Publicado en Reflexiones

Impotencia:

No voy a cambiar. No por ti. No por nadie. Tampoco debería pedir disculpas por descubrir tu secreto, ese que intentabas enterrar. Una grabación. Algo que parecía tan insignificante, tan solo una chica cambiándose de ropa. Una grabación enviada a todos tus contactos, hecha para hacer daño, para desenmascarar lo ya innegable, para reír a carcajadas detrás de las máquinas de café. Me quedé sin palabras, mientras todos me miraban de arriba a abajo como si fueran a comerme viva en algún momento, no me venía a la cabeza lo que podría estar ocurriendo, tampoco que alguien me hubiese podido grabar desde mi propio teléfono. Sí, fue asqueroso. Pero lo que pasó, pasó.

No podría decir que pude dormir los días que prosiguieron porque no, no pude. Tenía dudas entre llorar o gritar, entre seguir aguantando o tirarme por el primer puente que encontrara cerca, olvidándome de que existía, olvidando de que tú lo hacías. No dejaba de oír tus risas, constantes, metidas en mi oído, mientras yo temblaba de rabia, de inseguridad, de impaciencia. Con las manos atadas, sin poder moverme, hundiéndome entre dudas, sin poder pedir ayuda. Con la cabeza bien alta, continuaba en el mismo lugar, con una sonrisa decorando mi ya esquelética cara, me sentía muerta por dentro, mientras tu ego se ensanchaba hasta casi explotar.

¿Qué puedo decir? Representabas todo lo que odiaba. No podría suavizarlo, tampoco decirlo con delicadeza, mucho menos con respeto. ¿Qué puedo decir? No soy alguien a quién le apetece alcanzar las expectativas de nadie, se acostumbran demasiado y siguen esperándolo. Lo disfrutaste. Te gustó el resultado. Seguiste. Pero la siguiente vez que lo intentaste, trataste de apuntar más alto. Enviaste a tus esbirros. Me acorralaron para atemorizarme, lo cual, no funcionó. Lo siento, me adapto bastante bien a situaciones críticas e incómodas. ¿Qué más tenías? Me seguiste para conseguir mis llaves, trataste de echarme algo en la comida que decidí no preguntarme qué era, escarbaste en mi mochila, encontraste mi tarjeta de crédito e hiciste lo posible para gastar dinero con ella, fue espléndido. Tanto que tuve que cancelarla.

Para ti solo era un juego, para mí un infierno. Mientras trataba de seguir adelante, me ponías la zancadilla. Mientras caía, pidiendo ayuda a gritos, me callabas. Cuanto más necesitaba salir, más me encerrabas. Impotencia, esa es la palabra correcta. Mientras tú seguías sonriendo, mientras seguías haciendo daño. Porque así eras tú, otro monstruo que cabalga en un precioso caballo blanco, esperanzado porque le den un poquito de atención. Supongo que ganaste. Sí, aún lo pienso. Todo lo que pudiste destrozar, lo desgarraste. Todo lo que pudiste arrancar, te lo quedaste. Todo lo que pudiste arañar, lo dejaste echo trizas. Sin una disculpa, sin una explicación, sin el deseo de empezar de cero. Horrible. Esa es la palabra correcta. Una experiencia que no le desearía ni a mi peor enemigo, si es que existe eso.

Respiré en silencio, pretendiendo que no lo hacía. Salía a flote sin que nadie lo notara. Me recuperaba cuando nadie más miraba. Hacía lo que debía hacer sin ser visible. Me tenía a mí misma para seguir adelante, nunca necesité de ti para que hicieras nada. Es curioso cómo estrechar la mano de alguien en señal de educación puede darle a alguien el derecho de despedazarte entero, es curioso cómo te vuelves una presa fácil con cientos de debilidades que otro puede explotar cuando le place. En silencio, volví a estar en pie. En silencio, volví a luchar. Por mí, para mí. Tú tan solo fuiste otra cucaracha insignificante que recordar, pero que es mejor mantener enterrada muy adentro.


Helplessness:

I’m not going to change. Not because of you. Not by anyone. Nor should I apologize for discovering your secret, the one you were trying to bury. A recording. Something that seemed so insignificant, just a girl changing clothes. A recording sent to all your contacts, made to do harm, to unmask the already undeniable, to laugh out loud behind the coffee machines. I was speechless, as everyone looked me up and down as if they were going to eat me alive at some point, It did not come to my mind what could be happening, nor that someone could have recorded me from my own phone. Yes, it was disgusting. But what happened, happened.

I couldn’t say I could sleep the days that followed because no, I couldn’t. I had doubts between crying or screaming, between continuing to hold on or throwing myself over the first bridge I found nearby, forgetting that I existed, forgetting that you did it. I kept hearing your laughter, constant, stuck in my ear, while I trembled with rage, insecurity, impatience. With my hands tied, unable to move, sinking into doubts, unable to call for help. With my head held high, I continued in the same place, with a smile decorating my already skeletal face, I felt dead inside, while your ego widened until it almost exploded.

What can I say? You represented everything I hated. I could not soften it, nor say it delicately, much less respectfully. What can I say? I’m not someone who wants to meet anyone’s expectations, they get used to it too much and keep waiting for it. You enjoyed it. You liked the result that followed. But the next time you tried, you tried to aim higher. You sent your minions. They cornered me to frighten me, which didn’t work. Sorry, I adapt quite well to critical and uncomfortable situations. What else did you have? You followed me to get my keys, tried to pour something into the food that I decided not to wonder what it was, you dug into my backpack, found my credit card and did your best to spend money with it, it was splendid. I had to cancel it, one more time.

For you it was just a game, for me hell. As I tried to move on, you put me in a hurry. As I fell, screaming for help, you shut me up. The more I needed to get out, the more you locked me up. Helplessness, that’s the right word. While you kept smiling, while you kept hurting. Because that’s how you were, another monster riding a beautiful white horse, hoping to get a little of attention. I guess you won. Yes, I still think about it. Everything you could tear apart, you tore it apart. Everything you could tear off, you kept tearing it off. Everything you could scratch, you left it shattered. Without an apology, without an explanation, without the desire to start from scratch. Horrible. That’s the right word. An experience I wouldn’t wish to my worst enemy, if there is one.

I breathed silently, pretending I didn’t. I came afloat without anyone noticing. I recovered when no one else was looking. I did what I had to do without being visible. I had myself to keep going, I never needed you to do anything. It is curious how shaking someone’s hand as a sign of education could give someone the right to tear you in pieces, it is curious how you become an easy prey with hundreds of weaknesses that another can exploit when he pleases. Silently, I stood again. Silently, I fought back again. For me, You were just another insignificant cockroach to remember, but better kept buried.


Anuncio publicitario

Autor:

Escritora. Estudiante de la vida y apasionada por la lectura y el aprendizaje. Siempre activa, esperando crear una nueva historia o personaje. La dominación de las palabras forma su existencia y la música un componente fundamental para una mente creativa.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s