Improvisar. Cuando no se sabe muy bien qué hacer, cuando no se comprende. Cuando voces del pasado irrumpen en un presente casi nada programado, cuando se entiende lo que ya no se puede hacer, lo que ya no sirve para ese momento. Esas voces flotan, comprenden un Universo paralelo, teniendo que ver con algo que ya no forma parte, que ya no está por mucho que se intente infiltrar, por mucho que se intente apartar, simplemente, ya no está dentro de ti. Son como nubes que se van evaporando, que dejan de comer de tu mano, como palomas que echan a volar, sin ningún tipo de atadura.
Voces del pasado. Cuando dejan de tener sentido, cuando dejan de ser importantes, cuando acometen en tu contra, cuando son como sombras intoxicantes, no recíprocas, no apaciguantes, no atrayentes de paz o de conocimiento previo. Burbujas que se dejan ver, se dejan oír, como susurros incesantes, pero que no están, porque no se distinguen a simple vista, hay que atravesarlas para encontrarlas, hay que saber estar con ellas, mantener la calma, templarse en momentos fríos, muy, muy fríos, mientras la tenue mirada de la oscuridad se deja ver por el rabillo del ojo. Sabes frenarte, sabes dónde está la línea y dónde no debes cruzar, mientras los susurros siguen creyendo que lo harás, pero son solo voces, ¿verdad?
Momentos que levitan, instantes tan imperfectos y estresantes, de sube y baja, de respiraciones entrecortadas, de rabia incontenible, de implosionar interiormente, de notar tu sangre bombear pero no querer sentirla, solo dormir para dejar de oírlas, a las voces, las voces de un pasado tan lejano como disipado. Sigues resistiendo, mientras la tormenta aparece para acallarte una vez más, como tantas otras, como una batalla más en el horizonte que no sabes cómo saldrá, pero estás segura de que, de alguna forma ganarás, porque no te pierdes a ti, te tienes siempre. Pase lo que pase, caiga quién caiga. No hay mal que por bien no venga, porque las batallas siempre enseñan, las tormentas siempre son paradas por los rayos del sol, el cual, siempre sale, ocurra lo que ocurra. No hay nada más importante que sobresalir con la cabeza para respirar un poco y seguir, con un nuevo presente, con nuevas experiencias, con espirales de buenas nuevas.
Con cada tropiezo, hay un regalo. Un regalo con ojos castaños, unas orejitas puntiagudas y unas pezuñas delicadas, con un hocico negro, con una nariz preciosa que olfatea todo, curiosa y con ganas de moverse sin parar, inquieta por corretear y jugar, con un cuerpo fuerte y unas patas que dan de sí para ir de aventuras, con una mirada sincera y un amor incondicional que te consuela horrores, con unos dientes como alfileres y una lengua larga y rosada que te lame cada mañana al despertar, sabiendo en tu interior que no hay nada más bonito en el mundo en ese preciso momento. Alma y espíritu, junto con instinto y fuerza, junto a la perseverancia y a la consistencia, junto al amor y a la paciencia, junto a la disciplina y a la rutina, junto a lo correcto y a tolerar lo imperfecto, las pequeñas locuras y desastres, las cacas en mal lugar, la comida no digerida o los vómitos por comer cosas que no debería. Te hace reír, y esos susurros no parecen oírse tanto, se disipan por momentos, en cada corrida, en cada mordisquito y en cada beso matutino, en cada empujoncito con las patitas, en cada mirada de obediencia y cariño, en cada acercamiento de confianza y lealtad. Todo se vuelve simple y difícil a la vez, donde el caos permanece, también la calma. Comprendes que así lo es todo, que así es la vida y que quizá, es un año más de cambios, de pequeños terremotos, de constantes y rotativos círculos, de amores inquebrantables y de voces disipantes, de un pasado que deja de desenvolverse, que deja de permanecer, que deja de engarrotarse, de engangrenarse, de subirse a un lugar que no debe, de espiarte, de observarte, de acosarte, de intentar quebrarte.
Un susurro, una lágrima, un desahogo necesario, un continuo necesitar decir las cosas, de abrazos completos con una criaturita que quiere y necesita amarte, que te acompaña y sabe dónde estás todo el tiempo. Además, es un toma tierra, un estás aquí porque debes estarlo, porque tienes que hacer más cosas de las que te encomendarías, pero te das cuenta de que puedes delegarlas, que un mal momento no define un mal día, que un susurro no define un instante y que una burbuja no explote en un impulso, sabes que mantenerte en tu sitio es la mejor forma de caminar, de entenderte aunque no pienses con claridad, aunque la ansiedad a veces, corroa, pero toda ayuda es buena, solo una palabra puede aliviar un corazón roto, una frase de consuelo, puedo aliviar un mar de preocupaciones y un párrafo, puede ser la positividad de alguien para levantarse cada mañana durante toda una semana. Sabes que no hay que infravalorarlo, todo cuenta, todo sale, nada es para siempre, nada es permanente, menos una voz del pasado, menos algo que no está, que no existe, que no ves, que no compone ninguna fase de tu vida, cuando encuentras sentido en las pequeñas cosas, cuando necesitas ese foco y centro en algo más que no sean los demás, sino el centro en ti misma, sobre todo cuando las cosas no van como las planeas, cuando encuentras la forma de salir de algo más que no tenías en mente, algo más que podría explotarte en la cara, pero sigues andando con lo que hay, acompañada, sabiendo siempre donde pisas con lo que sabes. Lo demás, es solo aire. Se aprende, se acepta y se sigue.
Voices from the Past:
Improvising. When you don’t know what to do, when you don’t understand the situation. When voices from the past burst into a present that is almost unprogrammed, when oneself understands what can no longer be done, what is no longer useful for that moment. Those voices float, they comprise a parallel Universe, Having to do with something that is no longer part of it, that is no longer there no matter how much you try to infiltrate, no matter how much you try to push it away, it is simply no longer inside of you. They are like clouds that evaporate, that stop eating from your hand, like pigeons that take flight, without any kind of tie.
Voices from the past. When they cease to make sense, when they cease to be important, when they attack you, when they are like intoxicating shadows, not reciprocal, not appeasement, not attractive to peace or prior knowledge. Bubbles that can be seen, heard, like incessant whispers, but they are not there, because they are not distinguishable to the naked eye, you have to go through them to find them, you have to know how to live with them, To remain calm, to temper oneself in cold moments, very, very cold, while the faint gaze of the darkness can be seen out of the corner of your eye. You know how to stop, you know where the line is and where you shouldn’t cross it, while the whispers keep believing you will, but they’re just voices, right?
Moments that levitate, such imperfect and stressful moments, with ups and downs, breathing rags, uncontrollable rage, imploding inside, feeling your blood pumping but not wanting to feel it, only sleeping to stop hearing them, to the voices, the voices of a past as distant as it is dissipated. You continue to resist, while the storm appears to silence you once again, like so many others, like one more battle on the horizon that you don’t know how it will turn out, but you are sure that, in some way, you will win, because you do not lose yourself, you always have yourself. No matter what, no matter who falls in the process. There is no evil that does not come for good, because battles always teach you something, storms are always stopped by the rays of the sun, which always rises, no matter what happens.
With every stumble, there is a gift. A gift with brown eyes, pointed ears and delicate hooves, with a black snout, with a beautiful nose that sniffs everything, curious and eager to move non-stop, restless to run around and play, with a strong body and legs that give themselves to go on adventures, with a sincere look and an unconditional love that cuddles you incredibly, with teeth like pins and a long, pink tongue that licks you every morning when you wake up, knowing in your heart that there is nothing more beautiful in the world at that precise moment. Soul and spirit, together with instinct and strength, together with perseverance and consistency, together with love and patience, together with discipline and routine, together with the right thing and tolerating the imperfect, the little follies and disasters, the poop in the wrong place, the undigested food or the vomiting from eating things that should not be eaten. It makes you laugh, and those whispers don’t seem to be heard so much, they dissipate at times, in every run, in every bite and in every morning kiss, in every little push with the paws, in every look of obedience and affection, in every approach of trust and loyalty. Everything becomes simple and difficult at the same time, where chaos remains, so does calm. You understand that this is how everything is, that this is how life is and that perhaps, it is one more year of changes, of small earthquakes, of constant and rotating circles, of unbreakable loves and dissipating voices, of a past that ceases to unfold, that ceases to remain, that ceases to entangle, to gangrene, to climb to a place that it should not, To spy on you, to watch you, to lie you down, to try to break you.
A whisper, a tear, a necessary release, a continuous need to say things, complete hugs with a little creature that wants and needs to love you, that accompanies you and knows where you are all the time. In addition, it is a grounding, a you are here because you should be, because you have to do more things than you would entrust to yourself, but you realize that you can delegate them, that a bad moment does not define a bad day, that a whisper doesn’t define an instant and that a bubble doesn’t burst in an impulse, you know that staying in your place is the best way to walk, to understand yourself even if you don’t think clearly, although anxiety sometimes eats you away, but all help is good, just a word can soothe a broken heart, a phrase of comfort can ease a sea of worries and a paragraph can be someone’s positivity to get up every morning for an entire week. You know that it should not be underestimated, everything counts, everything comes out, nothing is forever, nothing is permanent, except a voice from the past, less something that is not there, that does not exist, that you do not see, that does not make up any phase of your life, when you find meaning in the little things, when you need that focus and center on something other than to other people, but the center is in yourself, especially when things don’t go as planned, when you find a way to get out of something else that you didn’t have in mind, something else that could blow up in your face, but you keep walking with what you have, accompanied, always knowing where you are going with what you know. The rest is just air. You learn, you accept it and you follow it.
Huellas del Tiempo 