Abrí los ojos de repente, acobardada. El lugar en el que me encontraba estaba oscuro, a excepción de una lámpara vieja, pequeña y sin diseño al final del mismo. Solo podía oír mi respiración. Sentía las gotas de sudor cayendo por mi frente, no podía moverme, mis manos estaban atadas atrás, sentí la pared fría y gruesa pegada a mi espalda. Tampoco podía mover las piernas, estaban atadas por los tobillos. Mierda. Intentaba diferenciar algo a mi alrededor, pero no había forma de hacerlo, así que, traté de poner las rodillas en el suelo para impulsarme y ponerme de pie. Me costó un par de caídas, pero conseguí hacerlo. De todas formas, no podía caminar, me apoyé sobre la pared nuevamente, tratando de coger aire, mi corazón palpitaba muy rápido.
Oí un suspiro al otro lado, suave pero perceptible. ¿Había alguien más allí? Tenía miedo, podía ser cualquiera. Podía ser quién me había atado. Traté de respirar de una forma más acompasada, tratando de hacer el menor ruido posible, hacer como si no estuviera allí, como si aquella otra persona no tuviese compañía. De repente, oí una puerta abrirse de golpe, provocando un golpe sordo, incluso, la otra persona que estaba allí emitió un grito retenido, apenas existente, se lograba percibir. Una voz. Era señorial, imponente, impresionaba por su volumen, tenía matices arrogantes. Sus palabras y sus risas ocuparon la habitación por unos instantes, decidiendo que las luces que residían en el techo donde nos encontrábamos iban a ser encendidas. Tragué saliva en cuanto vi quién era la otra persona, la que estaba atada a una silla de muñecas y tobillos, quién se revolvía al mirarme, al verme presionada a la pared, igual de sorprendida que ella. Era mi Escritura. No podía ser ella. ¿Pero qué…?
Me di cuenta de que no había nadie más en la habitación de techo alto y paredes lisas, con mucho espacio pero nada que se pudiese utilizar, tan solo la distancia entre ambas, sabiendo que no podíamos hacer mucho para ayudarnos, para desatarnos la una a la otra. Sería demasiado fácil. ¿Pero dónde estaba la otra voz? Resonaba entre las paredes, pero no aparecía. Su risa estridente me estremeció, pero mis ojos solo encontraban los de ella. Conocía esos ojos más que nada en el mundo, no solo estaba asustada, estaba más que preocupada. Entendía a esa entidad invisible que nos intentaba sumir en desesperación, intuía medianamente qué estaba pasando, por la forma en la que intentaba desatarse, con frustración, con un ímpetu quebrado.
– Sabes qué está pasando, ¿verdad? – le pregunté, aumentando el volumen de mi voz, era como si esa entidad tratase de evitar que nos comunicásemos. Ella tan solo me devolvió la mirada, en profundidad – Dímelo.
– No podemos hablar aquí, o lo sabrá – dijo con voz ahogada, al borde del pánico, nunca la había visto así de inquieta – Mantente callada y todo irá bien.
– Tú sabes quién es… – ella asintió con la cabeza, con cuidado, con los ojos todavía abiertos debido al shock, a saber más de lo que ocurría que yo, acostumbrada a tener el control de las situaciones – Podemos hacer que…
Paré en seco en cuanto vi una sombra haciéndose más y más grande, la cual, se movía rápido alrededor de la Escritura, hacía que su cabello cobrizo se moviese y sus ojos se cerrasen con fuerza, le tenía un miedo atroz. Fue tomando una forma más sólida alrededor de su cuello y empezó a ahogarla. Sentí su risa a través de ese humo negro que se hacía cada vez más grande y molesto, junto a un sonido que hizo que me cayera de rodillas al suelo, tratando de evitarlo sin poder cubrirme los oídos con ambas manos. Empezaron a sangrarme, hasta que de repente, volvió el silencio. El humo volvió a desaparecer, liberó a la Escritura por un momento, pero sabía que volvería de un momento a otro, aquello parecía una tortura. ¿Para qué?
Me levanté de nuevo, apoyada en la pared de atrás. La miré, estaba agotada, tratando de respirar hondo. Sabía muy bien lo que estaba pasando, pero no iba a contármelo. Tendría que averiguarlo por mí misma, no tardaría mucho en dirigirse a mí. La Escritura no dejaba de toser, empezaba a diferenciar lágrimas contenidas en sus ojos. Tragué saliva en cuanto escuché su voz de nuevo, esta vez sus palabras sonaban más planas, directas, entendibles, sin ruido de fondo. «Te voy a quitar todo lo que alguna vez tuviste y voy a dejarte sin nada, por fin.» Tragué saliva. Una venganza, qué sorpresa. Pero me sonaba, me sonaba de algo, estaba segura. Hacía mucho tiempo que no había tratado con él, Era alguien de muy difícil trato, con un temperamento que no había que empujar demasiado y una oscuridad embriagadora. Mientras pensaba en esto, vi que la Escritura era empujada hacia la otra pared, rompiendo la silla en pedazos y dejándola inconsciente. Me revolví en mí de rabia. Que me tocasen a mí, le daba un pase pero a ella… Nunca.
– ¡Vale, ya está bien! ¿Qué es lo que quieres? – grité al aire de la habitación. Una risa siniestra me envolvió, provocándome un escalofrío nada agradable -.
– ¡¿Que qué es lo que quiero?! ¿En serio? – la risa nuevamente, no pude sino cerrar los ojos para serenarme – Me quitaste mi casa, era todo lo que tenía, construiste encima como si yo no existiese. Creo que quitarte todo lo que tienes por ahora es más que suficiente para pagar tu deuda.
La Biblioteca. Sí, es verdad, había construido encima. Esta deidad había permanecido antes de que organizase mi mente, una deidad desorganizada, terca, pobre, oscura, con poco dinamismo, egoísta, intolerante, todo lo que uno podría considerar que está roto. Tuve que encerrarla antes de crear, antes de ser, antes de escribir mis libros, antes de formar palabras, tuve que hacerla desaparecer para no verla, para que no existiese. Fue injusto, pero necesario. Se convirtió en una sombra, obligada a permanecer en uno de los conductos de ventilación más compactos y herméticos de toda La Biblioteca, para mantener a salvo mis historias y personajes. Como dije, injusto pero necesario.
Si se le ponía algo entre ceja y ceja lo cumplía, era un ser vengativo, podía encender y apagar su humanidad a placer y podía cambiar de forma. Humo negro, ser incorpóreo, llámalo como quieras, pero iba a partirme en dos después de verme sufrir. No habían técnicas posibles para resolver aquello, no iba a llamar a nadie para salvar el día, no por falta de interés o esperanza, sino porque él mismo tenía que ver que yo no hacía nada, que no luchaba por salir inmune, sabía lo que había hecho y si tenía que morir, moriría. Porque lo haría por ella en ese preciso instante. Me pondría delante y dejaría que hiciese lo que quisiese conmigo, mientras ella permaneciese en vida. No podría retroceder sabiendo a qué sabían sus labios, viendo su bonita sonrisa, habiendo acariciado su tez pálida y disfrutado su cuerpo más de una vez. La Escritura despertó, confusa, nos miramos un instante, sabiendo de alguna forma lo que iba a ocurrir. «Voy a hacerla desaparecer. Será como si nunca hubiese existido, te irás marchitando, te irás carcomiendo por dentro, no podrás comunicar o expresar, no podrás amar, no podrás ser quién eres, no tendrás familia, vagarás sin rumbo.»
Esta deidad oscura volvió a aparecer y agarró a la Escritura por atrás, ella intentó zafarse pero era demasiado fuerte, la rodeaba. Pensé durante unos momentos, traté de distanciarme de la situación, de los gritos de la Escritura, de los sonidos penetrantes de las paredes, traté de entender. Una sonrisa apareció en mi rostro de repente, una sonrisa que la Escritura dedujo, dejando de gritar. Sabía que averiguaría la forma de solucionarlo, era un tonto rompecabezas. Y era estúpido, muy estúpido. Era una venganza que no iba a salir bien, tenía las de perder desde el primer momento. Así que, una vez ordené las palabras en mi mente, me enderecé y le hablé directamente a ese humo ennegrecido.
– Puedes matarla, secuestrarla, hacer lo que quieras. Puedes hacerlo ahora. Pero ella volverá, porque puedes matar un hábito, puedes matar la motivación, puedes cortarme las alas tanto como quieras, pero nunca, nunca, nunca, vas a matar el amor que tengo por ella, por crear, por construir, por fundirme en lo que creo, es imposible. Conforme las palabras empiecen a fluir, ella volverá a sentirse dentro de mí y toda esta historia será una pesadilla pasajera, una tontería de la que hablar y reírnos en unos años – y, entendiendo aún más la situación, cerré los ojos y me concentré un momento, haciendo que las cuerdas que me mantenían presa se desligaran, dejando mis manos y piernas libres, podía moverme – Así que, sírvete tú mismo, cariño que tengo cosas que hacer.
Con un aspaviento se acercó a mi posición empujándome fuertemente contra la pared de atrás, notando un cuchillo afilado y frío en mi garganta. Empezó a formarse una mano que lo sostenía, luego un brazo y consecutivamente el resto de su cuerpo. Me observaban fijamente unos ojos oscuros, omnipresentes, atrayentes, profundos, con una media sonrisa, calvo y una capa negra que cubría un cuerpo fuerte. Ni siquiera me moví, seguí observándole. Había cometido otro error, dejar que su rabia le convirtiera en un ser corpóreo al que se le puede hacer daño. La escritura crea, las palabras crean, el humor crea, todo se puede manifestar cuando se escribe, se toca, se expresa, se comunica, pero no iba a ser yo la que lo hiciese.
Un puñal se clavó en su espalda. La Escritura solo pudo desearlo, solo tuvo que susurrarlo para hacer aparecer algo con lo que pudiéramos salvar el día. Se deshizo en humo y salimos de aquella habitación tétrica y oscura. Con un chasquido de dedos la hice desaparecer. Es increíble todo lo que podemos llegar a hacer cuando nos lo proponemos, cuando creemos en lo que hacemos, cuando sabemos que nada puede herirnos, superar lo que tanto amamos, qué somos capaces de hacer cuando nos empujamos a hacerlo sin oír el ruido de fondo, cuando dejamos que otros sonidos, ideas, limitaciones y torpezas nos nublen el camino. Siempre supimos como salir, la puerta estaba abierta pero no supimos de nuestra valía para hacerlo en el momento oportuno.
Taking risks:
I opened my eyes suddenly, cowed. The place I was in was dark, except for an old, small, undesigned lamp at the end of it. I could only hear my breathing. I could feel the beads of sweat dripping down my forehead, I couldn’t move, my hands were tied behind my back, I felt the cold, thick wall stuck to my back. I couldn’t move my legs either, they were tied at the ankles. Shit. I was trying to differentiate something around me, but there was no way to do it, so I tried to put my knees on the floor to propel myself up and stand up. It took me a couple of crashes, but I managed to do it. Anyway, I couldn’t walk, I leaned against the wall again, trying to catch my breath, my heart was beating very fast.
I heard a sigh on the other side, soft but perceptible. Was anyone else there? I was scared, it could be anyone. It could be who had tied me up. I tried to breathe in a more rhythmic way, trying to make as little noise as possible, to pretend I wasn’t there, as if the other person had no company. Suddenly, I heard a door burst open, giving a dull thud, even, the other person who was there emitted a retained scream, barely existent, it could be perceived. One voice. It was stately, imposing, impressive with its volume, and had arrogant overtones. His words and laughter filled the room for a few moments, deciding that the lights that resided on the ceiling where we were were going to be turned on. I swallowed hard as soon as I saw who the other person was, the one who was tied to a chair with wrists and ankles, who was stirring when she looked at me, when she saw me pressed against the wall, just as surprised as she was. It was my Writing. It couldn’t be her. But, what on the hell…?
I realized that there was no one else in the room, nothing else that could be used, just the distance between us, knowing that we couldn’t do much to help each other, to untie each other. It would be too easy. But where was the other voice? It echoed through the walls, but it didn’t appear. Her shrill laugh made me shudder, but my eyes found only hers. I knew those eyes more than anything in the world, I wasn’t just scared, I was more than worried. I understood that invisible entity that was trying to plunge us into despair, I sensed what was happening, by the way in which it tried to untie itself, with frustration, with a broken impetus.
«You know what’s going on, right?» I asked, increasing the volume of my voice, it was as if that entity was trying to prevent us from communicating. She just stared back at me, in depth. «Tell me.»
«We can’t talk here, or he’ll know,» she said in a choked voice, on the verge of panic, I’ve never seen her so restless.
«You know who he is…» She nodded her head, carefully, with her eyes still open due to the shock, knowing more about what was happening than me, used to being in control of situations. «We can make him…»
I stopped in my tracks as soon as I saw a shadow getting bigger and bigger, which moved fast around the Writing, made her copper hair move and her eyes close tightly, I was terribly afraid of it. It formed into a more solid form around her neck and began to choke her. I felt his laughter through the black smoke that grew bigger and more annoying, along with a sound that made me fall to my knees on the floor, trying to avoid it without being able to cover my ears with both hands. They started bleeding, until suddenly, silence returned. The smoke disappeared again, it released the Writing for a moment, but I knew it would come back at any moment, it seemed like torture. For what?
I got up again, leaning against the back wall. I looked at her, she was exhausted, trying to take a deep breath. He knew very well what was going on, but he wasn’t going to tell me. I’d have to find out for myself, it wouldn’t take long for him to turn against me. The Writing didn’t stop coughing, I began to differentiate tears contained in her eyes. I swallowed as soon as I heard his voice again, this time his words sounded flatter, more direct, understandable, with no background noise. «I’m going to take away everything you ever had and I’m going to leave you with nothing, at last.» I swallowed. Revenge, what a surprise. But it sounded familiar, I was sure. It had been a long time since I had dealt with him, he was someone who was very difficult to deal with, with a temper that should not be pushed too much and an intoxicating darkness. As I thought about this, I saw the Writing being pushed to the other wall, breaking the chair into pieces and knocking her unconscious. I wriled in my rage. That he touched me, I could give him a pass but to her… Never.
«Okay, that’s enough! What do you want?» I shouted into the air of the room. A sinister laugh enveloped me, something that sent an unpleasant shiver down my spine.
«What do I want?! Seriously?» That laughter again, I couldn’t help but close my eyes to calm myself. «You took my house, it was all I had, you built on top of it as if I didn’t exist. I think taking away everything you have for now is more than enough to pay off your debt.»
The Library. Yeah, it’s true, I had built on top of it. This deity had remained before I organized my mind, a disorganized, stubborn, poor, obscure, undynamic, selfish, intolerant deity, everything that one might consider broken. I had to lock it up before I created, before I was, before I wrote my books, before I formed words, I had to make it disappear so that I wouldn’t see it, so that it wouldn’t exist. It was unfair, but necessary. It became a shadow, forced to stay in one of the most compact and airtight vents in the entire Library, to keep my story and characters safe. Like I said, unfair but necessary.
If he put something between his eyebrows he fulfilled it, he was a vengeful being, he could turn his humanity on and off at will and he could change shape. Black smoke, being incorporeal, call it what you will, but he was going to break me in two after seeing myself suffer. There were no possible techniques to solve that and I wasn’t going to call anyone to save the day, not for lack of interest or hope, but because he himself had to see that I didn’t do anything. that I didn’t fight his way out of the immune system, I knew what I had done and if I had to die, I would die. Because I would do it for her right then and there. I would stand in front of him and let him do as he pleased with me, as long as she was alive. I couldn’t go back knowing what her lips tasted like, seeing her pretty smile, having caressed her pale complexion and enjoyed her body more than once. The Writing woke up, confused and we looked at each other for a moment, somehow knowing what was going to happen. «I’m going to make it disappear. It will be as if it never existed, you will wither, you will be eating yourself away inside, you will not be able to communicate or express, you will not be able to love, you will not be able to be who you are, you will not have a family, you will wander aimlessly.»
This dark deity reappeared and grabbed the Writing from behind, she tried to get away but he was too strong, surrounding her. I thought for a few moments, tried to distance myself from the situation, from the cries of the Writing, from the piercing sounds of the walls, I tried to understand. A smile appeared on my face suddenly, a smile that the Writing deduced, ceasing to scream. I knew I’d figure out how to fix it, it was a silly puzzle. And it was stupid, very stupid. It was a revenge that wasn’t going to go well, He had to lose from the first moment. So, once I sorted out the words in my mind, I straightened up and spoke directly to that blackened smoke.
«You can kill her, kidnap her, do whatever you want. You can do it now. But she’ll come back, because you can kill a habit, you can kill motivation, you can cut my wings as much as you want, but you’re never, never, never, going to kill the love I have for her, for creating, for building, for melting into what I believe in, it’s impossible. As the words begin to flow, she will feel inside me again and this whole story will be a passing nightmare, a nonsense to talk about and laugh about in a few years.» And, understanding the situation even more, I closed my eyes and focused for a moment, causing the ropes that held me prisoner to come untached, Leaving my hands and legs free, I could move. «So, help yourself, darling. I have things to do.»
With a fuss he approached my position pushing me hard against the back wall, feeling a sharp, cold knife in my throat. A hand began to form that held it, then an arm, and then the rest of his body. I was stared at a dark, omnipresent, deep eyes, with a half-smile, bald and a black cloak that covered his strong body. I didn’t even move, I kept watching him. He had made another mistake, letting his rage turn him into a corporeal being who could be hurt. Writing creates, words create, humor creates, everything can be manifested when it is written, touched, expressed, communicated, but I wasn’t going to be the one to do it.
A dagger pierced his back. The Writing could only wish it, it only had to whisper it to make something appear with which we could save the day. It melted into smoke and we left that gloomy, dark room. With a snap of my fingers I made it disappear. It’s amazing how much we can do when we put our minds to it, when we believe in what we do, when we know that nothing can hurt us, overcome what we love so much, what we are capable of doing when we push ourselves to do it without hearing the background noise, when we let other sounds go, ideas, limitations and clumsiness cloud our path. We always knew how to get out, the door was open but we didn’t know our worth to do it at the right time.
Huellas del Tiempo 