Publicado en Relatos

Distorsión:

Podía oírles hablar desde el otro lado de la puerta. Les miraba. Sus padres discutían sobre qué era lo mejor para él, un niño tímido, introvertido, que solo quería que le dejaran solo. Después de la charla con la tutora, no parecía que estuvieran muy contentos con Shawn. Se sentía mal. Incluso, se sentía culpable, sentía que les causaba problemas, que les estaba separando de algún modo. No quería escuchar la conversación pero no podía evitarlo. Lágrimas se formaban en sus ojos, haciéndole sentir distanciado, solo.

– Te empeñaste en cambiarle de colegio, ¡sabía que pasaría algo así! – dijo la madre de Shawn, enfadada -.

– Esto no tiene que ver con ningún cambio de colegio, el chico es callado – su padre se encogió de hombros -.

– Siempre tratando de salvarte de la culpa… – su madre cruzó los brazos esta vez, con una mirada inquisidora -.

Estuvieron discutiendo un rato más, casi hasta la hora de la cena. Shawn se encerró en su cuarto, tratando de entender qué había de malo en ser como era, en ser callado. No hablaba porque no sabía muy bien qué decir, no solía empezar conversaciones y, cuando lo hacía, decía alguna tontería de la que se arrepentía más tarde. Era raro. Se consideraba raro.

La hora de cenar llegó y el silencio envolvió la estancia. Sus padres se miraban, tratando de encauzar el principio de lo que sería una conversación incómoda. Cintia empezó a hablar.

– Hemos hablado con tu tutora hoy – Shawn asintió, mientras decidía si comerse ese trozo de brócoli o dejarlo en el plato, no estaba convencido si sería buena idea comérselo, le daba mucho flato – Tus notas están bien, dice que eres un niño estupendo.

– Am… Bien – susurró Shawn, no había mucho más que decir. Siguió mirando el plato.

– Lo que ha comentado también es que no hablas con los demás niños – John siguió con suavidad, tratando de mantener una voz pausada y uniforme – ¿Hay alguna razón?

Shawn se sonrojó. Cuatro ojos observándole, en busca de explicaciones que no estaba seguro de si quería dar o de si alguien iba a entender. Se encogió de hombros. Decidió apartar el brócoli, al tiempo que sus padres se miraban, perplejos. Siguió comiéndose los guisantes, despacio. Cintia, decidió volver a intentarlo.

– Cariño, ¿hay algo de lo que quieras hablar? – le puso la mano en el hombro, ayudándose de una voz dulce, plana y suave – Puedes contárnoslo.

Shawn movió la cabeza en señal de negación. No dijo una palabra. Solo les escuchó a ellos hablar. Los seres humanos son seres sociables, por ello deben hablar y relacionarse con otros, no aislarse y formar su propio mundo. La tutora de Shawn quería que estuviera con los otros niños en el recreo, que participara en clase igual que ellos, que riera, cantara villancicos en Navidad y que jugara al «pilla-pilla» hasta acabar reventado. Eso era también lo que sus padres querían. Le miraban con esa cara de esperar un cambio razonable en poco tiempo, que dejó a Shawn clavado en la silla, sin poder moverse.

Lo cierto era que él no entendía el por qué de tanta exigencia. No le gustaba hablar. No le gustaba relacionarse. No encontraba a otros niños interesantes. No sabía empezar conversaciones. Temblaba de terror cada vez que quería hacerlo. Tartamudeaba como un tonto. Ellos se reían porque no le entendían y parecía un tonto. Se sentía inadecuado. No formaba parte de ello. Lo que su tutora y su familia querían entraba en conflicto con lo que él quería, pero pensó en darle un oportunidad, así sus padres no volverían a discutir y sus profesores dejarían de comentarlo. Todo el mundo estaría contento.

Un día, después de las clases, Shawn se acercó a un grupo de niños para jugar a la pelota. Lo dijo de forma inocente, sincera, quería jugar con ellos. Ambos estuvieron pasándose la pelota, evitando que Shawn la cogiera. Al principio, parecía un juego a ojos de Shawn, pero no era para nada un juego. Ellos se reían. Alto, muy alto. Empezaron a decirle que era tonto y un estúpido por ser tan bajito y no alcanzar la pelota. Otros se acercaron a paso rápido, para ver qué ocurría, para animarles a seguir haciendo lo que hacían con Shawn, porque se estaban divirtiendo. A excepción de él.

Le empujaron, le patalearon, se rieron, cuchichearon y le robaron el almuerzo. Le dejaron allí tirado en el suelo, llorando, agarrándose la tripa. Había sido la primera vez que se abría, y no había salido nada bien. Estaba confuso, contrariado. Eso era lo que todo el mundo hacía y todos querían, ¿por qué no había salido bien? Quiso contarlo, pero nadie lo entendería, así que, volvió a sus clases, serio, callado, fingiendo que todo iba bien y volvió a casa, con una sonrisa de oreja a oreja.

– ¿Qué tal en la escuela, Shawn? Te veo muy contento – le dijo su madre cuando llegó a casa -.

– Hoy he hecho muchos amigos, he hablado mucho – dijo Shawn con una voz entusiasta -.

Se fue a su habitación con una sonrisa. Les había complacido. Ahora solo tenía que lamerse las heridas en silencio, llorar debajo de las sábanas y pretender que nada había cambiado. Era un ser humano, y los seres humanos se socializan.


Distortion:

He could hear them talking from the other side of the door. Looking at them. His parents argued about what was best for him, a shy, introverted boy who just wanted to be left alone. After the talk with the tutor, they didn’t seem to be very happy with Shawn. That made him feel bad. He even felt guilty, feeling that he was causing them trouble, that he was separating them in some way. He didn’t want to listen to the conversation but he couldn’t help it. Tears were formed in his eyes, making him feel distanced, lonely.

«You insisted on transfer him to another school, I knew something like this would happen!» Shawn’s mother said angrily.

«This has nothing to do with any change, the boy is quiet,» his father shrugged his shoulders.

«Always trying save your ass…» his mother crossed her arms this time, with an inquisitive look.

They argued for a while longer, almost until dinner time. Shawn locked himself in his room, trying to understand what was wrong with being the way he was, with being quiet. He didn’t speak because he didn’t quite know what to say, he didn’t usually start conversations, and when he did, he would say something stupid that he later regretted. He was weird. He was considered weird.

Dinner time arrived and silence enveloped the room. His parents looked at each other, trying to get the start of what would be an awkward conversation going. Cynthia began to speak.

«We talked to your tutor today.» Shawn nodded, while he was deciding whether to eat that piece of broccoli or leave it on the plate, he wasn’t convinced if it would be a good idea to eat it, it usually caused him flatulence. «Your grades are good, she says you’re a great kid.»

«Um… Good.» Shawn whispered, there wasn’t much more to say. He kept looking at the plate.

«What she has also said is that you don’t talk to the other children,» John continued softly, trying to keep his voice calm and firm. «Is there a reason?»

Shawn blushed. Four eyes watching him, searching for explanations he wasn’t sure if he wanted to give or if anyone would understand. Shrugging, he decided to put the broccoli away, while his parents looked at each other, puzzled. He started eating the peas, slowly. Cyntia decided to try again.

«Honey, is there something you want to talk about?» She put her hand on his shoulder, helping herself with a sweet, flat and soft voice. «You can tell us about it.»

Shawn shook his head in denial. He didn’t say a word. He only listened to them speak. Human beings are sociable beings, so they must talk and interact with others, not isolate themselves and create their own world. Shawn’s tutor wanted him to be with the other kids at school breaks, to participate in class just like they did, to laugh, sing Christmas carols, and play tag until he was exhausted. That was also what his parents wanted. They looked at him with that face of expecting a reasonable change in a short time, which left Shawn rooted in the chair, unable to move.

The truth was that he did not understand why they were so demanding. He didn’t like to talk. He did not like to connect with others. He did not find other children interesting. He didn’t know how to start conversations. Trembled in terror every time he wanted to do it. He was stuttering like a fool. They laughed because they didn’t understand him and he looked like a fool. He felt inadequate. Not being part of it. What his tutor and his family wanted conflicted with what he wanted, but he thought of giving it a chance, so his parents wouldn’t argue again and his teachers would stop commenting on it. Everybody would be happy.

One day after school, Shawn went up to a group of kids to play catch. He said it innocently, sincerely, he wanted to play with them. They were both passing the ball around, preventing Shawn from catching it. At first, it seemed like a game to Shawn’s eyes, but it wasn’t a game at all. They were laughing. High, very high. They began to tell him that he was dumb and stupid for being so short and not reaching the ball. Others hurried over, to see what was going on, to encourage them to keep doing what they were doing with Shawn, because they were having fun. Except him.

They pushed him, kicked him, laughed, whispered and stole his lunch. They left him there lying on the ground, crying, clutching his stomach. It had been the first time he opened up, and nothing had gone well. He was confused, upset. That was what everyone did and everyone wanted, why hadn’t it worked out? He wanted to tell it, but no one would understand, so he went back to his classes, serious, quiet, pretending that everything was okay and he came back home with a smile from ear to ear.

«How was school, Shawn? I see you very happy,» his mother told him when he got home.

«I’ve got a lot of friends today, I’ve talked a lot,» Shawn said in an enthusiastic voice.

He went to his room with a smile. It had pleased them. Now he just had to lick her wounds in silence, cry under the covers and pretend that nothing had changed. He was a human being, and human beings socialize.



Publicado en Personajes

Moira: Perdiendo a un Amigo

Relato procedente: «Ácido«. Edad: 34 años.

Ciudad: Detroit. Profesión: Tatuadora.

Descripción física:

Mi cabello es de color castaño oscuro, al igual que mis ojos, suele ir recogido con una coleta en el lado izquierdo de la cabeza. Mis labios son finos, mi piel algo pálida y me gusta vestir con vaqueros y sudaderas, normalmente, de color negro. Soy de complexión delgada, creo que siempre lo he sido, me gusta utilizar zapatos cómodos y no perder mucho tiempo eligiendo mi ropa.

Descripción de la personalidad:

Me agradan los momentos a solas, donde puedo estar en silencio, no suelo ser muy habladora pero cuando tengo algún contacto con alguien, me gusta mantenerlo. Me considero bastante empática, sensible y amable, aunque trato de distanciarme un poco de los demás cuanto puedo, no todo el mundo es bueno y no todo el mundo desea lo mejor para ti. Podría decir que soy bastante desconfiada, odio que me interrumpan cuando estoy viendo una película y no me gusta salir de fiesta, adoro leer con una única luz iluminando el salón, con eso me basta.

Una infancia loca:

Mis padres se divorciaron cuando tenía unos ocho años, fue complicado y confuso, no dejaban de hablar de mí como si fuese un objeto que debía ser transportado cada fin de semana, sin sentimientos o sin valor de elección. Supongo que eso fue lo que más me dolió, aparte de sus enfados absurdos y peleas por dinero, aparte de decirse las cosas más horribles que se podrían decir a otro ser humano, mientras yo estaba delante, escuchando. He de reconocer que no siempre prestaba atención, pero cuando lo hacía, tan solo quería esconderme en algún lugar apacible para encontrar algo de silencio y sentirme cómoda por una vez.

No me prestaban mucha atención, así que, me dedicaba a leer y a dibujar más que nada. Lo que más me apasionaba era esto último, aunque nadie se hubiese dado cuenta, solo mi profesora de dibujo. Para mi padre eran tonterías, estaba más enfocado en su enfado con mamá y para ella, era tan solo una fase que se terminaría pronto. La buena noticia fue que duró hasta mucho después de lo que ellos predijeron, se convirtió en una pasión difícil de erradicar.

Deseando salir de casa:

En mi etapa adolescente, lo único que quería hacer era salir de aquella casa de locos. Sí, puede que mis padres debieran separarse sin más, dejar su estúpida relación tóxica y seguir adelante, pero no lo hicieron. Pues qué locura, ¿no? Lo confirmo, porque lo era. Se mantuvieron juntos por mí, sin pensar que podría hacerme más daño que estuvieran juntos y discutiendo que separados y con ambientes tranquilos. Supongo que en estos momentos yo solo pensaba en mí misma, no es que fuera buena estudiante pero solo quería pasar y terminar la secundaria. Si lo hacía, podría buscar un trabajo y salir de allí cuanto antes.

Aunque las cosas no fueron tan bien como esperaba. Tuve que quedarme hasta los dieciocho, hasta que conocí a Daven, algo así como un amigo para toda la vida que iba a salvarme el culo. Yo no tenía ni idea de que iba a hacerlo. Se había ido de casa con dieciséis, había estado trabajando aquí y allá, en esos momentos trabajaba de mecánico, tenía cuatro años más que yo. Fue él quién me sugirió el vivir juntos, sabía que mi situación no era la adecuada y odiaba verme así, lo cual, creyó oportuno comentarlo, no cabía en mí de orgullo y, a la vez, de vergüenza, me hubiera gustado hacer las cosas por mí misma. Nos prometimos que sería algo temporal hasta que yo pudiera sostenerme fuera de casa de mis padres.

Trabajos y más trabajos:

Sí, tenía dieciocho años, me había independizado y trabajaba como una mula. Trabajando de camarera, en ayudante de cocina, vendedora en tiendas de ropa de segunda mano, de recepcionista, secretaria, bibliotecaria en universidades… y no sé cuántas cosas más. Pero estaba agotada. Hacía más horas que un reloj y todo para poder sostener mis gastos y mis estudios. Quería hacer algo relacionado con el arte, con lo que pudiera dibujar y tener mi propio negocio, así que decidí estudiar para hacerme tatuadora. No fue una decisión fácil, tampoco barata, pero Daven me ayudó. En realidad, me ayudaba en todo, sin hacer preguntas. Era un cielo. Dulce, cariñoso, atento, detallista, un gran tío echo pedazos por todas las novias que le habían roto el corazón. Y no me miréis, yo no quería ser la última que lo hiciera, él era un terreno que no quería pisar.

Es cierto que llegaba reventada. Tras tantas horas de trabajo no quería hacer nada, tan solo tirarme en el sofá y ver una película de cualquier cosa que Daven quisiera ver. Nos volvimos muy cercanos, uña y carne con los años, no funcionábamos el uno sin el otro, teníamos más amigos comunes con los que solíamos salir pero con quiénes más confiábamos era en nosotros, supongo que conseguimos crear nuestro propio mundo a parte del de los demás, éramos como hermanos, no teníamos secretos.

La enfermedad de Daven:

Como se suele decir, no todos los finales son felices. Este no fue uno de ellos. Daven empezó con algunos síntomas bastante leves pero frecuentes. Un día se asustó y decidió ir al médico porque tosió sangre. Todo pasó de un día para otro, al igual que su diagnóstico. Tenía cáncer de pulmón. Estuvo medicado durante bastante tiempo, iba a radioterapia. Lo tenía bien enganchado porque no funcionaba. No le remitía. Daven pretendía estar bien, siempre con la cabeza bien alta, nadie sabía qué ocurría a excepción mía. Físicamente, se sentía fatal y psicológicamente, bueno echo una mierda. Sabía que no había solución y que podría ocurrir en cualquier momento. La muerte estaba esperando en cada esquina.

Yo estaba haciéndome a la idea, no podía creerlo. Iba a perderle, así sin más. Todo iba bien, justo en ese momento, creo que llegó a ser el mejor momento de nuestras vidas. Él consiguió crear su propio taller de coches que tanto había soñado tener y yo mi estudio de tatuaje. Nos habíamos mudado a un piso un poco más grande en el que por fin, podíamos permitirnos tener más cosas y vivir fuera un poco más, como ir a restaurantes o ir al cine. En ese momento, habíamos tenido suficientes razones para sonreír. Todo se había arreglado al final, todo iba bien, según lo planeado. Hasta ese momento, hasta el momento del diagnóstico.

El ácido:

Acompañé a Daven a su última revisión. No había nada más que hacer, el cáncer se había avanzado mucho y no se podía remitir. Le habían dado dos meses de vida. Por lo que, pensaba ayudarle en todo lo que hiciera falta para poner sus asuntos en regla, para despedirse y hacer lo necesario para irse tranquilo. Yo quería ser quién le diese la mano cuando se marchara, esperaría a verle expirar su último aliento. Para mí estaba siendo descorazonador, incluso, lloraba a escondidas, aunque frente a él pretendía ser fuerte para que él también lo fuera, era mi trabajo como su amiga.

Pero esa vez, esa última vez que le vi, traía consigo un bote con un líquido transparente y unos papeles en la mano. Le pregunté varias veces qué era aquello, tan solo me contestó que quizá era la solución a todos sus problemas. Era una cura. La cura milagrosa que había ayudado a miles de personas con su enfermedad. Al menos, eso fue lo que le dijo el médico. Siento decirlo pero no me creí ni una sola palabra. Daven firmó los papeles que eximían al hospital de cualquier responsabilidad si a él le ocurría algo tras ingerir aquel líquido transparente. Insistí, creo que hasta demasiado, con que no lo hiciera, que lo pensara mejor, pero estaba desesperado y, a decir verdad, yo también.

Tras el primer sorbo, Daven no dejó de revolverse, de cogerse la tripa y quejarse de que le ardía. Traté de decirle que debíamos ir al hospital de nuevo a que le lavaran el estómago porque aquello no era normal, una cura no puede hacer el efecto contrario. Pero él estaba seguro, muy seguro de que aquello iba a funcionar porque el doctor lo había dicho. Una parte de mí quiso creerle y esa parte le dejó continuar, algo de lo que ahora me arrepiento. Se tragó el resto de líquido. Pensé que iba a darle un ataque porque se cayó al suelo cogiéndose el estómago, no podía hablar, tampoco gritar, se estaba deshaciendo por dentro, literalmente. Cuando le cogí entre mis brazos, ya no había expresión en sus ojos, ya se había ido.

Un futuro sin Daven:

Ha sido duro desde que ocurrió, no voy a negarlo. Ha sido diferente no tenerle en casa, no llamarle al llegar a casa, no preparar juntos la cena o ver películas hasta altas horas de la mañana, reír hasta reventar o contarnos nuestras penas por el simple echo de escucharnos. Solo tengo su cara inexpresiva en mi cabeza, esa imagen se repite una y otra vez, no puedo erradicarla, no puede ni siquiera pretender que no existe o que no ha existido, porque incluso su habitación está igual que siempre, su orden dentro de su desorden. No he podido tocar su ropa, ni siquiera me he acercado a su cama, a sus discos, al ordenador, tampoco he llamado a sus padres para que vengan a recoger sus cosas. Eso sería como admitir que se ha ido.

Puedo decir con certeza que un pedazo de mí se ha ido, se ha desvanecido en el aire de un día para otro, sin poder retornar a ello, sin poder rechistar. Quizá venda su taller, quizá lo deje funcionando. Quizá me mude a otro piso más pequeño o quizá me quede. Todo sigue muy confuso, darme tiempo es la mejor opción. Es curioso cómo te jode la vida sin tú esperarlo.

Publicado en Recomendaciones

Comentando libro «Mockingjay» – Suzanne Collins:

Katniss Everdeen ha sobrevivido a los Juegos del Hambre dos veces. Pero ella todavía no está a salvo. Una revolución se está desarrollando, y todos, al parecer, han participado en los planes cuidadosamente establecidos, todos excepto Katniss.

Y, sin embargo, ella debe desempeñar el papel más vital en la batalla final. Katniss debe convertirse en su Sinsajo, el símbolo de la rebelión, sin importar el costo personal.

El año pasado leí los dos primeros libros y me encantaron, pero de los tres, me sigo quedando con el primero. Este año, estaba claro que iba a empezar este para terminar con la saga. Como siempre, no me ha decepcionado para nada, he podido ver en párrafos lo que pasaba en la película, cada escena estaba muy bien explicada. Suzanne Collins tiene ese arte de sentirse cerca de ti a través de sus letras, te hace sentir parte de la historia y parece que el personaje esté presente en la comodidad de tu salón, que todo esté pasando a tu alrededor.

En esta parte de la saga, podemos ver a una Katniss herida, tanto física como psicológicamente. En un primero momento, al creer que Peeta ha muerto tras haber sido atrapado por Snow, ella fue llevada al distrito 13 y se ha mantenido ahí durante meses, tratando de sobrellevar su estado actual. Creo que este personaje siempre ha mostrado una fortaleza propia de su carácter, ha sido igual de cabezota, pero algo más sociable, la autora nos ha mostrado a una Katniss paciente, encerrada, algo más calmada pero preparada para luchar cuando fuera requerido. Por supuesto, tras el final del segundo libro, Suzanne Collins nos presenta en este el futuro de Katniss, utilizada como objeto de la rebelión. Ella se convierte en el Sinsajo, aunque al principio no está de acuerdo.

Las relaciones de los personajes van evolucionando, en este caso, con Gale y Katniss aunque no es tan profunda como lo era antes. Existen dudas, remordimientos quizá, comparaciones que al principio no se ven pero que luego empiezan a resurgir, como lo que siente Katniss por Peeta realmente. En los primeros dos libros no se vuelve quizá tan evidente, ella trata de esconder lo que siente a toda costa pero en este tercer libro, nos topamos con una Katniss un tanto más segura sobre sus sentimientos hacia Peeta. Todo se aclara tras haber pasado tanto tiempo sin él, creyendo que ha muerto, tratando de aceptar la idea de que no va a volver a verle. De hecho, la vuelta del este personaje, hace que todo se vuelva un tanto más frío y con más acción, dado que, no sabes cómo va a reaccionar, mucho menos en un campo de batalla, pero utilizarle como objeto para romper a Katniss desde dentro, fue una idea excepcional.

Es verdad que, como he estado comentando por encima, es muy interesante que en este libro hayan incluido quizá algo más de acción que en los dos primeros, que la autora nos haga protagonistas de la guerra que se libera entre los distritos y cómo Katniss pide estar en primera línea de fuego. En sí, tiene cierta variedad entre momentos donde está encerrada recuperándose de sus heridas, lo cual, es prácticamente hasta tener casi la mitad del libro leído y, tiempo después, te abre las puertas a la guerra y a la acción que se produce. Es muy entretenido, el ritmo es perfecto, no te aburre en ningún momento, te mantiene en la trama, incluso, intrigada y el contexto siempre me ha encantado, desde el primer libro.

Tiene diferentes matices, el final creo que es uno de los mejores donde te explica qué ocurre con Peeta y Katniss, los diferentes ambientes y la forma en que terminan con el Capitolio. La forma de expresarlo, describirlo y darle un acabado, me ha gustado mucho, la verdad. He apreciado que tuviera un final cerrado, aunque ya me imaginaba que iba a pasar. Está bien que te dejen imaginar cómo han acabado todos los distritos después de la guerra sin contarte cómo van a volver a reconstruir las sociedades, me hubiera gustado saberlo, solo por curiosidad pero supongo que eso daría para otro libro entero. En general, me ha encantado, lo recomendaría un 100% habiendo leído los dos primeros, obviamente.


Commenting «Mockingjay» book Written by Suzanne Collins:

Katniss Everdeen has survived the Hunger Games twice. But she’s still not safe. A revolution is unfolding, and everyone, it seems, has had a hand in the carefully laid plans – everyone except Katniss.

And yet she must play the most viral part inn the final battle. Katniss must become their Mockingjay – the symbol of rebellion – no matter what the personal cost.

Last year I read the first two books and I loved them, except the three, I still liking more the first one. This year, it was clear that I would take the book and start to read it to end the saga, finally.As always, I was not disappointed at all, I could see in paragraphs what happened in the film, each scene was very well explained. Suzanne Collins has that art of feeling close to you through her words, she makes you feel part of the story and it seems that the character is present in the comfort of your living room, that everything is happening around you.

In this part of the saga, we can see a wounded Katniss, both physically and psychologically. At first, believing that Peeta has died after being caught by Snow, she was taken to District 13 and has remained there for months, trying to cope with her current condition. I think this character has always shown a strength of her character, she has been just as stubborn, but something more sociable, the author has shown us a patient, locked Katniss, somewhat calmer but prepared to fight when required. Of course, after the end of the second book, Suzanne Collins introduces us to the future of Katniss, used as an object of rebellion. She becomes the Mockingjay, although at first she disagrees.

The relationships of the characters evolve, in this case, with Gale and Katniss although it is not as deep as it was before. There are doubts, regrets perhaps, comparisons that at first are not seen but then begin to resurface, like what Katniss really feels for Peeta. In the first two books it does not become perhaps so obvious, she tries to hide what she feels at all costs but in this third book, we run into a Katniss somewhat more confident about her feelings towards Peeta. Everything becomes clear after having spent so much time without him, believing that he has died, trying to accept the idea that she will never see him again. In fact, the return of this character, makes everything become a bit colder and with more action, since you do not know how he will react, much less on a battlefield, but using him as an object to break Katniss from within, was an exceptional idea.

It is true that, as I have been commenting above, it is very interesting that in this book they have included perhaps more action than in the first two, that the author makes us protagonists of the war that is being released between the districts and how Katniss asks to be in the front line of fire. In itself, it has a certain variety between moments where it is locked up recovering from its wounds, which is practically until you have almost half of the book read and, some time later, it opens the doors to war and the action that occurs. It is very entertaining, the rhythm is perfect, it does not bore you at any time, it keeps you in the plot, even intrigued and the context has always amused me, since the first book.

It has different nuances, the ending I think is one of the best where it explains what happens with Peeta and Katniss, the different environments and the way they end with the Capitol. The way of expressing it, describing it and giving it a finish, I liked it a lot, honestly. I appreciated that it had a closed end, although I already imagined how it would happen. It’s okay to be allowed to imagine how all the districts have ended up after the war without telling you how they are going to rebuild societies, I would have liked to know, just out of curiosity but I guess that would make for another whole book. Overall, I loved it, I would recommend it 100% having read the first two, obviously.


Publicado en Reflexiones

Nombre:

Tenías un nombre, había una fecha, un momento en el que todo se volvía claro. Solo formaba una palabra, la manera en que lo decía, en que pronunciaba tu nombre quizá te gustara. No era más que otra forma de tenerme entre tus brazos para no soltarme. Quise olvidarlo tantas veces, dejar que el pasado lidiara con ese nombre, que lo erradicara de mi cabeza, de mi existencia misma, pero ni siquiera eso podía salir bien. Cada vez que lo escuchaba, no podía evitar esbozar una sonrisa, emitir un leve grito de entusiasmo, incluso, podía sonrojarme con solo pensarlo. Era patético. Quizá yo lo fui.

No podía olvidarte. No podía olvidarlo. Era solo un nombre de alguien que se fue, que no debió de dejar huella, que debió de desaparecer. Me hacía recordar un cabello castaño, unos ojos negros, unos labios gruesos, brazos fuertes, suaves manos y esa vibración de protección que emanabas provenía de otro planeta. Trataba de dejarlo atrás, pero las palabras tienen poder sobre la vida y tu nombre era una palabra. Lo echaba de menos en cada cena, sentada a la mesa que antes compartimos, aún seguía encendiendo una vela, como si fuéramos a participar en un momento privado, romántico. Tu plato seguía allí, frente al mío. Vacío, pero al menos, podía imaginarte. Se había convertido en una obsesión que no le contaba a nadie.

Todos creían que te había olvidado. Que nuestras discusiones no seguía escuchándolas en mi cabeza, que no rebobinaba nuestras conversaciones en la cama antes de hacer el amor y no las volvía a escuchar cada vez que me iba a dormir. Evitaba hablar de mi insomnio, ni siquiera mi médico lo sabía, echaba de menos tenerte justo al lado. Cuando no podías pegar ojo, sabía que observabas como dormía, te parecía romántico, a mí un tanto siniestro. Nos reíamos. Todo parecía sencillo, hasta que otro huracán venía a arrasarlo todo, una nueva conversación en la que no encajábamos las ideas. Tras cada grito frustrado, nos abrazábamos. Tras cada bofetada, nos besábamos. Tras cada momento de celos, nos mirábamos de esa manera que hacía que los planetas dejaran de girar.

Éramos tóxicos. Volátiles, imperfectos. Todo se volvió complicado, demasiado como para quedarnos, como para seguir compartiéndonos. Dejamos de entendernos. Pero seguíamos teniendo sexo. Dejamos de acariciarnos con cariño. Pero seguíamos cogiéndonos de la mano mientras veíamos una película. Dejamos de querer vernos. Pero seguíamos haciéndolo a escondidas. Lo nuestro era una historia de nunca acabar. Quería apartarte de mí, pero tenerte al lado. Decirte que te odiaba, pero que te quería demasiado como para dejarte ir. Te daría el mundo entero, pero también lo alejaría para que no pudieras deshacerlo de un soplo. Nos llegamos a odiar tanto que dolía y nos llegamos a querer tanto que nos dolía.

Saliste por la puerta con una maleta, dejando tu nombre escrito en la pared. Lo hiciste con la navaja. Esa navaja que utilizamos cuando éramos unos niñatos y escribimos nuestros nombres en las literas en las que dormimos en casa de tus padres. He pensado tantas veces en borrarlo, pero nunca lo he hecho. Esta casa sigue oliendo a ti, a tu colonia. Al igual que los cojines, las sábanas, incluso, las mantas del sofá. A veces, creo que no puedo respirar, quiero coger el teléfono y pedirte que vuelvas, hacer el amor hasta el amanecer y contarnos todo lo que nos hemos perdido estando separados. Pero aún recuerdo la última vez que discutimos. Sigue presente, todavía tengo pesadillas. Me empujaste tan fuerte que me di contra el canto de la mesa de té, mi nariz no paraba de sangrar. No dejaste que me moviera del rincón, seguías gritando. Seguías rompiendo cuadros, cualquier cosa que pillabas. Te habías vuelto loco de ira. El salón estaba echo un desastre. Yo estaba echa un desastre. Y ya había dejado de conocerte, tu nombre ya no significaba nada.

Sigo tratando de salir adelante, con tristeza o sin ella. Con melancolía o sin ella, tratando de aclarar mis pensamientos. Aunque tu nombre siga en la pared, en mi memoria, en mi corazón.


Name:

You had a name, there was a date, a moment when everything became clear. It only formed a word, the way I said it, the way I pronounced your name, you might like it. It was just another way of holding me in your arms so you wouldn’t let me go. I wanted to forget you so many times, to let the past deal with that name, to eradicate it from my head, from my very existence, but even that couldn’t work out. Every time I heard it, I couldn’t help but smile, emit a slight cry of enthusiasm, I could even blush just thinking about it. It was pathetic. Maybe I was.

I couldn’t forget you. I couldn’t forget it. It was just a name of someone who left, who must not have left a trace, who must have disappeared. It reminded me of that brown hair, black eyes, thick lips, strong arms, soft hands and that vibration of protection that you emanated from another planet. I was trying to put it behind me, but words have power over life and your name was a word. I missed you at every dinner, sitting at the table we shared before, still lighting a candle, as if we were going to participate in a private, romantic moment. Your plate was still there, in front of mine. Empty, but at least, I could picture you. It had become an obsession that I told no one.

Everyone thought that I had forgotten you. That I didn’t keep hearing our arguments in my head, that I didn’t rewind our conversations in bed before we made love and didn’t listen to them every time I went to sleep. I avoided talking about my insomnia, not even my doctor knew, I missed having you right by my side. When you couldn’t sleep a wink, I knew you were watching me sleep, it seemed romantic to you, a bit creepy for me. We laughed. Everything seemed simple, until another hurricane came to destroy everything, a new conversation in which we did not fit the ideas. After each frustrated scream, we hugged each other. After each slap, we kissed. After every moment of jealousy, we’d look at each other in that way that made the planets stop spinning.

We were toxic. Volatile, imperfect. Everything became complicated, too much to stay, to continue sharing. We stop understanding each other. But we still had sex. We stop caressing each other affectionately. But we kept holding hands while watching a movie. We stop wanting to see each other. But we kept doing it secretly. Ours was a never ending story. I wanted to take you away from me, but have you by my side. Tell you that I hated you, but that I loved you too much to let you go. I’d give you the whole world, but I’d also push it away so you couldn’t blow it away. We came to hate each other so much that it hurt and we came to love each other so much that it hurt.

You walked out the door with a suitcase, leaving your name written on the wall. You did it with the razor. That knife we ​​used when we were kids and wrote our names on the bunk beds we slept in at your parents’ house. I have thought so many times about erasing it, but I have never done it. This house still smells like you, your cologne. Like the cushions, the sheets, even the blankets on the sofa. Sometimes I think I can’t breathe, I want to pick up the phone and ask you to come back, make love until dawn and tell us everything we’ve missed being apart. But I still remember the last time we argued. It’s still present, I still have nightmares. You pushed me so hard that I hit the edge of the tea table, my nose wouldn’t stop bleeding. You didn’t let me move from the corner, you kept yelling. You kept breaking pictures, whatever you caught. You had gone mad with anger. The living room was a mess. I was a mess. And I had stopped knowing you, your name no longer meant anything.

I keep trying to get by, sad or not. Melancholy or not, trying to clear my thoughts. Although your name is still on the wall, in my memory, in my heart.


Publicado en Relatos

Ácido:

Vi sus manos temblar, al igual que su ojo izquierdo, sus piernas parecían de gelatina, no sabía muy bien qué decir pero parecía desesperado. Quería encontrar una solución. Al principio, lo consideré normal. Iba a morir, el médico no le dio más que un par de semanas más de vida, después de eso, bon voyage. No me gustaba la idea, ninguna de las dos, que un amigo tan cercano muriera a la edad de cuarenta años y que tuviéramos una única oportunidad de hacerlo bien. Había firmado unos papeles estúpidos donde explicaba que el doctor no se hacía cargo de lo que pudiera ocurrir con esa cura milagrosa, que solo era una prueba de laboratorio, decían que había curado a más de mil personas, no importaba la dolencia, Daven se había creído toda la historia, siempre había sido impulsivo pero esto se le estaba yendo de las manos.

– ¿Lo has pensado bien? – le pregunté justo cuando entramos en su casa – Deberías de tomarte el tiempo que necesites para reflexionar.

– Esto puede salvarme, hacerme olvidar esta mierda. Tengo que intentarlo, ¡es mi última oportunidad! – su voz empezaba a elevarse, al igual que sus ojos a agrandarse un poco más -.

– No sabes qué te ha dado, ni siquiera sabes qué es eso – le dije, acercándome a él – Podría incluso ser agua.

– Mejor lo averiguamos, ¿no?

Se encogió de hombros, mientras dejaba los papeles a un lado ya firmados y abría la botella. No tenía un gran tamaño, parecía bastante mañosa, cabía en una mano. El color del líquido era totalmente transparente, no daba la sensación de que pudiéramos esperar nada malo. Traté de convencerme a mí misma de que estaría bien, esperaba que algo bueno saliera de esto. Comprendía que Daven llevaba un par de años bastante jodido, desde que se enteró de su cáncer que no hablaba de otra cosa, sentí que iba a sufrir la pérdida de un amigo muy querido y obviamente, empezó a afectarme más de lo que debería, aunque trataba de mantenerlo en secreto. Creo que le dejé tomar ese primer sorbo de la botella porque también quería creer que le estaba ayudando, le apoyaba para que siguiera conmigo.

El primer trago pareció ir bien, al principio. Al cabo de un par de minutos, se encorvó. Se cogía el estómago con una mano, como si le doliera. Me acerqué a él rápidamente para saber qué le ocurría y para apartar esa botella de sus manos, pero no me dejó, me apartó de él de un empujón. Casi me caigo hacia atrás, me quedé mirándolo anonadada. Sí que estaba desesperado.

– No deberías tomar más. Creo que no es algo bueno, Daven.

– El doctor dijo que debo terminarme la botella para que haga efecto, que escocería un poco… – no sabía si con esas palabras trataba de convencerse a sí mismo o a mí -.

– Por favor, Daven. Deja la botella y vamos a el hospital a que te miren el estómago, esto no es normal – dije, tratando de persuadirle -.

Antes de que pudiera acercarme más a él, se empinó la botella y empezó a tragar sin parar. Se encorvó aún más hasta caer al suelo y soltar la botella ya vacía. Fui a ayudarle, me arrodillé y le cogí la cabeza incapaz de saber qué hacer. No podía respirar. Sus labios se deshacían, al igual que su lengua y sus dientes, pude ver su garganta totalmente corrosionada por el líquido. Era ácido, no un medicamento milagroso. Daven no volvió a respirar, se fue antes de su tiempo. Su cabezonería pudo con él.

Su cuerpo fue llevado al hospital. Me quedé en su casa tratando de limpiar el desastre, terminando de organizar sus cosas, de saber sus últimas voluntades, porque no tenía a nadie más. Fui la única que pudo protegerlo de esto y de sí mismo, pero no fui capaz, le dejé manejarlo, no le quité la botella. Supongo que yo también estaba desesperada, no podía perderle.


Acid:

I saw his hands tremble, like his left eye, his legs looked like jelly, he didn’t quite know what to say but he seemed desperate. A solution was needed. At first, I considered it normal. He was going to die, the doctor only gave him a couple more weeks to live, after that, bon voyage! I didn’t like the idea, either of us, that such a close friend should die at the age of forty and that we had only one chance to make it right. He had signed some stupid papers where explained that the doctor was not responsible for what could happen with that miraculous cure, that it was only a laboratory test, they said that it had cured more than a thousand people, no matter the sickness, Daven had believed the whole story, he had always been impulsive but this was getting out of hand.

«Have you thought it through?» I asked him just when we entered in his house. «You should take the time you need to reflect.»

«This can save me, make me forget about this shit. I have to try, it’s my last chance!» His voice began to rise, like his eyes to widen a little more.

«You don’t know what he gave you, you don’t even know what that is,» I said, approaching to him. «It could even be water.»

«We better find out, right?»

He shrugged, setting the signed papers aside and opening the bottle. It wasn’t very big, it seemed quite handy, it fit in one hand. The colour of the liquid was completely transparent, it did not give the impression that we could expect anything bad. I tried to convince myself that it would be okay, I hoped something good would come from this. I understood that Daven had been pretty screwed up for a couple of years, since he found out about his cancer, not talking about anything else, I felt that I was going to suffer the loss of a very loved friend and obviously, it began to affect me more than it should, although I tried to keep it a secret. I think I let him take that first sip from the bottle because I also wanted to believe that I was helping him, supporting him to continue with me.

The first sip seemed to go well, at first. After a couple of minutes, he hunched over. He held his stomach with one hand, as if it hurt. I went over to him quickly to find out what was wrong and to get that bottle out of his hands, but he didn’t let me, he pushed me away from him. I almost fell backwards, I stared at him stunned. Yes, he was desperate.

«You shouldn’t drink any more. I think it’s not a good thing, Daven.»

«The doctor said that I should finish the bottle for it to take effect, that it would sting a bit…» I didn’t know if he was trying to convince himself or me with those words.

«Please, Daven. Leave the bottle and let’s go to the hospital to have your stomach checked at, this is not normal,» I said, trying to persuade him.

Before I could get any closer to him, he upended the bottle and began to swallow steadily. He hunched over even more until he fell to the ground and dropped the now empty bottle. I went to help him, knelt down and held his head unable to know what to do. He couldn’t breathe. His lips were melting, like his tongue and teeth, I could see his throat completely corroded by the liquid. It was acid, not a miracle drug. Daven didn’t breathe again, gone before his time. His stubbornness got the better of him.

His body was taken to the hospital. I stayed at his house trying to clean up the mess, finishing organizing his things, knowing his last wishes, because he had no one else. I was the only one who could protect him from this and from himself, but I couldn’t, I let him handle it, I didn’t take the bottle from him. I guess I was desperate too, I couldn’t lose him.


Publicado en Personajes

Gerd: El del Cuchillo

Relato procedente: «El Filo del Cuchillo» Edad: 32 años.

Ciudad: Höfn Profesión: Cuchillero.

Descripción física:

Mi cabello es negro, al igual que mis ojos. Lo peino hacia atrás, siempre me ha dado más seguridad, aunque las arrugas de mi rostro me sigan persiguiendo. Mis labios son gruesos, la barba que los abraza es poblada, con unas pocas canas, pero bien cuidada. Mi tez es un tanto morena, con algunas impurezas y la piel bastante seca. Tiendo a la delgadez, pero considero que estoy bastante tonificado, me gusta comprarme camisetas ajustadas. Suelo vestirme de traje y corbata, otras veces, con vaqueros, normalmente, de color negro.

Descripción de la personalidad:

La pulcritud y educación me preceden, no suelo cambiar mucho de expresión, pero sonrío para mostrar calidez, pero lo único que siento en mi interior es frialdad. No me responsabilizo de mis actos, trato de ponerme una máscara que muestre que soy como los demás, mientras me escondo a simple vista. Mis recuerdos no son agradables, pero le cuento a todo el mundo lo que quieren oír, les escucho pensar, sé lo que dicen, la humanidad agoniza y a mí me gusta jugar con ella. Atraigo a gente de todo tipo para deshacerme de su sonrisa, mientras permanezco callado y les quito la vida como me place. Eso me hace muy feliz.

Una infancia poco común:

Mi padre era cuchillero, lo aprendí todo de él. Aunque me pegara, repetidamente. Cuando estaba borracho y sin estarlo, era una mierda de padre. Mi madre estaba un poco enganchada a la coca, se pasaba gran parte del tiempo deambulando por la calle, hasta que papá iba a recogerla de algún banco de la calle donde había empezado a gritar o quizá a quedarse dormida. La verdad, no se llevaban muy bien, discutían sin parar. Yo solía quedarme en mi cuarto, leyendo. Les oía, muy alto, pero jamás me importó. Creo que jamás me importó nada o nadie. Los otros niños me apartaban, pero no me sentía así, tampoco sabía qué era la soledad o estar feliz por algo, no encontraba esa satisfacción que ellos sí tenían, solo era otra máquina que esperaba ser conducida, aunque estuviera algo rota.

Vivíamos en una casa de campo con lo necesario para que todo funcionara. Lo único que me gustaba hacer era tallar cuchillos, afilarlos de vez en cuando. Era lo único que papá y yo hacíamos juntos, en silencio. Me daba igual que fuéramos distintos, no me importaba que me tratara como un despojo, simplemente, era algo más que ocupaba el día, ya se pasaría. Cada día era diferente, tenía que curarme esas heridas por mí mismo, porque aunque mis padres las vieran no hacían preguntas o trataban de ayudarme, tan solo lo hacía sin más, sabía que no acabarían tan pronto. Tenía ganas de ser mayor. No verían venir lo que les esperaba. Ese pensamiento siempre me hacía sonreír.

Una adolescencia poco sentida:

La adolescencia para nadie es agradable, pero yo no sentí nada. No estuve para nada hormonado o sentí curiosidad por el sexo opuesto, ni siquiera un poquito. Lo único que me resultaba llamativo eran sus cuellos desnudos, sus piernas perfectas y mis cuchillos cortándolas. Soñaba con ello cada día, y no era una pesadilla, era como un deseo que quería que se volviera realidad, incluso, me empezaba a obsesionar. Tenía ciertos impulsos que no contenía muy bien, maté a un par de gatos, les clavé un chuchillo en sus tripas y eso me produjo placer, un placer que jamás había experimentado, hasta conseguí excitarme un poco. Esa necesidad fue en aumento, pero solo la dejé flotar, debía ser precavido, no hacerme público.

Y sí, tenía ganas de seguir creciendo. Mi madre se había vuelto adicta y mi padre se pasaba borracho en el bar la mayor parte del tiempo, las palizas nunca cesaron, se hacían cada vez más fuertes y ya le dejó de importar que los demás vieran los moretones o las cicatrices, a veces, utilizaba una navaja para cortarme en la mejilla o en las manos, le gustaba hacerme sufrir, siempre le había gustado. Alguna vez llegué a pensar que papá tenía algo oscuro en él, al igual que yo, y puede que lo heredara. Jamás dije que no me gustara, estaba en paz con ello.

Primeras muertes:

Lo decidí de un día para otro, fue un impulso, fuerte, intenso. Me dejé llevar. Cogí un machete y les corté la cabeza a mis padres, así sin más. Me provocó un placer indescriptible. Lo hice a mis dieciocho, un buen momento para madurar. Quemé sus cuerpos y pasé a otra cosa. No sentí nada. Sigo sin sentirlo, ni siquiera sé qué es echar de menos a alguien. Seguí con chicas de mi edad, una tras otra. Utilizaba mi cuerpo para llegar a ellas, era sencillo, me gustaba jugar. Esas primeras muertes quizá fueron imperfectas, llevadas por el impulso, sin demasiada personalidad quizá, sin una marca. Sin mi marca. Me fui adaptando, sus gritos resonaban en mis oídos, eran música, podía inhalar su dolor, ese constante miedo a morir, a no saber qué esperar de mí, mientras rozaba el cuchillo por todo su cuerpo.

No conseguía definirme por el cuchillo perfecto. Seguía llevando el negocio de cuchillos de mi padre, llegué a fabricar muchos pero ninguno se ajustaba a mi estilo. Hasta que hice uno con mi esencia, contenía una parte de mí indescriptible. Se selló con un hechizo que encontré en algunos de los libros negros que solía leer mi padre, siempre había sido un tipo muy raro. Solo tenías que decir unas palabras para bendecirlo y para que se convirtiese en un arma poderosa. Y así fue. Podía convertir a quién quisiera en cenizas clavando el cuchillo en cualquier parte del cuerpo que deseara mientras me quedaba detrás, viendo el espectáculo. Era mágico.

El cuchillo y la muerte:

Nos convertimos en uno, en una misma persona. Él formaba parte de mí como yo formaba parte de él, a veces, lo sentía en mi mano, cómo ardía, cómo deseaba que lo utilizara, que matara con él, estaba excitado como lo estaba yo. Fluíamos juntos, nos entendíamos, formábamos parte de la misma energía. Esa joven rubia, con ojos verdes, estaba aterrada, fue una de las últimas. Su terror me hizo sonreír, no pude controlarlo, su cuerpo desnudo me excitaba pero solo un poco, lo que me gustaba era pasar el cuchillo por toda ella hasta que comprendiese finalmente cuál iba a ser su final, que no había espacio para la salvación, quería que supiese que era solo mía.

Estábamos conectados por la muerte, éramos la causa. Por fin, tenía un propósito. Jamás tuve uno. Eso me creaba tranquilidad, sabía que había hecho el trabajo encomendado y que el cuchillo y yo habíamos enviado a más gente a la muerte, nuestro único jefe. Me gustaba que las víctimas vieran los restos de sangre en las paredes, por todos lados a su alrededor, en mi peto, para que supieran a qué iban a enfrentarse. Y siempre, me gustaba ir de etiqueta, era como ir a una cita. La única diferencia era que la cita tenía lugar en el sótano de la casa de mis padres y el amor de mi vida era un cuchillo con poderes para quemar a quién quisiéramos. Éramos la pareja perfecta.

Un futuro claro:

Seguiremos sin parar. Una noche tras otra, un día tras otro. Afilando cuchillos, matando sin piedad, convirtiéndonos en Muerte por un rato, disfrutándolo, saboreándolo. Amable, sincero, considerado, empático en el exterior, desgarrador en el interior. Supongo que ser cuidadoso tiene que ver con una parte de mi piel que no cambia, que se mantiene viva, latente. Nunca me pillarán, nunca sabrán qué pasa porque les gusta mi sonrisa, mis bromas, las amables preguntas, unos ojos sin sospecha, la completa sociabilidad, la cercanía, la encubierta empatía, lejos de ser honesta y verdadera.

Supongo que nada termina donde esperamos. Los comienzos no son perfectos, pero el viaje hace que todo se vuelva más dulce y correcto.


Publicado en Recomendaciones

Comentando libro «Inteligencia Emocional: Resiliencia» – Varios autores

¿Cómo recuperarse con vigor de los reveses diarios, las crisis profesionales o incluso los traumas personales intensos?

Este libro revela los rasgos clave de aquellos que emergen más fuertes de los desafíos, te ayuda a entrenar a tu cerebro para soportar el estrés de la vida diaria y presenta un enfoque para un reinicio efectivo de esta carrera.

Este libro lo he leído en inglés y está escrito por varios autores, cada capítulo ha sido trabajado por uno o dos diferentes de los demás, por eso en el título he preferido generalizarlo. Es una lectura bastante corta, que no ha sido para nada lo que esperaba, es decir, no estaba preparada para leer sobre la resiliencia con un enfoque profesional, lo que esperaba leer era un típico libro de auto ayuda donde me hablara de la resiliencia, pero no ha sido algo molesto porque he entendido lo que quería transmitir y he aprendido algunas cosas interesantes.

Aparte de un enfoque profesional, también tiene un enfoque científico, si se puede decir así. Los autores han hecho entrevistas e investigado a muchas de las personas de las que hablan aquí para poder expresar lo que querían con mayor precisión apoyándose de sucesos reales, lo cual, me ha atraído bastante. Todos sabemos que la resiliencia es la forma en la que nosotros somos capaces de enfrentar las adversidades, cómo somos capaces de sobrellevarlas, vivir con ellas y levantarnos después de cada golpe para seguir caminando. Pues de esto se trata también a nivel profesional. Muchas personas con cargos importantes, han sido despedidos, tratados injustamente o incluso, se les ha pedido explicaciones por cuestiones personales y se ha dudado de ellos de una forma u otra. Aquí te muestra cómo se puede reestablecer ese vínculo entre las personas que ya no te admiran o se cuestionan cosas sobre ti, cómo puedes redirigir una nueva carrera si la que tenías se ha venido a abajo, cómo la actitud es lo más importante para seguir adelante cuando te han despedido de una empresa en la que has dedicado años de trabajo, estudio y dedicación.

Este libro también se centra en otros temas, tales como: enfrentar la realidad de lo que te ocurre, nos enseña a manejar y fortalecer nuestra resiliencia, la forma de entrenarnos a través de la crítica en nuestros puestos de trabajo, cómo los grandes líderes se recuperan de un gran desastre en su carrera y cómo la resiliencia trata de cómo recargar las pilas con descanso y no con más trabajo. Son puntos importantes que, aparte de tener impacto en nuestro entorno laboral, también tiene cabida en nuestro día a día. Creo que el último punto es en el que más me he identificado, dado que, se extiende un poco más hablando del síndrome del burnout y cómo nos puede afectar a lo largo del tiempo tanto física como psicológicamente, cómo parar y respirar es lo que nos ayudará a ser mejores en lo que sea que tengamos que hacer.

Sí que es verdad que muchos podemos perder credibilidad en nuestro trabajo, que las cartas se giren de repente y seas el más odiado, que ya no te quieran en la zona que ocupabas, o incluso, que te despidan después de todo el esfuerzo que has puesto. Te hace pensar en cómo puedes transformar esa frustración, esas dudas sobre ti mismo, esa compasión desmedida y la rabia en algo mejor, en algo que te sirva de estrategia para volver a levantarte y hacer algo nuevo, cómo algo que has perdido puede llevarte a encontrar algo mucho mejor de lo que esperabas. Durante todo el libro, he tenido una cosa en mente, al menos, es una de las sensaciones que me ha provocado y es que nunca sabemos qué nos deparará el futuro o dónde acabaremos, no tenemos ni idea si mejor o peor, pero la vida nos lleva siempre por lugares desconocidos que tienden a ser sorprendentes. No sé por qué lo pensé así pero bueno, está bien compartirlo para que no se quede solo para mí.

Mucha gente que ha tenido poder y estatus no se ha rendido al ver su ego hecho añicos después de tener un mal año, o cómo una enfermedad ha aparecido en su vida de la nada, intentando que se despidiera del camino que había escogido. Hay cosas que suceden, cosas que no esperamos, el factor sorpresa es el amigo que a veces, viene con un trauma que te deja paralizado pero, ¿qué haríamos nosotros sin la resiliencia? ¿Qué tan importante es en nuestro día a día? Pues creo que lo es todo, nos ayuda a sentir de nuevo, nos ayuda a levantarnos y dejar caer nuestro constante cansancio, nos hace entendernos, coger caminos diferentes, a aprender a conocernos y a saber que un camino se puede cerrar pero que no es el único por el que podemos transitar, hay otros ahí fuera que se pueden convertir en nuestros también.

Este libro no ha tenido un toque tan profundo o sentimental como otros que he leído, tampoco tiene un estilo de auto ayuda precisamente, pero ha estado bien leer experiencias de este tipo, ha sido bastante informativo, técnico y con las palabras precisas para entenderlo, no es difícil de leer. Por supuesto, no te mantiene leyendo o intrigado si no te interesa el tema, aunque teniendo 119 páginas, puede que anime a darle una oportunidad. Lo recomiendo en un 70%.


Commenting «Emotional Intelligence: Resilience» book Written by a few authors:

How to some people bounce back with vigor from daily setbacks, professional crises, or even intense personal trauma?

This book reveals the key traits of those who emerge stronger from challenges, helps you train your brain to whithstand the stresses of daily life, and presents an approach to an effective career reboot.

I have read this book in English and it’s written by several authors, each chapter has been worked by one or two different from the others, so in the title I preferred to generalize it. It is a fairly short reading, which has not been at all what I expected, that is, I was not prepared to read about resilience with a professional approach, what I expected to read was a typical self-help book where it told me about resilience, but it hasn’t been an annoying thing because I understood what it wanted to convey and learned some interesting things.

Apart from a professional approach, it also has a scientific approach, if you can say so. The authors have done interviews and researched many of the people they talk about here so that they could express what they wanted more accurately based on real events, which has attracted me a lot. We all know that resilience is the way in which we are able to face adversities, how we are able to cope with them, live with them and get up after each blow to keep walking. Well, this is also what it is about at a professional level. Many people with important positions have been dismissed, treated unfairly or even asked for explanations for personal reasons and have been doubted in one way or another. Here it shows you how you can re-establish that bond between people who no longer admire you or question things about you, how you can redirect a new career if the one you had has fallen apart, how attitude is the most important thing to move forward when you have been fired from a company in which you have dedicated years of work, study and dedication.

This book also focuses on other topics, such as: facing the reality of what happens to you, teaches us how to manage and strengthen our resilience, how to find training ourselves through criticism in our jobs, how great leaders recover from a great disaster in their career and how resilience is about how to recharge the batteries with rest and not with more work. These are important points that, apart from having an impact on our work environment, also have a place in our day to day life. I think the last point is the one I’ve identified myself the most, given that, it extends a little more talking about burnout syndrome and how it can affect us over time both physically and psychologically, how to stop and breathe is what will help us to be better at whatever we have to do.

It is true that many of us can lose credibility in our work, that the cards are turned suddenly and you are the most hated person, that they no longer want you in the area you occupied, or even, that they fire you after all the effort you have put in. It makes you think about how you can transform that frustration, those doubts about yourself, that excessive compassion and anger into something better, into something that serves as a strategy to get back up and do something new, how something you’ve lost can lead you to find something much better than you expected. Throughout the book, I have had one thing in mind, at least, it is one of the sensations that has caused me and that is: we never know what the future will bring us or where we will end up, we have no idea if it’s better or worse, but life always takes us to unknown places that tend to be surprising. I don’t know why I thought so but hey, it’s okay to share it so it doesn’t stays inside me.

Many people who have had power and status have not given up on seeing their ego shattered after having a bad year, or how an illness has appeared in their life out of nowhere, trying to get them to say goodbye to the path they had chosen. There are things that happen, things that we do not expect, the surprise factor is the friend who sometimes comes with a trauma that leaves you paralyzed but, what would we do without resilience? How important is it in our daily life? Well, I think it is everything, it helps us to feel again, it helps us to get up and drop our constant fatigue, it makes us understand ourselves, take different paths, learn to know ourselves and know that a path can be closed but that is not the only one we can travel, there are others out there that can become ours too.

This book has not had such a deep or sentimental touch as others I have read, nor does it have a self-help style precisely, but it has been good to read experiences of this type, it has been quite informative, technical and with the precise words to understand it, it is not difficult to read. Of course, it doesn’t keep you reading or intrigued if you’re not interested in the subject, though having 119 pages, it may encourage you to give it a try. I recommend it by 70%.