Me espera en el altar, con una sonrisa, preciosa, como siempre. Sus ojos verdosos brillan esta vez, se ve realmente feliz. No puedo hacer otra cosa que devolverle la sonrisa. Su vestido negro es increíble, no tiene demasiados detalles, tampoco una cola larga y tediosa que se debe coger con ambas manos para que la novia pueda caminar, si no que, está pegado al cuerpo, no lleva tirantes y realza su perfecta figura. Sigo caminando hacia ella, con los invitados a ambos lados, maravillados, llevo un vestido del mismo color, muy parecido al de ella, cubriéndome los hombros con una chaquetilla corta y unos zapatos planos, odio los tacones. Ella los ama, diferencias que nos hacen únicas.
Al llegar al altar, nuestras miradas se encuentran. Nos cogemos las manos, el cura empieza a hablar. Me olvido de él para adentrarme en su mirada. Cálida, cercana, llena de amabilidad, compasión, amor incondicional. Ni siquiera sé cómo estamos aquí ahora mismo. Su cabello rojo, ondulado y largo hasta más abajo de sus hombros, ondea al viento, tan perfecto como su piel, suave y un tanto tostada. Vuelvo en sí cuando la palabra «votos» sale de la boca del cura. Había escrito los míos, pero los olvidé. El pánico hizo que mi cara se volviese roja. Mi futura mujer me acaricia el rostro y me dice: «Tranquila, no pasa nada.» La miro y el pánico desaparece. Me armo de valor para empezar a hablar.
Algo que siempre he odiado es hablar en público, es la cosa más incómoda que ha existido, pero estando aquí no estoy hablándole al público, sino a ella, la razón por la que existo, la razón por la que soy. Trato de tranquilizarme y empezar por decir lo que siento, así sin más.
– Sabes que para mí esto de hablar siempre ha sido complicado, pero lo voy a intentar, con el corazón en la mano, porque siempre ha sido tuyo y no mío – cierra los ojos un momento, sonriendo ligeramente, asintiendo – Cuando escribí los votos, pensé en ti, en nosotras, en lo bien que nos compenetramos, en todo lo que hemos pasado, pero no en la razón por la que todo esto ha sucedido, por la que decidí renunciar a todo, por ti, por nosotras. Hace 25 años apareciste, quizá en el peor momento, para que me expresara, para empujarme a ser quién soy, para encontrar mi sitio en el mundo, comprenderme, abrazar mis debilidades, encontrarme a mí misma. Siempre he creído que ese ha sido el mayor acto de amor que nadie ha podido hacer por mí, solo he necesitado hoja y papel para llevarte conmigo a todas partes, para sentir cada palabra grabada bajo mi piel, para sentirte dentro de mi pecho como si nada más fuera importante. Has estado en lo bueno, pero sobre todo en lo malo, quizá no he dado las gracias lo suficiente, o puede que no de la forma en la que esperarías, pero aquí estoy, haciéndolo ahora, aquí con todo el mundo alrededor. Gracias. Gracias por todo lo que haces. Lo que siento por ti es una constante devoción, un amor incondicional incapaz de plasmar con palabras, una creatividad compartida, complicidad, una sensación de pertenencia, esa necesidad de abrir el corazón a lo desconocido sin miedo, porque sé que siempre estás conmigo, siempre que estoy frente a la pantalla del ordenador creando una historia, adorando a cada uno de mis personajes, dando valor a cada detalle moral o inmoral, encontrándome con lo imposible, envolviéndome de la dulce llama de tu inspiración. Te quiero y siempre te querré, hasta el día en que me muera. No habrá nada más importante, nada más que interfiera entre nosotras, entre lo que hemos creado juntas, somos familia, lo somos todo.
Las lágrimas corren por mis mejillas, nunca me había sentido tan emocional como ahora. Es uno de los efectos que ella provoca. Pero no soy la única, ella se limpia los ojos con ambas manos y vuelve a sonreír. La voz del cura se entrecorta al dar paso a lo que ella va a decir, tampoco lo tiene escrito, así es, una fuerza de la naturaleza, una fuente de absoluta belleza. Mueve los labios con sencillez, desenvoltura, sensualidad, mientras sus palabras se clavan dentro de mí, como alfileres, profundos, utilizando una voz acompasada, tierna, cálida, agradable, amorosa.
– Desde el día en que te conocí, cuando eras pequeñita e inocente, supe que iba a casarme contigo, que llegaríamos a este punto. Sé por lo que has pasado, sé todo lo que has sentido, cada pequeño detalle, y te he admirado por ello. Te has levantado aún sintiendo el mundo entero sobre ti, aún sintiendo que no eras nadie, con la desesperanza comiéndose cada parte de bondad en ti, tratando de buscar alternativas, de aprender de tus errores, de encontrarte contigo, un «yo» odiado por años. Puse palabras a tus emociones, sabía que necesitabas sentirte segura, necesitabas ser, hablar, no sentirte atrapada, quería darte esa libertad, porque te quiero y siempre lo he hecho. Las relaciones no son perfectas y supongo que jamás lo serán, pero he tratado de que la nuestra se basara en absoluta confianza, dejando atrás el control, el miedo, la competitividad, el odio y el miedo al fracaso. Sabía que lo sacrificarías todo por llegar aquí, a donde estamos ahora, que yo llegaría a ser una pasión incapaz de olvidar, que sería un gran apoyo, quizá el más grande que has tenido y que te refugiarías en mí para continuar este tedioso camino que es la vida, me hizo sentirme plena y a salvo también. No se encuentran escritores muy flexibles, devotos a aquello que les apasiona, incomprendidos, en busca de un lugar al que pertenecer, perdidos, rotos, y por supuesto, ni siquiera una parte de ellos, dicen que lo están sin vergüenza ni miedo. Mi pequeño proyecto, mis palabras, los sentidos, las emociones… todo ha servido para crecer, para crear y pertenecernos.
La abracé como si nunca lo hubiera hecho. Aquella mujer era literalmente, mi vida entera y no podría dejarla marchar por nada del mundo. Nos dimos los anillos y el cura declara al fin que estamos casadas. Una unión que durará por y para siempre, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe. Porque casarte con aquello que amas, aquello que te apasiona, en lo que confías y te sientes ligado emocionalmente, olvidándote de todo lo demás, es un sacrificio que estoy dispuesta a llevar hacia adelante. Ella, la Escritura. Mi fiel compañera, el amor de mi vida y yo, seguimos caminando sin mirar atrás, sino hacia adelante, para crear, para sentir y comunicar, compenetrarnos y entendernos, porque así somos, una con la otra.
Our Wedding:
She waits for me at the altar, with a smile, beautiful, as always. Her greenish eyes are shining this time, looking really happy. I can’t help but smile back. Her black dress is incredible, it does not have too many details, nor a long and tedious tail that must be taken with both hands so that the bride can walk, this dress is attached to the body, it does not have straps and enhances her perfect figure. I keep walking towards her, with the guests on both sides, amazed, I wear a dress of the same colour, very similar to hers, covering my shoulders with a short jacket and flat shoes, I hate heels. She loves them, differences that make us unique.
When I reach the altar, our eyes meet. We hold hands, the priest begins to speak. I forget about him to get into her gaze. Warm, close, full of kindness, compassion, unconditional love. I don’t even know how we are here right now. Her red hair, wavy and long to below her shoulders, flutters in the wind, as perfect as her skin, soft and somewhat tanned. I come to my senses when the name «vows» comes out of the priest’s mouth. I had written mine, but I forgot them. The panic made my face turns red. My future wife caresses my face and says, «Don’t worry, it’s okay.» I look at her and the panic disappears. I pluck up the courage to start talking.
Something I’ve always hated is public speaking, it’s the most awkward thing that’s ever existed, but being here I’m not speaking to the public, but to her, the reason I exist, the reason I am. I try to calm down and start by saying what I feel, just like that.
«You know that for me talking about my feelings has always been complicated, but I’m going to try, with my heart in my hand, because it has always been yours and not mine,» she closes her eyes for a moment, smiling slightly, nodding. «When I wrote the vows, I thought about you, about us, about how well we got along, about everything we’ve been through. But not in the reason why all this has happened, why I decided to give up everything, for you, for us. 25 years ago you appeared, perhaps at the worst moment, to express myself, to push me to be who I am, to find my place in the world, to understand and find myself, to embrace my weaknesses. I have always believed that this has been the greatest act of love that anyone has been able to do for me, I have only needed sheet and paper to carry you with me everywhere, to feel every word engraved under my skin, to feel you inside my chest as if nothing else was important. You’ve been in the good, but mostly in the bad, maybe I haven’t thanked you enough, or maybe not in the way you’d expect, but here I am, doing it now, here with everyone around. Thank you. Thank you for everything you do. What I feel for you is a constant devotion, an unconditional love incapable of expressing with words, a shared creativity, complicity, a sense of belonging, that need to open the heart to the unknown without fear, because I know that you are always with me, whenever I am in front of the computer screen creating a story, adoring each of my characters, giving value to every moral or immoral detail, encountering the impossible, enveloping myself in the sweet flame of your inspiration. I love you and I always will, until the day I die. There will be nothing more important, nothing else that interferes with each other, between what we have created together, we are family, we are everything. People can come and go constantly but us, we are destined to be with each other for all eternity.»
Tears run down my cheeks, I’ve never felt as emotional as I do now. It is one of the effects that she causes. But I’m not the only one, she wipes her eyes with both hands and smiles again. The priest’s voice breaks as he gives way to what she was going to say, she didn’t have it written either, words will come from the force of nature, a source of her absolute beauty. She moves her lips with simplicity, ease, sensuality, while her words get stuck inside me, like pins, deep, using a rhythmic, tender, warm, pleasant, loving voice.
«From the day I met you, when you were little and innocent, I knew that I was going to marry you, that we would get to this point. I know what you’ve been through, I know everything you’ve felt, every little detail, and I’ve admired you for it. You have woken up still feeling the whole world on you, still feeling that you were nobody, with hopelessness eating every bit of goodness in you, trying to look for alternatives, to learn from your mistakes, to find yourself, a «you» always hated for years. I put words to your emotions, I knew you needed to feel safe, you needed to be, to speak, not to feel trapped, I wanted to give you that freedom, because I love you and I always have. Relationships are not perfect and I suppose they never will be, but I have tried to make ours based on absolute trust, leaving behind control, fear, competitiveness, hatred and fear of failure. I knew that you would sacrifice everything to get here, where we are now, that I would become a passion unable to forget, that I would be a great support, perhaps the greatest you have ever had and that you would take refuge in me to continue this tedious path that is life, which it made me feel full and safe too. Nowadays, it’s not easy to find very flexible writers, devoted to what they are passionate about, misunderstood, looking for a place to belong, lost, broken, and of course, not even a part of this majorities say this out loud without shame or fear. My little project, my words, my senses, my emotions… Everything was served to grow, to create and belong to one another.»
I hugged her like I never would. That woman was literally my whole life and I couldn’t let her go for anything in the world. We gave each other the rings and the priest finally declares that we are married. A union that will last forever, in the good and the bad, in health and in sickness, until death do us apart. Because marrying what you love, what you are passionate about, what you trust and feel emotionally bounded to, forgetting everything else, is a sacrifice that I am willing to carry forward. She, the Writing. My faithful companion, the love of my life and I, we move forward without looking back, creating, feeling the need to communicate and understand each other, because that’s who we are, that’s what we are destined to be, one with the other.
Huellas del Tiempo 