo allí. Estaba apoyado en un árbol, casi inmóvil. Corrí hacia su posición tan rápido como pude, sin perder ni un segundo y ahí fue cuando lo vi. Tenía una herida enorme en la parte baja del estómago, había sangre por todas partes, y él solo susurraba. Le seguía escuchando, cada vez más flojo, cada vez más lejano. No podía moverme, estaba paralizada. Matt me miró e hizo una mueca, me había visto llegar, le encantó que le hubiese oído porque reafirmaba su loca teoría de que teníamos una conexión de hermanos mejor que la de los gemelos y sabía que en cuanto llamara, yo estaría allí, por nuestra conexión. Resultó ser cierto, sin tener ni idea de cómo podía saber tal cosa, aunque de lo que sí tenía cierta idea es de que siempre se guardaba lo que le interesaba, cambiando de tema cuando le convenía.

Me senté en la hierba junto a él. Me cogió la mano y me miró como no me había mirado antes, con cierta dulzura y un deje de paternalismo. No esperaba para nada lo que dijo, arrastrando las palabras y con cierta lentitud, se quedaba sin voz.

– Estoy orgulloso de ti, Nessa. Aunque no lo creas o no te lo haya dicho.

– ¿Qué te ha pasado?

– No te preocupes por eso. Te quiero, ¿vale? – asentí con la cabeza mientras se me humedecían los ojos – Sabes que sé guardar secretos, ¿verdad? – volví a asentir – Quiero que leas esto cuando estés a solas, cuando yo me haya… ido.

– ¿Qué? ¿A dónde vas? – le pregunté, preocupada – No puedes irte, estoy aquí.

– Tú léelo, ¿vale? Hazme… caso. No te preocupes, hermanita.

Me acarició la cara con la mano, también con lágrimas en los ojos. Cogí la carta y, en cuanto levanté la vista, Matt había cerrado los ojos y su voz había desaparecido, ya no le oía. Le zarandeé varias veces, pero no respondió. Le grité, pero no dijo nada. «Oh, dios mío», pensé. Confusa, abrí la carta. Empecé a leer y me sorprendí más de lo que creía, Matt guardaba muchos secretos, tantos como sentimientos. Realmente, me había querido siempre, incluso, cuando fingía odiarme. Por una vez, supe lo que realmente sentía por mí, lo que hizo para protegerme, justo cuando ya no le tenía conmigo. Le conocí poco. Le sentí poco. Quizá nuestra conexión me decía más de lo que yo quise escuchar, o quizá solo era una teoría remota, pero supongo que me llevaría esa nota a todas partes para oír su voz a través de sus palabras cada día de lo que me quedara de vida.


The Calling:

I was sitting in the kitchen chair, studying. I had an important exam and I couldn’t fail again. The house was quiet, mom had left and dad would be late from work, maybe I wouldn’t see him until the next day, I had a long afternoon ahead of me where the only thing I would hear my mind go over. But perhaps, it was not entirely true, even if I had wanted it. The first two hours flew by, I decided to stop to eat ice cream. The silence followed. That silence that would be broken just by making the slightest noise. Maybe I would be startled instantly, or maybe not.

But that silence allowed me to hear something, like a jingle. I didn’t know where it came from, but it made me raise my head and put the ice cream aside. I listened more carefully and managed to distinguish the room from which it came. Upstairs, for sure. I went to the stairs to look out into the rooms and check what that slight sound was, it was slight but still lingered inside my ears. I walked down the hallway once upstairs and the jingle became more and more insistent, sharp, high, it came to bother. I passed the bathroom we shared and the sound was deafening, so much so that I had to cover my ears with both hands, more than in the rest of the rooms. There was something going on and I didn’t know what. I continued in front of the bathroom, my ears covered with my hands, until I put one foot inside and stood in the center of the bathroom. I sat on the floor looking at the bathtub, waiting to hear the jingle but I never heard anything like it again. I let my hands fall on both sides.

My neck skin bristled, I noticed a strange feeling, as if someone was watching me. I didn’t want to turn around. My heart was starting to beat faster, I breathed heavily and my hands were shaking. I closed my eyes for a moment, I had to calm down, but before I could focus on my breathing, I noticed someone’s breath in my right ear, a perceptible whisper, a single word and a familiar voice, so well known that I was surprised, even I came to think that I was being the subject of a stupid joke. «Help me,» he said. «Help me, please.» I opened my eyes suddenly and turned, without thinking. There was no one. The tinkling, again. This time, it sounded on the stairs, it was going down. I got up from the ground and followed it.

The jingle took me to the front door. His voice, persisted in my ear, this time, desperate: «Grace, please! Grace, help me!» It was him. He was my brother. While wondering how it was possible for me to hear him without being present, I followed the jingle outside the house, following down the street, until I reached the forest. Mom always warned me and expressly forbade me to don’t go there for no apparent reason, only with a «Pay attention, okay? Don’t go to the forest,» I listened to her, of course, but now, standing in front of it, I couldn’t help but go inside to follow the jingle, to follow his voice, increasingly heartbreaking and impatient.

Matt was an idiot. He always had been. I hated that he ignored me, that he left me out at all family meals, that he didn’t look at me, that I almost didn’t exist for him, I hated that I was just the annoying sister. But I couldn’t but worry now, he would never ask me for help. How was it possible that only I heard him? I approached a clearing and his voice dissipated, after a muffled scream and a dull blow. The silence intoxicated me right there, in that lonely place, with the wind brushing my face and not knowing which direction to take. There was no more tinkling, it was gone. Now I was there alone. Would there be a single chance that this was all a joke?

«Help… Help me… please…», I heard the whisper closer, but not in my ear, it came from somewhere in the clearing or from that forest. I merged with silence, sharpening my ear much more and that’s when I perceived a movement and as a kind of gasp not far from where I was. I searched in all directions with my gaze, restless, hoping to differentiate something around me that would give me a clue as to where Matt was. And there I saw it, right there. He was leaning on a tree, almost motionless. I ran to his position as fast as I could, without wasting a second and that’s when I saw him. He had a huge wound on his lower stomach, there was blood everywhere, and he was just whispering. I kept listening to him, more and more loose, more and more distant. I couldn’t move, I was paralyzed. Matt looked at me and grimaced, he had seen me arrive, he loved that I had heard him because it reaffirmed his crazy theory that we had a better sibling connection than the twins and he knew that as soon as he called, I would be there, because of our connection. It turned out to be true, having no idea how he could know such a thing, although what he did have some idea of is that he always kept what interested him, changing the subject when it suited him.

I sat on the grass next to him. He took my hand and looked at me as he had not looked at me before, with a certain sweetness and a slight of paternalism. I didn’t expect what he said at all, slurring his words and with some slowness, I was speechless.

– I’m proud of you, Grace. Although you don’t believe it or I’ve never said it to you.

– What happened to you?

– Don’t worry about it. I love you, ok? – I nodded my head as my eyes moistened – I know how to keep secrets, remember? – I nodded again – I want you to read this when you are alone, when I have… Gone.

– What? Where are you going? – I asked him, worried – You can’t go, I’m just right here.

– Just read it and do as I said… ok? Don’t worry, little sister.

He stroked my face with his hand, also with tears in his eyes. I picked up the letter and as soon as I looked up, Matt had closed his eyes and his voice had disappeared, I could no longer hear him. I shook him several times, but he didn’t answer. I yelled at him, but he didn’t say anything. «Oh, my god,» I thought. Confused, I opened the letter. I started reading and I was surprised more than I thought, Matt kept many secrets, as many as feelings. Really, he had always loved me, even when he pretended to hate me. For once, I knew what he really felt about me, what he did to protect me, just when I no longer had him with me. I knew him a little. I felt a little for him. Maybe our connection told me more than I wanted to hear, or maybe it was just a remote theory, but I guess I would take that note everywhere to hear his voice through his words every day for the rest of my life.


Publicado en Personajes

Benjamin: El Obsesivo

Relato procedente: «Todo en su Lugar«. Edad: 39 años.

Ciudad: Manchester. Profesión: Analista de datos.

Descripción física:

Mi cabello negro es algo largo, peinado hacia atrás con un poco de gomina. Mis ojos son castaño oscuro y mis labios finos. Mi tez es bastante pálida, no me gusta mucho el sol y tampoco las enfermedades que puede traer consigo, soy bastante maniático. Estoy muy delgado pero siempre he sido así, suelo hacerme analíticas a diario y parece que todo está perfecto, mi delgadez es algo normal. Suelo vestir con unos pantalones de vestir, por lo general, oscuros ya sea grises, azules o negros, no me gusta otro color, unos zapatos simples parecidos a los mocasines pero no para vestir, una camisa de color oscuro también y un jersey encima un tanto más claro. Siempre me dicen que tengo pinta de profesor de Universidad pero nada más lejos.

Descripción de la personalidad:

Soy alguien bastante obsesivo, lo reconozco, me gusta que todo esté en el lugar exacto donde lo dejé y detesto que toqueteen mis cosas, mucho menos si es sin mi permiso, lo odio. Soy una persona metódica, para nada directa, solitaria y me encanta ver los documentales de las seis, no me pierdo ni uno, de hecho, me pongo una alarma. Soy un lector empedernido, las horas me pasan volando teniendo un libro entre las manos y los días que no trabajo son días de lectura obligatoria. Sufro de ansiedad a menudo, no soporto los imprevistos y se me cae el mundo encima si tengo que solucionar un problema en el mismo momento. No me relaciono mucho, no me atrae mucho la gente o las conversaciones, me aíslo bastante y me creo mi mundo, creo que siempre ha sido así. La gente me ve como alguien raro pero para mí, es algo normal, soy normal.

El niño prodigio:

Al parecer, yo era un niño prodigio o lo que también se llama un superdotado o un genio. Mis padres no se lo podían creer, era feíto, bajito y se metían mucho conmigo, seguro que no traería nada bueno, pero el destino les trajo otra cosa. Se pusieron muy contentos, tanto que se pusieron manos a la obra, querían que utilizara cada área de mi cerebro y que aprendiera nuevas habilidades que yo ni siquiera conocía, de hecho, fui conociendo muchas de las cosas que sé gracias a la lectura, pero no fue para nada por la obsesión que esto empezaba a crearle a mi madre, por descontado.

Se volvió extremadamente perfeccionista y obsesiva con mis horarios, desde las horas de dormir exactas que necesitaba el genio hasta llegar puntual a casa para hacer los deberes y leer libros sobre científicos que ni siquiera me importaban. Era como si quisiera que lo aprendiera todo en una noche y cosas que solo ella escogía, los profesores les dijeron que debían tomárselo con calma para que yo no me sintiera diferente pero era hijo único y todas sus atenciones caían sobre mí. Me atosigaban hasta el punto de la locura, a veces, mi madre no dormía total por planificar mi día, siempre debía ser lo más entretenido y didáctico posible, incluso, ya había pensado a qué Universidad iría.

Adolescencia privilegiada:

Mis padres eran abogados, llevaban una agencia juntos y siempre habían tenido sus ahorros para que tuviera una buena educación o, al menos, eso era lo que siempre decían a los invitados que solían venir a casa, porque a todos sus amigos les decían que tenían a un genio en casa que sabía más que sus hijos, me utilizaban para dárselas de importantes y destrozar la autoestima de más de un niño del barrio. En mi etapa adolescente, dejé de conocerlos por completo. Pero lo bueno fue que me llevaron a un instituto privado donde había más gente con talentos similares y tenían residencias, así que, de alguna forma, iba a ser un poco independiente, así que, les dejé hacer, era lo único que me ponía contento. Hasta ese punto, no sabía si ser un genio era una bendición o una maldición.

No me aburría en las clases, por fin iba a clases avanzadas, donde entendían de qué hablaba yo y qué llegaba a ver en mi mente, le sacaba partido a mis ideas y no me quedaba rezagado por falta de interés, me motivaba la exigencia de ese colegio y me ayudaba a retarme. Algo que mis padres esperaban y que les puso muy contentos, algo que odié. Aquí es cuando empezó mi etapa perfeccionista, supongo. Empezaba a tener mucho trabajo y quería que todo estuviese en su sitio, cada materia tenía sus submaterias y subtemas, todo el temario debía estar organizado en colores diferentes y estudiaba en base a esos colores para memorizar mejor. Tendí a la obsesión, tanto que pasaba noches en vela organizando y tratando de perfeccionar mis trabajos, hubo momentos en que odié los que hice, no veía nada de bueno en ellos cuando, en realidad, estaban por encima de la media pero para mí, no era suficiente.

Una adultez obsesiva-compulsiva:

Me hice analista de datos. Podréis pensar que no es nada especial, que debería haber elegido algo como científico, abogado como mis padres, físico-teórico… algo así que para un genio no sería difícil llegar, pero ser analista consistía en perfección, eficiencia, eficacia en el análisis y destreza para encontrar los datos que se buscan. Y yo era muy bueno encontrando cosas. Resulta que me independicé en salir de la Universidad y encontrar el trabajo donde llevo unos veinte años y que domino tanto que me asombro, siempre trato de buscar datos utilizando diferentes técnicas para tener algo con lo que entretener la mente. La informática nunca fue un misterio para mí, siempre supe jugar con los códigos y encontrar aquello que buscaba más pronto que los demás, así que, siempre he estado a gusto, esa oficina es como mi segundo hogar.

Pero empezó a aflorar algo en mí que no sabía diferenciar muy bien, pero lo llamaban ansiedad. Supuse que vendría dado por el estrés, quizá tantas noches trabajando o días sin parar quieto, pero no fue por nada de eso. Necesitaba hacer compulsivamente cosas para calmar mi ansiedad, como asegurarme que todo estaba en su sitio o que abría la nevera de casa tres veces para coger algo, la cerraba otras tres veces para asegurarme de que la cerraba y así, me sentía bien. Mi madre lo observó un par de veces, incluso, mi empezada obsesión por lavarme las manos tantas veces, me las solía rascar hasta levantarme la piel si no me las lavaba dos veces, empezaba la ansiedad y no paraba de obsesionarme con que no me las había lavado. Empezó a afectarme mucho, así que, mi madre me acompañó a terapia y nos dijeron que sufría un trastorno obsesivo-compulsivo. En principio, no era grave pero iba a vivir con ello durante el resto de mi vida, así que, empecé con la terapia y la medicación que me fue bastante bien, aunque aún tenía compulsiones que no podía evitar como la limpieza de manos, la organización pulcra de la ropa, la posición de la decoración en casa, la organización de los libros en las estanterías o los horarios de los que se regía mi vida, no era tan intenso como al principio, así que, lo mantuve bastante bien.

Los niños y el Canal Ciencia:

Había niños jugando fuera cuando encendí la televisión a las seis en punto, justo cuando empezaba el programa de ciencia que veía cada tarde después de ir a la compra, ordenar la comida, lavarme las manos dos veces, cambiarme de ropa y merendar, era la rutina. Estaban jugando con unas piedras que habían encontrado en el jardín del vecino, casi ni me fijé en ellos porque no estaban muy cerca, así que, seguí viendo la tele, ya empezaban los créditos y el presentador decía unas palabras a su público más joven. No pude sino sonreír, me sentía identificado.

Un cristal del salón se rompió de repente, di un respingo y me levanté. Sorprendido como estaba, vi el cristal roto y que un poco de fango de la piedra había ensuciado parte del sofá. Recordé lo que dijo mi terapeuta de respirar hondo, de tratar de no sentirme abrumado en un momento así, en un momento donde no he planificado lo que iba a ocurrir. Llamaron los niños para disculparse y, sin pensar, abrí la puerta algo enfurecido, pero manteniendo la emoción retenida por unos momentos. No me dieron tiempo a tranquilizarme y todo lo que había acabado de pasar me abrumó, sobremanera, hablaban muy rápido y solo quería que aquello terminara. Quería mi salón exactamente como estaba, quería mi cristal sin romper, quería mi sofá limpio, que el canal ciencia parara allí mismo porque no lo estaba viendo y quería que no me interrumpieran mientras lo estaba viendo. Pero no fue así.

Fui obsesionándome con ello y, sin más ni menos, con la piedra en la mano, les di de golpes a aquellos tres niños que me miraban con ojos grandes y curiosos. Lamento decir que no sentí nada, estaba enfadado. Con lo único que pensaba era que esos estúpidos niños no ensuciaran mi alfombra, era delicada y hacía un par de días la había terminado de lavar con mucho jabón y cariño, me gustaba la pulcritud.

Un futuro no definido:

Llevaba días con incertidumbre, con bastante ansiedad y estaba algo desesperado, no podía estarme quieto, la verdad. Esperaba que la policía me llamase para declarar tras haber llamado y contarles lo que había ocurrido. Habían pedido hablar con mi terapeuta y mis padres primero, los cuales, no se podían creer que su hijito el genio de la familia hubiera sido el autor de tal atrocidad. Odiaba no tener las respuestas a la vista, no saber qué iba a ocurrir, quería planificarlo, cogerlo con mi mente y descifrarlo, como si fuese un código. Soy impaciente y siempre lo he sido, esperar no es lo mío y no tener un futuro definido, tampoco lo es. Soy metódico, si mis rutinas y lo que va a ocurrir, incluso, me obsesiono con ello y sé que debe ser así, pero temo que esto me vuelva loco y que la culpa por la muerte de esos niños me termine corroyendo por dentro.

¿Soy un hombre malo? ¿Mi trastorno es el malo? ¿Alguien podrá aceptarlo? ¿Iré a la cárcel? Solo podía agazaparme en la cama con pensamientos inundándome la mente, sin moverme, medicado para mi ansiedad y preguntándome por qué no siento lo que hice, por qué todavía no lloro por ello, por qué no siento nada. Debería sentirlo, ¿verdad?


Puedes apoyar el blog a través de Patreon, escribo relatos cortos más elaborados y personales:

www.patreon.com/trackontime


Publicado en Recomendaciones

Comentando serie «Castle»:

Creada por Andrew W. Marlowe, narra principalmente las vidas de Richard Castle ( Nathan Fillion ), un escritor de novelas de misterio exitosas, y Kate Beckett ( Stana Katic ), una detective de homicidios, mientras resuelven varios crímenes inusuales en la ciudad de Nueva York.

«Castle» fue una serie muy interesante desde que la anunciaron en televisión. Pude verla de vez en cuando, pero nunca seguida y no la terminé. Así que, desde hace años, esta serie era una pendiente para mí y me apetecía verla entera y terminarla de una vez. Desde la primera vez que me había atraído y había escuchado y leído buenas críticas sobre ella, no podía si no, verla después de esperar tanto.

Andrew W. Marlowe, nos presenta a Kate Beckett (Stana Katic), Inspectora de Homicidios del distrito 12 de Nueva York. Kevin Ryan y Javier Esposito son los detectives que investigan con ella y que están presentes en cada escena del crimen. Por otro lado, tenemos a otro protagonista: Richard Castle. Es un famoso escritor de misterio, encantador, atractivo, atraído por los crímenes y muy intuitivo, el cual, se acerca a la inspectora para conseguir que sea su musa y así, poder escribir un libro sobre ella. La serie tiene 8 temporadas donde muchos de los episodios nos cuentan historias sobre las víctimas, pero muchos otros, nos llevan a las vidas de los personajes principales, es decir, que dentro de las pequeñas tramas principales, hay sub tramas muy interesantes que engloban el asesinato sin resolver de la madre de Kate, el momento en que se sabe quién es el padre de Richard (sabiendo que creció con su madre y no le conoció jamás), quién disparó a Kate en el entierro de uno de sus jefes y quién mató a los agentes del FBI con los que trabajó Kate durante una temporada.

Creo que esta serie tiene todo el misterio necesario para mantenerte ensimismado durante un rato delante de la pantalla, tiene todo el contenido de intriga que necesitas, y si te gusta, no lo vas a notar repetitivo, al menos hasta la temporada 6. Siendo sincera, creo que debería haber terminado aquí y no alargarla dos temporadas más, ya que, ni siquiera la actriz Stana Katic quería seguir en la serie y Nathan Fillion (quién protagonizó a Richard Castle), ya comentó que no habría tanto público si Kate Beckett y Richard empezaban una relación tan pronto, es decir, desde la temporada 4. También opiné lo mismo. Te das cuenta como ya no es lo mismo y esa personalidad solitaria y un tanto reservada de una inspectora de policía como lo es Kate, empieza a desaparecer. Se supone que es dura, contestona, bastante exigente, mandona, muy segura de sí misma, interesante y llena de misterio. Cuando empieza la relación romántica con Castle, todo eso deja de tener importancia y parece que la personalidad de Kate cambie por completo y no creo que eso haya sido bueno para la serie.

Esta serie me ha recordado mucho a «El Mentalista», pero en muchísimos aspectos. En ambas series tanto el personaje de Patrick Jane como Richard Castle, se convierten en asesores de las Inspectoras Teresa Lisbon y Kate Beckett. Ambas han tenido un pasado un tanto dramático. Por un lado, Lisbon creció en un ambiente violento debido a que su padre era un borracho que dejó de ocuparse de ella y de sus hermanos cuando su madre murió y tuvo que encargarse ella de todo; en el caso de Kate, su madre fue asesinada y nunca ha podido olvidarlo. Ambas se metieron a Policía porque justo esto marcó sus vidas y quisieron que otros no pasaran lo mismo, querían protegerles. Jane y Castle son igual de molestos en las investigaciones, certeros con las suposiciones en medio de las investigaciones y les encanta el misterio. La mujer de Jane fue asesinada por un asesino en serie llamado John el Rojo y Castle fue criado por su madre porque su padre les abandonó a él y a su madre y nunca tuvo ningún interés en saber cómo estaban (aunque luego descubrimos que esto no es del todo cierto). En las dos series, los protagonistas tienen dos compañeros. La diferencia quizá que funcionó en «El Mentalista» y no en «Castle», en mi opinión, fue que la primera tuvo 7 temporadas y Teresa Lisbon y Patrick Jane empezaron una relación en el último capítulo de la sexta y siguió en la séptima temporada, digamos que nos mantuvo más centrados en las tramas principales de misterio que en la relación que ambos pudieran tener, manteniendo la intriga de si empezarían una relación realmente o no, de hecho, terminaron la serie de una forma muy cariñosa y elegante. En cambio, en Castle, juntaron a ambos personajes demasiado pronto, como ya dije, e hicieron un final de lo más predecible y falto de sentido, de hecho, parecía que quisieran terminarlo pronto.

Creo que las temporadas 7 y 8 fueron un relleno. De la 1 a la 6 fueron geniales, la verdad, pueden atraer mucho, desde los perfiles de los asesinos a la resolución de los casos, los métodos de interrogatorio y cómo llevan a cabo las investigaciones. Hay muchas cosas que se acercan mucho a la realidad en la vida de un Inspector o un Policía, tienen variedad en las historias de cada personaje que hace de víctima en cada caso y están relatados con sentido y buen ritmo. Es una serie que también refleja mucho los traumas pasados, la evolución en las relaciones, la vida de un escritor de éxito, cómo resolverse casos de forma más imaginativa y desde la perspectiva de un asesino. Como he dicho, es muy entretenida y todas las tramas y sub tramas terminan pareciéndote más interesantes de lo que esperas.

Los personajes van evolucionando, creo que el que más me ha gustado ha sido el del detective Ryan, siempre se le ha visto desde el principio como el detective asustadizo o que no es muy valiente, pero hay episodios y escenas que te sorprenden, ves otra cara que no esperabas ver. Me hubiera gustado que perfilaran un poco más el personaje de Esposito, por ejemplo, es como si solo estuviera ahí, es el único personaje que no evoluciona, igual que Lanie Parish (protagonizada por Tamala Jones), la forense del equipo de Kate. Son personajes que se vuelven muy planos, no ves nada nuevo de ellos y tampoco es que sean secundarios. Martha Rogers (protagonizada por Susan Sullivan), madre de Richard, también hace muy buen papel, creo que uno de los mejores, una interpretación genial. Alexis Castle (protagonizada por Molly Quinn), hija de Richard, al principio, hace muy buen papel, pero más adelante, cuando se hace adulta y empieza a hacerse la detective, lo siento pero no, no le pega a la personalidad que le dan en un principio, la verdad, me dejó algo confusa, pero es algo que formó parte de esas dos temporadas finales que sobraron.

La recomiendo en un 90%. Dejo por aquí el tráiler de la primera temporada (no he podido encontrarla subtitulada en español, así que, en inglés):


Puedes apoyar el blog a través de Patreon, escribo relatos cortos elaborados y personales.

www.patreon.com/trackontime


Commenting «Castle» TV show:

Created by Andrew W. Marlowe, it primarily chronicles the lives of Richard Castle (Nathan Fillion), a writer of successful mystery novels, and Kate Beckett (Stana Katic), a homicide detective, as they solve several unusual crimes in New York City.

«Castle» was a very interesting series since it was announced on television. I got to see it from time to time, but never followed it correctly and I didn’t finish it. So, for years, this series was a pendent tv show for me and I wanted to see it all and finish it at once. From the first time I had been attracted and had heard and read good reviews about it, I could not but see it after waiting so long.

Andrew W. Marlowe, introduces us to Kate Beckett (Stana Katic), Homicide Inspector for New York’s 12th District. Kevin Ryan and Javier Esposito are the detectives who investigate with her and who are present at every crime scene. On the other hand, we have another protagonist: Richard Castle. He is a famous mystery writer, charming, attractive, attracted by crimes and very intuitive, who approaches the inspector to get her to be his muse and thus, be able to write a book about her. The series has 8 seasons where many of the episodes tell us stories about the victims, but many others, take us to the lives of the main characters, that is, within the small main plots, there are very interesting sub-plots that encompass the unsolved murder of Kate’s mother, the moment when it is known who Richard’s father is (knowing that he grew up with his mother and never met him), who shot Kate at the funeral of one of her bosses and who killed the FBI agents with whom Kate worked for a season.

I think this series has all the mystery necessary to keep you self-absorbed for a while in front of the screen, it has all the intrigue content you need, and if you like it, you’re not going to notice if it’s repetitive, at least until season 6. To be honest, I think it should have ended here and not extended it two more seasons, since, not even the actress Stana Katic wanted to continue in the series and Nathan Fillion (who starred in Richard Castle), already commented that there would not be so much audience if Kate Beckett and Richard started a relationship so soon, that is, from season 4. I also thought the same thing. She is supposed to be tough, cheeky, quite demanding, bossy, very self-confident, interesting and full of mystery. When the romantic relationship with Castle begins, all that ceases to matter and it seems that Kate’s personality changes completely and I do not think that has been good for the series.

This series has reminded me a lot of «The Mentalist», but in many ways. In both series both the character of Patrick Jane and Richard Castle, become advisors to Inspectors Teresa Lisbon and Kate Beckett. Both have had a somewhat dramatic past. On the one hand, Lisbon grew up in a violent environment because her father was a drunkard who stopped taking care of her and her siblings when her mother died and she had to take care of everything; in Kate’s case, her mother was murdered and she has never been able to forget it. Both got into the police because just this marked their lives and they wanted others not to happen the same, they wanted to protect them. Jane and Castle are just as annoying in investigations, accurate with assumptions in the middle of investigations and love mystery. Jane’s wife was murdered by a serial killer named the Red John and Castle was raised by his mother because his father abandoned him and his mother and he never had any interest in knowing how they were (although we later discovered that this is not entirely true). In both series, the protagonists have two companions. The difference perhaps that worked in «The Mentalist» and not in «Castle», in my opinion, was that the first had 7 seasons and Teresa Lisbon and Patrick Jane began a relationship in the last chapter of the sixth and continued in the seventh season, let’s say that it kept us more focused on the main plots of mystery than on the relationship that both could have, keeping the intrigue of whether they would really start a relationship or not, in fact, they ended the series in a very affectionate and elegant way. Instead, in «Castle», they brought both characters together too soon, as I said, and made a most predictable and meaningless ending, in fact, it seemed that they wanted to finish it soon.

I think seasons 7 and 8 were a filler. From 1 to 6 they were great, the truth, they can attract a lot, from the profiles of the murderers to the resolution of the cases, the methods of interrogation and how they carry out the investigations. There are many things that are very close to reality in the life of an Inspector or a Policeman, they have variety in the stories of each character who acts as a victim in each case and are told with sense and good rhythm. It is a series that also reflects a lot of past traumas, the evolution in relationships, the life of a successful writer, how to solve cases more imaginatively and from the perspective of a murderer. As I said, it’s very entertaining and all the plots and sub-plots end up looking more interesting to you than you expect.

The characters are evolving, I think the one I liked the most has been detective Ryan, he has always been seen from the beginning as the scary detective or who is not very brave, but there are episodes and scenes that surprise you, you see another face that you did not expect to see. I would have liked them to profile the character of Esposito a little more, for example, it is as if it were only there, it is the only character that does not evolve, just like Lanie Parish (starring Tamala Jones), the forensic of Kate’s team. They are characters that become very flat, you don’t see anything new about them and it’s not that they’re secondary. Martha Rogers (starring Susan Sullivan), Richard’s mother, also plays a very good role, I think one of the best, a great performance. Alexis Castle (starring (Molly Quinn), Richard’s daughter, at first, plays a very good role, but later, when she becomes an adult and begins to become the detective, I’m sorry but not, it does not hit the personality that they give her at first, the truth, it left me somewhat confused, but it is something that was part of those two final seasons that were left over.

I recommend it 90%. I left in the spanish version the trailer of the first season (I could not find it subtitled in Spanish, so I left it in English, tho).


You can support the blog through Patreon, I write short stories more elaborated and personal.

www.patreon.com/trackontime


Publicado en Reflexiones

Fiel Observadora:

Al principio son amables, atentos contigo, te ayudan en todo. Te dices: «podría empezar a confiar», pero ahí es cuando también empiezas a errar. Tras sentirte en el pedestal en el que te llevan poniendo desde que entraste en ese lugar, te sientes viva, útil, que sirves para hacer el trabajo encomendado, le echas horas, tiempo, dedicación y le restas a otras cosas importantes. Por todo lo que implica. Por ellos.

Tras hablar con él, sientes que vuelas. Te hace sentir bien porque es encantador, coincide en muchas cosas contigo, casi como si las hubiera investigado, lo cual, es raro, pero quizá seas tú una desconfiada. Las conversaciones son interesantes, llevaderas, te ves capaz de relacionarte nuevamente, sonríes, formas parte de algo por fin. Mientras oyes una risa, una pregunta con doble intención y alguien te insulta de forma indirecta. Pero prefieres mirar hacia otro lado, porque ese lugar es todo lo que tienes aquí y ahora. No hay más, y más te vale no fallar.

Sigues trabajando y escuchando, no terminas de creerte que todo vaya tan bien, que te sientas tan arropada, no puede ser que recibas todo ese amor ajeno de repente y sea tan perfecto. Algo debe de ocurrir, dentro de ti lo sabes, es ese instinto que quiere protegerte, OTRA VEZ. Notas que el ambiente no es el mismo, escuchas comentarios, a veces, te hacen el vacío. Vuelves a sentirte tú contra el mundo pero no puedes decírselo a nadie, es mejor dejarlo correr. Aquí es dónde cometes el segundo error, en aguantar. Empiezan a explotarte, siguen los insultos de forma indirecta, los comentarios lascivos, e intentan meterse contigo dándote más trabajo del que deberías o en revolver lo que ya hiciste para que lo vuelvas a hacer y hagas horas extras que no van a pagarte. Pones los ojos en blanco. Otra vez, no. Por favor, piensas. Pero sí, está ocurriendo otra vez.

Respiras hondo y tratas de ocultar tus emociones, lo que sientes al fin y al cabo, no importa. Gritas por dentro, pero nadie va a escucharte y tienes que aceptarlo. Sigues adelante. Empiezan los dolores de cabeza. Denotas que quieren echarte del grupo, quieren excluirte, no encajas y eso es lo que quieren. Han empezado una campaña de difamación contra ti que ni siquiera esperabas y te pilla con los pantalones bajados. En cuanto te das cuenta de qué pasa, te han echado, estás en el banquillo. Te sientas en las escaleras y te echas a llorar. Vaya racha. Te preguntas por qué no encajas pero la única respuesta que consigues encontrar es porque no eres como ellos. Y no debes serlo.

Empezaron las palpitaciones al llegar a casa, pensabas que se te salía el corazón del pecho. Empezaron a temblarte las manos casi cada noche. Sentías que la habitación giraba a tu alrededor y que tu tripa se revolvía. Pensabas constantemente en lo tonta que habías sido por confiar en ellos, por intentar tener relaciones normales. De una joven decente que solo buscaba un trabajo estable, te encuentras con que eres una puta que solo quieres acostarte con todos los empleados solo por hablar con ellos. Frustrante. Seguías sin comprenderlo. Y se te volvía a revolver la tripa. Cada mañana la cogías como si de un bebé en el vientre se tratara, evitando las náuseas y tratando de olvidarlo dando un paseo o haciendo ejercicio hasta reventar, pero el hecho estaba en que te sentías débil, incapaz.

Quizá ellos querían que te sintieras así. Indefensa. Cohibida. Inútil. Porque en realidad, eras competitiva, trabajadora, atenta con los clientes, amable, divertida, fuerte y consciente de todo lo que ocurría. No todo el mundo ve a una persona así y le aplaude, a muchos les explota la cabeza. Es una proyección de ellos mismos, de sus inseguridades, de sus miedos, se burlan de sí mismos porque no tienen otra cosa de la que alimentarse. Perturbados que viven de causar desastres. Los que tú no provocas. Respiraste hondo, ¿verdad? Y seguiste adelante. Buscaste otro trabajo como loca, aún con lágrimas en los ojos y heridas abiertas. Lo conseguiste porque, ahí estás tú, luchando de nuevo. Como fiel observadora.


Puedes apoyar el blog a través de Patreon, escribo relatos más elaborados y personales:

www.patreon.com/trackontime


As a Faithful Observer:

At first they are kind, attentive to you, they help you in everything. You tell yourself, «I could start to trust,» but that’s when you also start to make mistakes. After feeling on the pedestal on which you have been put since you entered that place, you feel alive, useful, that you serve to do the work entrusted, you throw hours, time, dedication and subtract from other important things. For all that it implies. For them.

After talking to him, you feel like you’re flying. It makes you feel good because he is charming, he coincides in many things with you, almost as if he had investigated them, which is rare, but maybe you are a distrustful person. Conversations are interesting, bearable, you see yourself able to relate again, you smile, you are part of something at last. While you hear a laugh, a question with double intent and someone insults you indirectly. But you prefer to look the other way, because that place is all you have here and now. There is no more, and you better not fail.

You keep working and listening, you do not finish believing that everything is going so well, that you feel so wrapped up, it cannot be that you receive all that love from others suddenly and it is so perfect. Something must happen, inside you know it, it is that instinct that wants to protect you, AGAIN. You notice that the atmosphere is not the same, you hear comments, sometimes, they start to ignore you. You feel yourself against the world again but you can’t tell anyone, it’s better to let it run. This is where you make the second mistake, in holding on. They start exploiting you, they continue with the indirect insults, the lewd comments, and they try to mess with you by giving you more work than you should or in stirring up what you already did so that you do it again and do overtime that they are not going to pay you. You roll your eyes. Again, no. Please, you think. But yes, it’s happening again.

You take a deep breath and try to hide your emotions, what you feel after all, it doesn’t matter. You scream inside, but no one is going to listen to you and you have to accept it. You keep going. Headaches begin. You denote that they want to kick you out of the group, they want to exclude you, you don’t fit in and that’s what they want. They have started a smear campaign against you that you didn’t even expect and it caught you up with your pants down. As soon as you realize what’s wrong, you’ve been kicked out, you’re on the bench. You sit on the stairs and burst into tears. What a mess. You wonder why you don’t fit in but the only answer you can find is because you’re not like them. And you shouldn’t be.

The palpitations started when you got home, you thought your heart was coming out of your chest. Your hands began to shake almost every night. You felt like the room was spinning around you and your gut was really upset. You constantly thought about how silly you had been for trusting them, for trying to have normal relationships. From a decent young woman who was just looking for a steady job, you find that you are a whore who just wants to sleep with all the employees just for talking to them. Frustrating. You still didn’t understand it. And your gut was upset again. Every morning you took it as if it were a baby in the womb, avoiding nausea and trying to forget it by taking a walk or exercising until it burst, but the fact was that you felt weak, incapable.

Maybe they wanted you to feel that way. Helpless. Self-conscious. Useless. Because in reality, you were competitive, hardworking, attentive to customers, kind, funny, strong and aware of everything that happened. Not everyone sees such a person and applauds him, many have their heads exploded. It is a projection of themselves, of their insecurities, of their fears, they make fun of themselves because they have nothing else to feed on. Disturbed who live by causing disasters. The ones you don’t provoke. You took a deep breath, right? And you kept going. You looked for another job like crazy, still with tears in your eyes and open wounds. You got it because, there you are, fighting again. As a faithful observer.


You can support the blog through Patreon, I write short stories more elaborated and personal:

www.patreon.com/trackontime


Publicado en Relatos

Todo en su Lugar:

Se había movido. Alguien había movido el jarrón del centro de la mesa. Empezó a sentirse nervioso, inquieto. Trató de seguir andando, las bolsas del supermercado le pesaban y no podía estar mucho tiempo de pie con ellas en las manos, observando el jarrón. Mientras sacaba la comida de las bolsas para ordenarla en la cocina, algo en su mente se activó para recordarle que el jarrón no estaba en su sitio. Quiso olvidarlo con todas sus fuerzas, pero no lo consiguió y tuvo que ir al salón. Primero cogió el metro que tenía guardado en el tercer cajón del mueble de la sala de estar y midió el espacio que tenía entre el jarrón y el borde para ponerlo exactamente igual a cómo estaba, ni un centímetro más ni uno menos, tenía que estar en su sitio.

Una sensación de tranquilidad le invadió tras recolocar el objeto, lo miró de lejos y pudo confirmar que así era, ya no le molestaba a la vista, estaba perfecto. Así que, podía volver a la cocina a organizar la comida. Todo debía estar dentro de las cajas que tenía dentro de la nevera, organizado por colores y en orden alfabético, como lo había hecho con todos sus libros de texto de su habitación y con las novelas que tenía en la estantería del pasillo, todo debía tener ese orden específico en su casa. Abrió y cerró la nevera tres veces para decirse que ya había terminado de colocarlo todo, si no lo hacía se ponía nervioso.

Subió a su cuarto a cambiarse de ropa. Cada prenda la dejaba meticulosamente doblada sobre la cama, luego la colocaba en el cajón que le pertenecía según el color y el tejido. A veces, creía que era un robot pero no podía evitar sentirse relajado cuando lo organizaba todo con esa pulcritud, es más, había recordado que no se había lavado las manos al entrar a casa tras salir a comprar. Podría tener gérmenes de otras personas. Y había tocado su ropa con ellos. También tenía que lavarla. Cogió toda la ropa de ese cajón y la echó a la lavadora, hasta que no empezó a lavarse no conseguía dejar de pensar en ello. Fue corriendo al lavabo para lavarse las manos con jabón, bastante. Siempre lo hacía dos veces, se sentía más seguro. Una sonrisa se dibujó en su cara, estaba limpio.

Bajó al salón a ver la televisión. Se sentó erguido, no le gustaba moverse mucho y tampoco sentir como si cayera dentro del sofá, le inquietaba y se sentía incómodo. Estuvo cambiando canales hasta que encontró el programa que hacían justo a las seis de la tarde, el canal Ciencia que no se perdía por nada del mundo, todos los días debía estar allí para verlo. Parecía hipnotizado, eclipsado por lo que ocurría en la pantalla, hasta que uno de los cristales del salón se rompió. Se giró bruscamente y vio que había caído una piedra dentro de casa desde fuera y que los niños habían estado jugando fuera con ella. Se levantó del sofá mirando la piedra y mirando a los niños que le observaban acercándose cada vez más a la casa. El ojo izquierdo le empezó a temblar, el labio inferior le temblaba también y notaba que el corazón empezaba a palpitarle rápido. Le habían roto el cristal. Y esa piedra estaba llena de barro, había dejado un pequeño camino por la parte derecha de su sofá… Tenía que limpiarlo. Ahora mismo.

Pero el timbre le interrumpió. Su cuerpo empezó a temblar un poco más, le castañeaban los dientes. ¿Quién le molestaba a las seis y diez de la tarde? Se estaba perdiendo el canal Ciencia. Abrió la puerta con fiereza. Los tres niños que habían tirado la piedra y le habían roto el cristal, venían a disculparse. Pero a Greg siguió sin gustarle. Aquello le había interrumpido su tarde de televisión y no podía tolerarlo. Los niños querían ayudarle a arreglarlo, pero él había dejado de oírles. Había cogido la piedra y les pegó con ella, varias veces. Solo quería oír la televisión. Y limpiar el sofá. Y arreglar el cristal. Y lavarse las manos. Por fin se callaron. Se dio cuenta de que la sangre salía de sus pequeños cuerpos, algo que le hizo expirar aliviado porque no volvería a oír más voces en su casa. Pero debía darse prisa o la sangre mancharía la alfombra. La ansiedad empezó de nuevo a aparecer, aumentando cada vez más.


Puedes apoyar el blog a través de Patreon, escribo relatos más elaborados y personales:

www.patreon.com/trackontime


Everything in its Place:

It had been moved. Someone had moved the vase from the center of the table. He began to feel nervous, restless. He tried to keep walking, the bags in the supermarket weighed on him and he couldn’t stand long with them in his hands, watching the vase. As he took the food out of the bags to sort it out in the kitchen, something in his mind was activated to remind him that the vase was not in place. He wanted to forget it with all his might, but he didn’t get it and had to go to the living room. First he took the meter he had stored in the third drawer of the furniture in the living room and measured the space he had between the vase and the edge to put it exactly as it was, not one centimeter more or one less, it had to be in place.

A sense of tranquility invaded him after repositioning the object, he looked at it from afar and could confirm that it was, it no longer bothered his eyes, it was perfect. So, he could go back to the kitchen to organize the food. Everything had to be inside the boxes he had inside the fridge, organized by colors and in alphabetical order, as he had done with all his textbooks in his room and with the novels he had on the shelf in the hallway, everything had to have that specific order in his house. He opened and closed the fridge three times to tell himself that he had finished putting everything on, if he didn’t he would get nervous.

He went up to his room to change his clothes. Each garment was meticulously folded on the bed, then placed in the drawer that belonged to it according to the color and fabric. Sometimes, he thought he was a robot but he couldn’t help but feel relaxed when he organized everything with that neatness, moreover, he had remembered that he had not washed his hands when entering the house after going out to buy the food. He could have germs from other people. And he had touched his clothes with them. He also had to wash them. He took all the clothes from that drawer and threw them into the washing machine, until it started washing he couldn’t stop thinking about it. He ran to the sink to wash his hands with soap, quite a lot. He always did it twice, he felt safer. A smile was drawn on his face, he was clean.

He went down to the living room to watch TV. He sat upright, didn’t like to move around much, and he didn’t like to feel like he was falling on the couch, he was uneasy and uncomfortable. He was changing channels until he found the program he liked just at six in the afternoon, the Science channel that he was not miss for anything in the world, every day he had to be there to see it. He looked mesmerized, overshadowed by what was happening on the screen, until one of the windows in the living room broke. He turned sharply and saw that a stone had fallen inside the house from outside and that the children had been playing outside with it. He got up from the sofa looking at the stone and looking at the children who watched him getting closer and closer to the house. His left eye began to tremble, his lower lip was also shaking and he noticed that his heart was beginning to beat fast. His glass had been broken. And that stone was full of mud, it had left a small path on the right side of his sofa… He had to clean it up. Right now.

But the doorbell interrupted him. His body began to tremble a little more, his teeth were browning. Who bothered him at six and ten in the afternoon? He was missing the Cience channel. He opened the door fiercely. The three children who had thrown the stone and broken the glass, came to apologize. But Greg still didn’t like it. That had interrupted his television afternoon and he could not tolerate it. The children wanted to help him fix it, but he had stopped listening to them. He had taken the stone and hit them with it, several times. He just wanted to hear the TV. And clean the sofa. And fix the glass. And wash his hands. They finally shut up. He noticed that blood was coming out of their small bodies, something that made him expire relieved that he would not hear more voices in his house. But he had to hurry up or blood would stain the carpet. Anxiety started again, rising.


You can support the blog through Patreon, I write short stories more elaborated and personal:

www.patreon.com/trackontime